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El final de los experimentos con la nueva política

Demonstrators raise their hands as they listen to a speaker at Madrid's landmark Puerta del Sol May 31, 2011. Tens of thousands of protesters have joined those camped out for the past seventeen days at Madrid's Puerta del Sol, to protest against the government's handling of an economic crisis which broke out in 2008. REUTERS/Susana Vera (SPAIN - Tags: CIVIL UNREST POLITICS BUSINESS)
Demonstrators raise their hands REUTERS/Susana Vera

Los resultados electorales de Galicia y País Vasco parecen mostrar el principio del fin de los partidos políticos, como Podemos y Ciudadanos, que emergieron a partir de la crisis económica de 2008 como alternativa a la vieja política. También es clara la existencia de la excepción de Vox, un partido irrelevante hasta abril de 2019, hoy tercer partido por escaños a escala nacional.

La cuarta mayoría absoluta consecutiva del PP en Galicia (42 escaños de 75) prueba cómo la mayoría de los votantes gallegos de A. N. Feijóo (48,1%) han desconfiado de cualquier experimento político en tiempos de máxima incertidumbre. Por otra parte, la desconfianza de los votantes gallegos con la nueva política queda reflejada en: 1) el hundimiento de Podemos, En Marea en la legislatura anterior, que pasa del 19% de los votos al 3,9% y no consigue ningún escaño, 2) el fracaso electoral de Vox que prueba tanto el valor tradicional del PP entre los votantes gallegos como el recelo hacia la derecha radical y 3) la irrelevancia política de Ciudadanos queda reflejada en el 0,75% de los votos obtenidos.

Con los resultados en el País Vasco también parece claro el giro del voto hacia partidos tradicionales. Lo más destacado es el hundimiento de Podemos cuya pérdida de votos parece haberse dirigido a EHB, precisamente de donde procedieron hace cuatro años. En comparación con 2016 Podemos pierde 5 escaños de 11, más de 85 mil votos y 7 puntos porcentuales de votos. No es de extrañar que Iglesias reconozca que han fracasado y que Errejón, con la carga de la irrelevancia de su experimento político, acuse a Iglesias de que “Podemos ya no existe, que ya solo es IU.

El escaño de Vox en el Parlamento vasco es menos heroico de lo que se apunta desde algunos medios como una “una trinchera contra el nacionalismo” o “una pica en el parlamento vasco”. La explicación es que Vox ha conseguido su único escaño con menos votos (17.517) que los que tuvo UPyD en 2009 y 2012 para obtener el mismo escaño (22.233 y 21.492). Por tanto, ese escaño ya existía sociológicamente en Álava, lo que ha sucedido es que ha cambiado de siglas. Por tanto, aunque Vox consiga su primera representación ha fracasado, además de en Galicia, en el País Vasco. Dicho de otra forma, es una entelequia que la derecha radical se abra camino en el País Vasco, cuando los hechos señalan lo contrario, que crece la izquierda radical de EH Bildu (ex Aralar, ex HB/EH) al mejorar sus resultados de 2012 (21) en un escaño y cuatro sobre 2016 (18).

La creciente falta de relevancia política de Ciudadanos queda demostrada con la decisión de competir electoralmente en el País Vasco en coalición con el PP, defraudando a los 21.477 votantes que le dieron su apoyo en 2016.

Entre la disgregación y la descomposición

Los resultados electorales en Galicia y País Vasco suponen otra evidencia más del declive de la hegemonía personalista de Pablo Iglesias. En 2014 Iglesias usó la frase de K. Marx "El cielo no se toma por consenso, sino por asalto", un asalto que aplicó dentro del propio partido y a la red de confluencias. Un asalto que tiene su efecto boomerang con resultados electorales negativos continuos desde 2015 y tener que hacer frente o ignorar las denuncias de “manipulación” y “graves irregularidades y corrupción” dentro de Podemos. Lo que sigue mostrando cómo Iglesias había estado tomando decisiones equivocadas en cuestiones clave desde 2015. Es cierto, Iglesias ha llegado donde quería, al gobierno central, pero con declive de votos y credibilidad y ahora se ve envuelto, además, en casos judiciales que pueden tener consecuencias para su futuro personal y el cuestionamiento de su gestión en el gobierno.

El futuro de Ciudadanos se vislumbra con un panorama más sombrío que el de Podemos. Hace un año Ciudadanos dejó pasar su momento, deslumbrados por su propio reflejo de éxito, al estar convencidos de su inverosímil sorpasso sociológico y político al PP. Existen evidencias de Ciudadanos como partido experimentando un gran deterioro: purgas de críticos; fracasos electorales; dimisión del líder fundador; otras dimisiones, más purgas o deserciones o expulsiones del partido; virajes personales como el de I. Arrimadas en su viaje hacia el PSOE y… como recurso salvífico final, ante el potencial desastre, el anuncio de la vuelta "improbable, pero verosímil" y "posible" de Rivera.

Los resultados de ayer en Galicia y País Vasco pueden entenderse como el inicio del fin de los experimentos con los partidos como Ciudadanos y Podemos y una interrogación sobre las expectativas para Vox. Lo cierto, es que más partidos no significan ni mejor representación ni una mejor gestión política de lo público, la exigencia principal a los políticos profesionales. La paradoja del multipartidismo es que ha incrementado la inestabilidad y la ingobernabilidad (p.e. el gobierno PSOE-Podemos sigue con los mismos presupuestos que aprobó el PP en época del ministro Montoro).

La sociedad parece ir decantándose hacia que el problema no es tanto de representación como de gobernabilidad y de gestión pública eficiente. El resultado de mezclar multipartidismo y la ley electoral actual en España es que se reduce mucho la influencia real de los ciudadanos a la hora de decidir quién y cómo se gobierna.

La respuesta electoral en Galicia y País Vasco parece dirigirse hacia gobiernos estables. Más aún cuando el gobierno PSOE-Podemos ha demostrado la inestabilidad y debilidad que supone gobernar en tiempos de dificultad con parlamentos muy fragmentados, orientados a los equilibrios de partidos y líderes más que al bien común. Con una crisis económica, de nuevo sin precedentes, parece que la respuesta de los votantes apunta hacia el final de los experimentos con la nueva política.

Hay que instalarse en el caos. Seguiremos atentos.