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El extraño gusto de los hombres que se creen perros

A Tom le gusta vestirse con un traje de cuero blanco de manchas negras. Cuando se desplaza por la acera apoyando pies y manos en el piso, con una máscara en la cabeza y conducido por una correa por un hombre, no caben dudas de que se trata de una particular versión de un perro dálmata.

Tom -o Spot, como gusta que le llamen cuando está “en versión canina”- descubrió gradualmente que le gustaba la vida de perro. Disfrutaba dormir en un collar, tenía un fetichismo por la ropa ceñida; luego vino un traje dálmata zentai que encontró muy barato en eBay, hasta que, finalmente, un hombre en un club se le acercó a él y le dijo: “Oh, bien, eres un cachorro.”

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Captura de video de promoción del documental británico ‘Life of the Human Pups’ del Channel 4.

El documental británico Secret Life of the Human Pups (La vida secreta de los cachorros humanos) explora el movimiento que surgió de la comunidad BDSM (un grupo de prácticas y fantasías eróticas) y ha aumentado en los últimos 15 años, en la medida en que internet ha facilitado la comunicación de la gente con ideas afines.

De acuerdo con una nota hecha pública en el diario The Guardian, los cachorros humanos tienden a ser personas del sexo masculino, homosexuales, con interés en vestir en cuero, llevar mascaras de perro y disfrutar de las interacciones táctiles, tanto el roce en el estómago o el cosquilleo en el oído, como jugar con juguetes, comer de recipientes y hasta a menudo mantienen una relación con sus “manejadores” humanos.

Que un perro común asuma ciertas actitudes y hábitos propios de las personas, resulta totalmente normal, toda vez que los años de convivencia generan cierta empatía en todos los sentidos; pero que esto se produzca al revés es verdaderamente curioso.

Sobre esta sensación trató el diálogo entre Tom y los presentadores del programa ‘This Morning’, de la televisión británica. Bastó verlo entrar al set en cuatro patas y luego escuchar su confesión de que ha gastado unos cuantos miles de libras esterlinas en la compra de trajes de perro de todos los tipos y otros accesorios, para que los espectadores quedaran boquiabiertos.

La transformación de Tom, de 32 años, condujo a la ruptura con su novia Rachel -quien también estuvo presente en la emisión televisiva- y al inicio de una relación homosexual con su nuevo “amo”, Colin.

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Captura de video de promoción del documental británico ‘Life of the Human Pups’ del Channel 4.

Empleado como técnico de sonido e iluminación, este joven residente en Tring, Hertfordshire (Reino Unido), se considera a sí mismo en su tiempo libre como un “cachorro humano” y admite que de esa manera “escapa de la realidad”, además de satisfacer otros raros instintos, como echar una siesta en una caseta gigante que tiene dentro de casa y hasta comer galletas para canes delante de las cámaras.

“Surgió porque vi este traje en eBay y de allí se convirtió en mi alterego. Lo hacemos cuando somos niños, ¿por qué no como un adulto?”, se pregunta.

“Para mí esto significa escapar de los negocios y la vida del día a día –puntualiza-. Es una oportunidad para relajarme y despejar la mente, de disfrutar de la compañía del otro a un nivel muy simple.”

Y claro que no todos entienden este curioso juego en el que se sumergen unos 10.000 hombres a lo largo y ancho del Reino Unido. A la par que intenta restarle la connotación sexual que muchos observadores le adjudican, para que se entienda además como un acto de filiación, de “sentirse en familia”, este inglés de 32 años asegura que cuando se quita el traje de látex y regresa a la normalidad siente su mente mucho más clara, y que esto lo hace feliz.

Escapismo y extravagancias aparte, lo importante, concluye Tom, es que todos lo acepten, como mismo uno puede ser homosexual, heterosexual, bisexual o transexual… “No estamos tratando de hacerle daño al público ni de causar dolor en las relaciones –asegura-. Solo somos como cualquier otra persona que anda por la calle”.