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El auge del determinismo biológico: los peligros que esconde el mercadeo del ADN

El primer mapa de ADN humano costó 3.000 millones de dólares. Ahora es posible obtener una idea bastante aproximada de nuestro genoma por menos de 100 dólares. (Yahoo Lifestyle)
El primer mapa de ADN humano costó 3.000 millones de dólares. Ahora es posible obtener una idea bastante aproximada de nuestro genoma por menos de 100 dólares. (Yahoo Lifestyle)

¿Qué sentido tiene comprar un objeto que pasará de moda si puedes invertir en un producto que desvelará los secretos de tu vida?

Esa es la premisa usada por las empresas Ancestry, MyHeritage y LivingDNA, entre otras, para ofrecer las cada vez más populares pruebas genéticas que prometen analizar el núcleo de tus células para seguir la pista a 10 generaciones de antepasados, descubrir sus rutas migratorias y hasta encontrar familiares perdidos.

La idea de dilucidar los misterios de tus ancestros para responder incógnitas del presente es tan atractiva que las pruebas de ADN se han convertido en uno de los artículos más vendidos de la historia.

En los últimos 3 años las firmas que comercializan pruebas de ADN han acumulado una base de datos tan extensa que es raro que un usuario en Estados Unidos no encuentre al menos un familiar distante si decide analizar su información genética. (Foto ERIC BARADAT/AFP/Getty Images)
En los últimos 3 años las firmas que comercializan pruebas de ADN han acumulado una base de datos tan extensa que es raro que un usuario en Estados Unidos no encuentre al menos un familiar distante si decide analizar su información genética. (Foto ERIC BARADAT/AFP/Getty Images)

Amazon reveló que AncestryDNA fue el segundo producto más vendido en el “Cyber Monday” del 26 noviembre de 2018, fecha que hizo historia por alcanzar el mayor nivel de ventas en los 24 años de funcionamiento de la compañía.

Se trata de un nuevo éxito comercial de un sofisticado producto que ya en 2017 había triplicado sus ventas del año anterior con la distribución de 1,5 millones de kits.

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Frente a ese frenesí del mercadeo genético, hay voces que advierten a los potenciales compradores sobre las consecuencias impredecibles de entregar toda su información genética a una industria biotecnológica donde aún no hay reglas claras.

Tu vida en un tubo de ensayo

Los videos y páginas web de las firmas que comercializan análisis de ADN apelan a la emoción, al fortalecimiento de vínculos afectivos o al derrumbe de barreras raciales.

¿Pero sabemos exactamente lo que significa una prueba de ADN?

Cada célula de nuestro cuerpo tiene una copia de un código genético, que se transmite de generación en generación, de madres y padres a hijos. Ese código genético está formado por ADN, que son las siglas del ácido desoxirribonucleico, ese complicado nombre que muchos recordamos de las clases de biología de la escuela secundaria.

Cuando un laboratorio determina las características de tu ADN lo que hace es transcribir un mapa o libro que te describe. Ese “texto” está formado por millones de códigos que se organizan en secuencias. Pudieran comprenderse como una especie de palabras que determinan las características físicas y psicológicas de cada persona.

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Todos los humanos compartimos gran parte de las secuencias genéticas porque pertenecemos a la misma especie. Pero cada individuo tiene pequeñas variaciones en la organización de sus códigos que lo convierten en una persona única.

Al entregar muestras de saliva a un laboratorio para conocer los orígenes de nuestros ancestros, entregamos a una firma comercial la llave de aspectos claves de nuestra existencia.

Historias felices

Los sitios web de las firmas genéticas están repletos de gratos relatos personales y familiares.

Como el de Angelina, una joven estadounidense criada por su madre en una comunidad con una fuerte identidad afroamericana pero que al mudarse de vecindario para ingresar a la universidad se sentía incómoda cuando sus nuevos amigos le preguntaba si tenía ascendencia latina.

“Desear saber más sobre ti mismo es algo humano. Y hay maneras de llegar a conocer más de ti mismo que procesar tu ADN”, explicó Angelina sobre las motivaciones para realizar la prueba genética de la firma 23andme. La chica descubrió que no era la típica chica afrodescendiente porque su padre tenía fuertes raíces de nativos americanos.

En Nueva Zelandia, Terry Smith sentía curiosidad por conocer la identidad de su padre, de quien no tenía ninguna información porque su madre nunca le habló de él. Fue así como el hombre de 50 años decidió realizar el test de My Heritage y encontró algunas pistas pero no fue sino hasta un año después cuando recibió un mensaje en una red social de una mujer que le preguntaba si él había realizado una prueba genética porque tenía la sospecha que podían ser hermanos. En la actualidad Smith tiene una relación cercana con su hermana y su padre que aún vive y nunca había sabido de su existencia.

Kamal es un hombre de padre y madre libaneses que siempre sintió fascinación por los intensos ojos verdes de su madre, una característica muy poco común en su región natal. Al hacer la prueba supo que además de sus raíces árabes tiene ancestros italianos y judíos. “Deseo que con el tiempo, más personas conozcan lo que comparten con otras personas, y es irrefutable. Está en los genes. Creo que realmente cambiará el mundo”, dijo Kamal, quien se siente orgulloso de enseñar a sus hijos sobre su diversidad étnica.

El lado oscuro

Joel Winston, abogado especializado en protección al consumidor, dijo a la publicación Gizzmodo que hay que leer las letras pequeñas de los contratos porque cuando aceptamos los términos y condiciones de estas firmas de análisis genético, estamos entregando todo los derechos legales, de privacidad y de propiedad sobre nuestro ADN.

La información de ADN revela datos sobre la predisposición a tener ciertos trastornos mentales y enfermedades hereditarias. Eso podría ser usado por empresas aseguradoras para cancelar o negar pólizas al elevar nuestro nivel de riesgo a sufrir ciertos problemas de salud como cáncer o enfermedades cardíacas.

Aunque las firmas comerciales de ADN venden la información genética de sus usuarios a grandes centros de investigación sin revelar sus nombres, hay críticos que afirman que ya existe la tecnología para identificar a una persona y rastrear su identidad con el análisis de sus genes. ( EFE/ Aleksandar Plavevski)
Aunque las firmas comerciales de ADN venden la información genética de sus usuarios a grandes centros de investigación sin revelar sus nombres, hay críticos que afirman que ya existe la tecnología para identificar a una persona y rastrear su identidad con el análisis de sus genes. ( EFE/ Aleksandar Plavevski)

También hay que tomar en cuenta que no solo revelamos nuestra información sino también divulgamos datos fundamentales sobre nuestros familiares consanguíneos aunque ellos no se hayan hecho la prueba.

Otro detalle no menos importante es que si aceptamos que usen nuestras muestras para investigaciones genéticas, permitimos el uso de nuestro material biológico a terceras empresas con fines desconocidos.

Aunque apenas comienzan a surgir ese tipo de problemas, es posible que las dificultades aumenten con la popularidad de estos exámenes porque la legislación internacional sobre la protección de datos genéticos aún está en pañales.

Otro aspecto a tomar en cuenta es la confiabilidad. ¿Cómo podemos estar 100 por ciento seguros de que los resultados son acertados?

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Algunos estudios han demostrado que al menos el 40% de los estudios dan falsos positivos, es decir, que le dicen a los usuarios que podrían sufrir una enfermedad cuando no es cierto.

No se trata de que las empresas ofrezcan resultados falsos adrede sino que basan sus conclusiones en algoritmos creados en distintas bases de datos genéticas. Por eso, los resultados obtenidos de una misma muestra enviada a distintos laboratorios pueden diferir de manera considerable.

Una secuencia completa del genoma de una persona necesitaría el trabajo de un equipo de investigadores con un costo de varios miles de dólares, mientras que los estudios genéticos masivos son más económicos porque son aproximaciones estadísticas sin un 100 por ciento de confiabilidad.

Mención aparte merecen los problemas familiares y emocionales de los resultados inusitados de las pruebas, donde los usuarios descubren que fueron adoptados o que su padre de crianza no es realmente su padre biológico.

El determinismo biológico

Es probable que al conocer nuestros orígenes étnicos podamos encontrar algunas respuestas a nuestras características físicas y nuestra personalidad.

Pero también es posible que abriguemos falsas esperanzas de llenar vacíos existenciales con los resultados de una prueba de ADN.

El auge de la popularidad de las pruebas genéticas es una prueba del resurgimiento del determinismo genético, una corriente que considera que los genes determinan el comportamiento humano.

El investigador Robert Plomin argumenta que el ADN es el factor más importante para determinar nuestra personalidad. (Captura de pantalla Penguin)
El investigador Robert Plomin argumenta que el ADN es el factor más importante para determinar nuestra personalidad. (Captura de pantalla Penguin)

Los seguidores de esa teoría están convencidos de que todos nuestros éxitos y fracasos están codificados en nuestro ADN, lo que significaría que es poco lo que la buena crianza, la educación y el amor pueden hacer por un niño con una predisposición genética hacia problemas de conducta o una inteligencia inferior al promedio.

Los deterministas le echan leña al fuego a los discursos que aumentan las desigualdades sociales, la hostilidad contra los migrantes, la misoginia y el racismo.

Pero la fantasía de que los genes contienen todos los secretos del universo y las soluciones a sus problemas pica y se extiende en un mundo donde las ciencias exactas intentan ofrecer recetas para las dificultades en las relaciones humanas.

Las inocentes y bien intencionadas pruebas genéticas de hoy podrían ser mañana herramientas exigidas en los centros educativos y en las empresas para seleccionar a los individuos “genéticamente más aptos” para ciertas carreras o empleos.

El esfuerzo individual, los buenos hábitos, los valores, la adquisición y práctica de competencias podrían quedar en un segundo plano después de escupir un poco de saliva en un tubo de ensayo.