El escándalo innecesario por la reunión AMLO-Kushner

Foto: REUTERS/Kevin Lamarque
Foto: REUTERS/Kevin Lamarque

El presidente López Obrador y el asesor senior de Donald Trump Jared Kushner se reunieron este martes para tratar asuntos bilaterales.

Al parecer la reunión se propició por los movimientos diplomáticos en la embajada de Estados Unidos en México con la designación de un nuevo embajador. En la reunión además de los mencionados estuvieron el canciller mexicano y el encargado de negocios de la embajada extranjera.

Es de notarse que no se contó con la presencia del subsecretario mexicano para América del Norte, Jesús Seade, testigo por parte de AMLO en las negociaciones en su momento de un nuevo tratado comercial de los países de la región.

El tema central de la reunión fue al decir del presidente un compromiso de entendimiento para una inversión por 10 mil millones de dólares que beneficie no solo a México sino a Centroamérica y sea una forma de resolver el fenómeno migratorio.

Sin embargo la noticia -y la forma como fue dada- fueron recibidas, por lo menos, con ironía por el público.

Falta de transparencia

Otra reacción hubiera habido de no ser por la falta de datos en la información proporcionada sobre la entrevista.

Principalmente porque solo hasta que la prensa insistió sobre el escenario del encuentro (casa de quién) fue que el presidente dijo que en el domicilio del empresario Bernardo Gómez.

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¿Falla en las formas?

¿Qué no existen suficientes espacios oficiales donde pudo sostenerse la reunión? Al efectuarla muy tarde –sabemos que AMLO no es de desveladas, sino de madrugadas- y muy lejos de los espacios habituales de la presidencia parece que la reunión fue a modo, a contentillo, del visitante. Un “si quieres, a tal hora y en tal parte”. Pues además trascendió que el viaje del asesor de la Casa Blanca fue exprofeso.

Claro, no iba a estar a las 6 de la mañana en el Palacio y exponiéndose a un “apúrele, porque viene la mañanera”.

Y en qué casa

Sin embargo el más simbólico elemento de la reunión no fue el mentís a la transparencia sino quizá el que haya sido en la residencia del copresidente de Televisa, Bernardo Gómez.

Antes que dar de comer a sus oponentes con semejante sede, AMLO desconsuela de esa manera ¡a sus propios seguidores! que ven en él a alguien del pueblo.

Pues nada, que el presidente del pueblo no se entrevistó en la colonia Obrera con su invitado sino en la casa de alguien que encarna valores que no son precisamente de la cultura popular como lo es Televisa como consorcio.

Y el otro aspecto sobra decirlo, sus oponentes ven la cita como a) una clara contradicción entre el decir y el hacer, b) peor: el presidente dirá lo que quiera pero en cosas delicadas siempre recurrirá a la iniciativa privada.

Solo nos queda pensar que Gómez, por supuesto, no participó lo que se dice participar en la reunión; pero desde luego que en varios momentos propios de la hospitalidad, sí. Es decir, como quiera estuvo en el ajo.

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Por último, la participación de Bernardo Gómez en el gobierno no es nueva pues forma parte del consejo asesor.

Fueron, pues, muchos los ingredientes de la reunión que se prestan no digamos a crítica sino a incomodidad clara de los gobernados y de la opinión pública, pero –ojo- hay una realidad que tenemos que admitir:

La reunión EE UU-México -en las personas del presidente de este país y el asesor senior de aquél- más allá de si es oficial, si es por los cauces diplomáticos, si es en sede oficial y en casa de quién fue demuestra una realidad contra la que nadie, López Obrador primeramente, ha podido ni podrá nunca: la necesidad que México tiene de Estados Unidos.

… Entonces, para qué tanto brinco.

hectorosoriolugo2013@yahoo.com.mx