El ejemplar castigo a Aldo Rocha por insultar a un árbitro que no se dejó faltar el respeto en la Liga MX

Aldo Rocha en un partido entre Atlas y Puebla del 28 de septiembre pasado. (Alfredo Moya/Jam Media/Getty Images)
Aldo Rocha en un partido entre Atlas y Puebla del 28 de septiembre pasado. (Alfredo Moya/Jam Media/Getty Images)

Aldo Rocha le puso nombre a uno de los momentos más ridículos que se recuerden en el futbol mexicano. Fue en el partido del fin de semana entre Atlas y Mazatlán. A los tapatíos todo les salió mal, pues perdieron 3-1 contra uno de los peores equipos de la Liga MX (lugar quince, apenas tres victorias en todo el torneo). Pero su capitán elevó la derrota al grado de vergüenza con una actitud deleznable.

Después de amonestar a Rocha por segunda ocasión, y expulsarlo, el árbitro Marco Antonio Ortiz fue encarado por el mediocampista. Rocha le aplaudió en la cara y luego lo insultó. Ortiz reaccionó pidiéndole que se lo dijera de nuevo, y que así quedaría grabado en el micrófono que él porta. Rocha lo hizo y terminó insultándolo ya sin ningún descaro. Quizá creyó que, como de todos modos ya estaba expulsado, no pasaba nada si volvía a repetir en la cara lo primero que le había dicho —presuntamente, por lo que se alcanza a ver, le dijo "cagón"—.

Pues no. Le falló el tino porque finalmente ha sido suspendido por tres partidos. Lo que habría sido un solo juego ahora le costará el triple por una actitud engreída que, de manera sorprendente, muchos se empeñan en defender. En la propia transmisión dijeron los comentaristas que Ortiz fue retador con su gesto, y Enrique Perro Bermúdez ha dicho que el árbitro abusó de su poder para provocar a Rocha que, según esta versión, cayó inocentemente en la trampa.

Dice un viejo adagio en el futbol que al árbitro nunca le vas a ganar. A Aldo Rocha le faltó recordar eso. Su expulsión fue justa porque cometió una falta que le valió la segunda amarilla. Además, ya nada habría cambiado porque el partido estaba a punto de finalizar y su equipo iba perdiendo por dos goles. Lejos de aceptarlo y marcharse, como el líder del equipo que es, buscó un pleito sin sentido con un árbitro que no se dejó faltar el respeto.

No se puede entender que este comportamiento sea justificado, cuando es evidente que Rocha fue quien provocó al árbitro. Parece que, en general, los jugadores en México piensan que pueden faltarle el respeto de manera impune a los colegiados. Esas actitudes son reprobables sin importar quién las lleve a cabo. Ya sea una estrella, como Gignac, o un jugador discreto que se cree estrella, como Aldo Rocha.

Si Marco Antonio Ortiz se hubiera quedado como estatua, en primer lugar habría complacido la actitud de Rocha, y entonces lo habrían criticado por carecer de autoridad, aunque Rocha ya estuviera expulsado. Al fin un árbitro no se deja intimidar por un jugador y de todas formas recibe críticas, cuando lo único que hizo fue hacer valer su autoridad y demostrarle a Rocha, y a sus colegas, que no siempre van a poder hacer lo que quieran.

Lo peor para el Atlas es que pierden a su capitán en la etapa más crítica del torneo. Los partidos en los que se ausentará son los siguientes: León, Pachuca y Xolos. Atlas actualmente está fuera de la zona de reclasificación, con quince puntos en el sitio once. Tienen las mismas unidades que Juárez, último reclasificado en estos momentos, pero con peor diferencia de goles. Si quieren pelear por un boleto, no deben perder puntos en los últimos cinco partidos del certamen, y en tres de ellos tendrán que arreglárselas sin Rocha. Todo por unos insultos que pudo guardarse y aguantar la derrota como debe hacerse: en silencio. Ya será para la otra. Ahora sabe lo que no debe hacer.

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