El costo de las elecciones, el enigma de siempre

El costo de las elecciones, el enigma de siempre

La Dirección Nacional Electoral dispuso esta semana más de 142 millones de pesos para los partidos políticos que competirán en los comicios del 25 de octubre. El dato, por si solo, dice poco. Pero si se lo pone en contexto, no sólo surge el interrogante en torno al gasto que el Ejecutivo invierte para llevar a cabo el ejercicio democrático, sino otros interrogantes: ¿cuánto dinero se destinó del presupuesto 2015 al acto eleccionario que definirá al próximo presidente? ¿Se hubiese ahorrado con el sistema de boleta electrónica?

Miles de millones: cuánto cuesta poner el sobre en la urna

El presupuesto 2015 original preveía 2146,4 millones de pesos para las elecciones. Sin embargo, luego de los conflictos por los comicios en Tucumán (que incluyeron urnas quemadas, robadas y “embarazadas -esto es, llenas de votos de antemano al acto eleccionario-) el monto casi se duplicó en 3900 millones de pesos. En las PASO, la Dirección Nacional Electoral giró 288 millones a los partidos: 188 millones fueron para la impresión de boletas y los otros 100 para campaña electoral.

Estos números contemplan una segunda vuelta. Cuando pasen las elecciones se habrán destinado alrededor de 800 millones de pesos a los partidos políticos para aportes de campaña y boletas; 345 millones a la Justicia Nacional Electoral; 450 millones a garantizar la seguridad, 1330 millones de pesos al Correo, 150 millones a sobres urnas, publicaciones y papelería, 154 millones a la Casa de la Moneda para la impresión de los padrones; 330 millones a la empresa Indra Sistemas S.A. (a cargo del escrutinio provisorio) y 370 millones a los delegados judiciales y las autoridades de mesa.

Cada fuerza política recibirá un total de 142.708.918,57 pesos. Cada boleta, así, cuesta 4,45 pesos (hay 32.037.323 electores en todo el país).

¿Mucho o poco?

Las opiniones están divididas. El debut de la boleta electrónica en la Ciudad de Buenos Aires a mediados de año instaló el debate entre los porteños, y la pregunta se extendió a todo el espectro nacional: ¿por qué no hacer este tipo de comicios, aparentemente más baratos? ¿Implican efectivamente menos costos?

Lo primero que hay que diferenciar es a la boleta electrónica del voto electrónico. La experiencia porteña no fue de voto electrónico, sino de una boleta que se imprimía en una máquina: se reemplazaba la clásica boleta que se introduce en el sobre por un sistema más uniforme que facilitó el recuento y el proceso de fiscalización.

Dicho esto, quienes apoyan el uso de medios electrónicos para sufragar argumentan que el gasto en los insumos de papel, tinta y distribución para las boletas son prescindibles: “En teoría deberían ser más baratos los medios electrónicos. El costo de imprimir millones de boletas, tener miles de fiscales para contar los votos, las autoridades de mesa, la seguridad. Si tenemos en cuenta todo eso, la tecnología digital reduce drásticamente los costos”, explica Santiago Siri, fundador del Partido de la Red. Y agrega: “La tecnología siempre genera eficiencia de costos, por eso tecnología y capitalismo son algo tan parecido”.

Sin embargo, usar un medio electrónico no garantiza, de antemano, ahorrar dinero público. Las elecciones porteñas, en las que debutó la boleta electrónica, son para Siri un ejemplo de esto: “En Argentina el sistema de boleta electrónica costó, a través de una licitación, 264 millones de pesos (incluyendo software y hardware), que es un costo abultado. Tuvo sobreprecio y tengo al menos algunos testimonios de primera mano de que se hizo pagando dinero público que no correspondía, por parte de Magic Software Argentina”, explica a Yahoo Noticias.

Así, se torna discutible, por lo menos, que los métodos alternativos de votación reduzcan los gastos: “El costo del chip no fue tan barato en las elecciones porteñas: salía 15 centavos la unidad”, agrega Siri para aclarar el panorama. Su postura, sin embargo, es clara: apoya el voto por medios digitales, más allá del ejemplo más cercano que todos tenemos a mano, el de las elecciones porteñas en las que ganó Horacio Rodríguez Larreta (PRO).

En este sentido, el politólogo Andy Tow, reconoce el valor de lo que fue la experiencia porteña, pero recorta sus límites: “Estoy a favor de la boleta única electrónica (impresa). No del voto electrónico tipo ‘caja negra’, de apretar un botón y que quede ‘guardado’. En cuanto al voto online, no conozco experiencias y me parece que está, aún, muy verde”, opina.

El especialista en elecciones y autor de un blog que sigue de cerca todos los comicios del país, plantea la duda respecto de los costos: “No creo que haya un ahorro presupuestario, porque la tecnología no es mas barata que las boletas en papel”.

¿En qué punto rechaza los medios electrónicos, y qué argumentos van en favor del voto tradicional? “Creo que el principal argumento desde el punto de vista político es el tradicional reparto de boletas que hacen los partidos y dirigentes en muchos lugares casa por casa. Pero esto también tiene que ver con el arrastre entre diferentes categorías (asimismo induciendo al corte de boleta repartiendo boletas ya cortadas) y la capacidad de los aparatos en influir con su presencia territorial (acarreo, voto cadena, etc)”, explica Tow. “Esto, claro lo cual lo vuelve un argumento ‘sospechoso’”, agrega.

Además, resaltó la importancia de la boleta física como parte de la militancia política: “En otro nivel, ‘llevar la boleta’ en el bolsillo es para muchos una especie de acto de militancia”. Acto que, con un método electrónico, se perdería.

Por lo pronto, la experiencia electrónica de la votación está lejos de ser masiva en el País. “La Provincia de Buenos Aires ya cuenta con una ley sancionada en 2003, durante la gobernación de Felipe Solá, que introdujo la posibilidad de que el Poder Ejecutivo pueda implementar total o parcialmente sistemas de voto electrónico, en toda la Provincia o en los municipios que eligiera”, explica Tow.

En tanto los números son abultados pero dependen de una partida presupuestaria muchísimo más grande ( el presupuesto sancionado el año pasado estimó un gasto público de más de un billón de pesos: $1.347.000.000.000), cabe la pregunta: ¿son caras las elecciones?

Julia Pomares, directora del Programa Instituciones Políticas del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), es especialista en rastrear el financiamiento de las campañas electorales. Pomares explica que “determinar el costo del acto eleccionario es algo muy complejo. En ningún lugar del mundo las cifras oficiales de gastos de campaña corresponden a la realidad y hay pocas fórmulas para estimar la cifra en negro”. La complejidad viene dada debido a que los estudios comparativos vigentes toman distintos tipos de parámetros: algunos incluyen el dinero que el Estado ofrece a los partidos para financiar sus campañas y otros dejan de lado estas variables.

Teniendo en cuenta esta cuestión, que hace variar el costo calculado por cada elección, el Proyecto ACE, un sitio web que se proclama como una “red de conocimientos electorales", explica que “en países con experiencia democrática multipartidista, las elecciones son consistentemente menos costosas que aquellas de países en donde estas elecciones constituyen una nueva empresa”.

Según ACE, entre 1 y 3 dólares por elector se considera un bajo costo. Los casos de América Latina que se consideran “caros”, serían México (USD 5.9), El Salvador (USD 4.1) y Paraguay (USD 3.7).

Actualmente no hay datos en esta base de datos sobre Argentina. Quizás un dato para orientarse es que si tenemos en cuenta que la Argentina es un país con elecciones de larga data (las primeras secretas se celebraron en 1916 con el debut de la Ley Sáenz Peña), quizás el costo no sea tan elevado como lo parezca, o al menos en relación a otros países con una tradición eleccionaria más reciente.