¿El diseño del área de juego reduce el bullying?

(Reuters Health) - En las áreas de juego diseñadas con desafíos en mente pueden aumentar los empujones en los recreos, pero también reducirían el bullying, según sugiere un experimento de Nueva Zelanda. Al azar, los autores seleccionaron ocho escuelas primarias para modificar sus áreas de juego con gran cantidad de partes sueltas y móviles, junto con oportunidades para socializar, construir objetos y usar bicicletas y patinetas. Otras ocho escuelas mantuvieron las áreas de juego originales (grupo control). A los dos años, los niños de las escuelas con el área de juego modificada eran un 33 por ciento más propensos a empujarse durante los recreos que los alumnos de las escuelas control, según publican los autores en Pediatrics. Pero en las escuelas con áreas de juego modificadas, los niños eran 31 por ciento menos propensos a decirles a las docentes que sufrían el bullying. "Que los niños informaran más empujones, pero menos hostigamiento es fascinante", dijo la autora principal, Rachael Taylor, de la Universidad de Otago, Nueva Zelanda. El estudio no explica la causa de esos resultados, de modo que es difícil decir si los niños resolvían mejor las disputas solos o se volvían resilientes a conductas similares al bullying, según comentó Taylor. Los autores evaluaron las áreas de juego de 16 escuelas primarias, luego modificaron la mitad de esos espacios para alentar tomar desafíos y asumir riesgos. También impulsaron a esas escuelas a cambiar las reglas del recreo para que los niños pudieran trepar árboles, jugar con brusquedad y hasta salir aun con lluvia. En total, 840 niños comenzaron el estudio y 630 lo finalizaron a los dos años. Tenían entre seis y nueve años. Con las áreas de juego modificadas, los alumnos eran un 66 por ciento más propensos a jugar con muchos niños después de un año y, a los dos años, eran un 64 por ciento más propensos a estar felices en la escuela. Al año, los padres de esos niños eran casi dos veces más propensos a que sus hijos tenían relaciones felices con sus compañeros. Pero, a los dos años, ocurrió lo inverso. Los docentes, en cambio, no advirtieron diferencias en el uso de apodos o bromas crueles de acuerdo con el cambio en las áreas de juego. Pero sí señalaron más bullying físico y exclusión deliberada. La principal limitación del estudio es que el bullying es difícil de evaluar. Además, el estudio era demasiado pequeña para detectar diferencias significativas entre las niñas y los niños, eran muy pocos los docentes para sacar conclusiones de las observaciones. Aun así, los resultados sugieren que tendría sentido modificar las áreas de juego en las escuelas, según opinó Sarah Clark, codirectora de la Encuesta Nacional de Salud Infantil del Hospital de Niños C.S. Mott, University of Michigan, Ann Arbor. FUENTE: Pediatrics, online 24 de abril del 2017