Yahoo Noticias El día que Lucero sacrificó su imagen idílica y dejó de ser la estrella consentida de México
Algunas veces parece que a Lucero le sigue una especie de mala suerte con algunas de sus acciones en público. Desde 2003, cuando perdió los estribos durante una conferencia de prensa al cierre del musical ‘Regina’ tras ser cuestionada porque un empleado suyo sacó un arma de fuego y apuntó al público y medios allí reunidos, marcó un parteaguas en su carrera y en su imagen pública.
Ese famoso arrebato (“¿Y? ¿Y?, gritó la actriz, que hasta ese momento había sido conocida como ‘La novia de América’) provocó una reacción negativa que la persigue aún hoy.
Aunque ha pasado el tiempo, lo cierto es que esta ruptura de Lucero con su imagen de “niña buena”, tuvo un precio. Este ha sido el hecho innegable de que haya una mirada más escrutinadora sobre la protagonista de ‘Los parientes pobres’ y ‘Lazos de amor’ y que, de un tiempo a esta parte, su estrella haya perdido el lustre. Si bien sigue teniendo muchos seguidores leales – la gran mayoría desde que era una adolescente –, hace bastante que Lucero no ha vuelto a tener un proyecto que la devuelva a los niveles de fama y cariño popular que alguna vez llegó a tener.
Esto también resulta en que cualquier error suyo sea magnificado y juzgado en los medios, y el caso más reciente que involucra a la también cantante tiene que ver con la eliminación de un video suyo en TikTok.
Sorprendida por la censura, y convencida de que su publicación era inofensiva, Lucero trasladó el clip a Instagram, y preguntó a sus seguidores si entendían por qué había sido eliminado lo que ella consideraba una broma simpática: “¡No entendí por qué me censuraron o bajaron este [video] de TikTok! ¿Alguien sabe? A ustedes, ¿qué les parece el videito? ¿Es simpático o no?”, preguntó, recibiendo una serie de respuestas que sirvieron para concientizarla de algo que, obviamente, no había previsto.
El video controversial
En las imágenes, la protagonista de ‘Soy tu dueña’ y ‘Por ella soy Eva’ (que por cierto, es la última telenovela en la que fue la estelar y data de 2012) se coloca un poco de champú en los labios, y sopla para hacer burbujas con la boca. Después, sonríe emocionada a la cámara. En menos de 24 horas, este video al ser publicado en Instagram, consiguió más de 99,000 ‘likes’, entre los que destacaron los de Angelique Boyer, Marcela Cuevas o Luz Elena González, y como, hasta este momento, no ha sido eliminado, parece que cumple las políticas de esta red social, lo que no fue así en TikTok.
En respuesta a su pregunta, Lucero recibió cerca de 3,000 comentarios en los que numerosos usuarios explicaron (o al menos lo intentaron) cuál pudo ser la razón de que borraran el video en TikTok.
La gran mayoría coincidió en que lo hicieron por entender que las imágenes podrían haber sido consideradas como peligrosas, ya que algún niño podría intentar imitarla.
Leyendo la política de usos de la aplicación de contenidos virales queda claro su compromiso con la seguridad de los menores, tanto de los usuarios más pequeños como de los que puedan resultar afectados por un video. Además, señalan que estará prohibido realizar “actividades arriesgadas u otros comportamientos peligrosos en un contexto no profesional o sin poseer las habilidades necesarias, y que puede causar lesiones graves o la muerte para el usuario o el público”.
Revisando con más detalle, queda explicado claramente lo que Lucero seguramente ignoraba y que es la razón por la que se eliminó el contenido: “Están estrictamente prohibidos contenidos que muestren cómo se beben líquidos o se ingieren sustancias no adecuadas para el consumo”.
Matizando, aunque claramente Lucero no ingiere el champú, y solo lo aplica en una una pequeña cantidad por sus labios, TikTok consideró, tal y como señala la acción tomada, que existe un riesgo de que los menores la imiten y por desconocimiento, ingieran el producto, ergo, la desaparición del video, que siendo justos y en contexto, no implica propiamente “censura” sino el cumplimiento de una norma.
¿Es tan grave ya no ser la consentida?
Son ya muchos años en los que Lucero se ha visto en una dicotomía de imagen – ser la “consentida” del público y el objeto de constantes reproches por parte del mismo por no estar a la altura de la imagen idealizada que se tiene de ella – y si bien al principio fue un shock que demostrara tener malhumor como cualquier persona, la propia Lucero Hogaza León (tal es su verdadero nombre) parece haber encontrado en ello un punto medio que a ella le sienta.
Haber crecido con una imagen tan cuidada (casi obsesivamente, de hecho) por su madre, que fuera su mánager por décadas, la colocó en un pedestal del que su arrebato le permitió bajarse, para asumir su vida como un ser humano. Hasta su matrimonio (y su relación) con el cantante Manuel Mijares había sido forzado por los medios como una especie de cuento de hadas moderno (despojándolo en algunos aspectos de una conexión con la realidad) y esto en cualquier caso, incluso de personas ‘de a pie’ (es decir, no relacionadas con el medio artístico) resultaría en demasiada presión.
En tiempos recientes, si bien mantiene un perfil en redes sociales, Lucero ha conseguido mantener su privacidad al margen de revistas y programas; una lección que aprendió al ver la otra cara de la moneda cuando se disolvió su sociedad conyugal con Mijares (con quien procreó dos hijos, que han crecido lo más apartados del reflector posible, si bien Lucero, de 12 años, ha demostrado tener una gran voz para cantar) y la polémica al iniciar una relación, aún vigente, con el empresario mexicano Michel Kuri, perteneciente a la familia del potentado Carlos Slim, ya que el público no fue exactamente muy acogedor al principio del noviazgo y la manera tan abrupta en que se hizo público.
Lucero este año cumplió 40 de carrera – tenía 11 años al debutar en el show de variedades ‘Alegrías de mediodía’ – y ha pasado por un largo camino de éxitos, triunfos internacionales y sí, sinsabores. Sin embargo parece haberse encontrado a sí misma al margen de su imagen pública y que ha llegado a entenderse y aceptarse con virtudes y defectos, más allá de lo que – para bien o para mal – espera de ella el público que lo mismo la quiere, que la juzga.
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