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El ‘efecto Ferguson’ y la policía que no usó su arma por temor a un escándalo

¿Fue el temor a suscitar un escándalo por presunta brutalidad policiaca lo que llevó a una oficial en Chicago a no usar su arma de fuego pese a sufrir un brutal ataque a manos de un sujeto que, al parecer bajo la influencia de sustancias, estaba implicado en un accidente de auto?

Esa es la fuerte pregunta que se hacen en esa ciudad, y en general, en el país luego de que el jefe del Departamento de Policía de Chicago, Eddie Johnson, relató el incidente. De acuerdo al relato del periódico Chicago Sun Times, dos oficiales acudieron al lugar de un accidente vial y encararon a un individuo, que habría estado involucrado y se alejaba del sitio.

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La Policía de Chicago ha enfrentado críticas por prácticas de abuso, pero también cuenta con oficiales heroicos. (Reuters)

El sujeto, que estaba bajo la influencia de drogas, atacó a una oficial rudamente, la golpeó en la cara y en el cuerpo y azotó la cabeza de la mujer contra el suelo hasta dejarla inconsciente. La pareja de la oficial agredida logró después someter al atacante usando su pistola eléctrica Táser y spray de pimienta, pero su compañera quedó gravemente herida y tuvo que ser llevada al hospital, donde afortunadamente se recupera.

Pero Johnson señaló que la oficial en un momento pensó que debía usar su arma de fuego contra el violento atacante y optó por no hacerlo porque “no quería que su familia y el Departamento tuvieran que pasar el día siguiente por el escrutinio de las noticias nacionales”.

Por ello, se habla de que el caso es un ejemplo del polémico ‘Efecto Ferguson’.

Desde los terribles incidentes registrados en 2014 en Ferguson, Missouri, en los que un policía mató al joven afroamericano desarmado Michael Brown en lo que se ha considerado un caso de brutalidad policiaca, se ha hablado de ese ‘Efecto Ferguson’.

Consistiría en que oficiales de policía, ante el severo escrutinio público de sus actos de uso de la fuerza, estarían realizando un trabajo de seguridad y combate al delito menos vigoroso o decisivo, por temor a ser implicados en escándalos de brutalidad policiaca. Eso, se afirma, sería un factor en el incremento de la tasa de homicidios que se ha registrado en algunas ciudades del país, sobre todo en Chicago.

En esa ciudad, la revelación en video del acribillamiento del joven afroamericano Laquan McDonald a manos de un oficial consternó a la sociedad y afectó con fuerza la imagen y la relación de la policía con la comunidad. En Chicago esa tensión es severa y constante.

El relato de la oficial que optó por no usar su arma contra un agresor para no ser el foco de los medios de comunicación a escala nacional es dramático y ha sido mencionado como un indicio de que ese ‘Efecto Ferguson’ existe y tiene consecuencias dañinas.

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El jefe de la Policía de Chicago y el alcalde de esa ciudad, Rahm Emanuel. En Chicago se avanza en la creación de una entidad ciudadana de fiscalización de la policía en casos de presunta brutalidad policiaca. (Reuters)

Es cierto que en situaciones de grave peligro y confrontación las decisiones se toman de modo vertiginoso, y que solo quien se encuentra en esa situación sabe a cabalidad lo que pensó, sintió y lo motivó a actuar en esos momentos. Pero eso no hace a esas decisiones correctas o incorrectas, justas o no, de modo automático, pues por igual en esos casos se cometen aciertos y errores de juicio, se toman rutas que resultan favorables e incluso heroicas o se yerra por equivocación, negligencia.

El servicio y el sufrimiento de la oficial herida, cuya recuperación se desea, son muestra de su valor y compromiso como agente de policía y lo mismo cabe decir de los miles y miles de oficiales que realizan cada día una notable labor de protección de la comunidad y de lucha contra el crimen.

Pero, con todo, existe una distorsión en la presentación posterior de su caso: la sociedad no ha exigido a los oficiales que actúen de forma dubitativa o de modo poco vigoroso ante agresores, ni que dejen de intervenir contra la delincuencia por temor a ser sujetos al calor mediático. Eso sería reprensible. Lo que exige es que el uso de la fuerza se dé de modo legítimo y proporcional y que en los casos de brutalidad policiaca se haga justicia efectiva.

Sería necesario que se investigue más a fondo lo que sucedió en el incidente en que la oficial de Chicago fue lesionada antes de poder concluir si en ese caso el uso de su arma de fuego habría sido legítimo.

Pero en todo caso la razón óptima para no usar un arma no debe ser el temor a desatar una cobertura noticiosa nacional sino la convicción de no incurrir en el uso brutal y excesivo de la fuerza, de usar ésta solo en los casos y en la proporción que resulta legítima y justa dadas las circunstancias del incidente.

La razón debe ser no el qué dirán en las televisiones, redes sociales, portales web o periódicos sino la correcta valoración de factores como el peligro de la situación, la vida y seguridad del oficial y de la comunidad del entorno y del mismo agresor o sospechoso en el entendido de que los derechos civiles de todos deben ser respetados.

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Manifestantes en Chicago piden el establecimiento de una entidad civil y autónoma para investigar los casos de presunto abuso policial. (AP)

Así, pese a su dolorosa consecuencia, quizá la decisión de la oficial de no usar su arma a la postre fue la correcta y no es ni la oficial ni los medios sino el agresor el responsable de sus lesiones. Lo que se siente forzado es la forma como el relato de la oficial hecho por el jefe de Policía ha caído en la controversia sobre si sus oficiales se han retraído o no a causa de la presión mediática y pública, y sobre el grado de fiscalización que debe aplicárseles en relación a casos de presunta o probada brutalidad policiaca.

Ese debería ser el verdadero ‘Efecto Ferguson’ y el mejor saldo de la heroica acción de la oficial lesionada en Chicago: una amplia concientización, profesionalización y actuación policial con base en criterios justos, sin distorsiones, sobre cuándo se debe actuar con fuerza mayor y en qué proporción; un reconocimiento de parte de la sociedad a las actuaciones valerosas, apegadas a la ley y de servicio de los oficiales de policía, de modo que tengan los recursos y el incentivo que necesitan y merecen; y en general una transparencia y rendición de cuentas amplias y sinceras de los cuerpos policiacos y de las autoridades.

La desconfianza de las comunidades hacia la policía, cabe señalar, no se origina en lo que sale en las noticias, sino en una continuada tensión y percepción de injusticia en el trato que, sobre todo en el caso de las minorías, la gente ha sufrido históricamente de parte de fuerzas policiacas en Estados Unidos.

Que la mayoría de los oficiales sean individuos justos, comprometidos y solidarios no está discusión, pero eso no debe ocultar el otro lado, ominoso y severo, del asunto.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro