El 27S, unas elecciones tan decisivas para Cataluña como para España

Por Inmaculada Sanz MADRID (Reuters) - Las elecciones autonómicas del domingo serán una jornada histórica en la que el grado de apoyo a un complicado proceso unilateral de independencia marcará el futuro de Cataluña y el de toda España, que habrá de replantearse su relación con la región. El auge del independentismo en una comunidad que representa una quinta parte de la economía española se medirá en una cita electoral convocada a modo de plebiscito con la que podría iniciarse el camino hacia una Cataluña independiente en 18 meses o, cuando menos, forzar a un diálogo hasta ahora imposible. Una eventual separación de España es complicada legalmente y una opción que ni siquiera comparten todos los catalanes que votarán a partidos independentistas. Los sondeos otorgan una ajustada mayoría de votos a las formaciones prosecesión, pero otros estudios desvelan que incluso dos de cada tres de estos votantes no buscan realmente la independencia, sino forzar una negociación para obtener concesiones del Gobierno español. "Las estacas seguirán en alto hasta las elecciones generales de diciembre, tras las cuales se espera que los principales partidos negocien una reforma constitucional y cambios en el sistema de financiación que acomoden parte de las demandas catalanas", afirmó el analista político y vicepresidente de la consultora Teneo Intelligence, Antonio Barroso. Esta negociación es considerada por los expertos la salida natural a una crisis que se fraguó a raíz del recorte del Estatuto de Autonomía en 2010 y una crisis económica que reforzó en Cataluña la idea de que aporta a España más de lo que recibe. Pese a que son muchos los que dan por hecho que la solución más factible es una negociación con concesiones y numerosas instituciones y empresas han alertado en contra de un proceso desordenado, el presidente en funciones de la Generalitat, Artur Mas, sostiene que solo un referéndum vinculante similar al de Escocia en 2014 parará el proceso. El político conservador, en otras épocas manifiestamente contrario a la independencia, mantiene así una apuesta arriesgada que se gestó después de que el Constitucional tumbase un Estatuto aprobado por los parlamentos y que tuvo su cénit hace un año, con una consulta ilegal por la independencia. Según varios expertos, desactivar el soberanismo exigirá cesiones económicas, principalmente fiscales, que podrían ser difíciles de acomodar en una próxima legislatura en la que España habrá de abordar también una reforma del modelo de financiación. "Será difícil (..) cualquier pacto para recuperar la lealtad de los catalanes pasa por una reforma de gran calado, no un maquillaje, no reformar el Senado y poner que Cataluña es una nación en la Constitución", dijo el politólogo Lluis Orriols, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, a Reuters. El Gobierno del Partido Popular, algunos de cuyos miembros reconocen la mala gestión del auge soberanista, mantiene inalterado el discurso de la España única y para evitar males mayores ha iniciado una tramitación parlamentaria de urgencia que permita sancionar de inmediato a dirigentes políticos que no cumplan la ley. NEGOCIACIÓN, NO RUPTURA Los analistas apuntan a que la "cerrazón" que los catalanes perciben en el PP, que afronta a final de año unas difíciles elecciones generales, ha llevado a que muchos de los que hoy se suman a las filas del soberanismo quieran mostrar su descontento pese a no querer realmente irse de España. "Para muchos, votar ahora a Junts pel Si representa más una forma de expresar enfado con el Gobierno de España que un apoyo - incondicional y sin fisuras - a un independentismo sin retorno", dijo José Juan Toharia, sociólogo y presidente de Metroscopia, en el diario El País. Un sondeo de Metroscopia del domingo pasado mostró que, pese a que los independentistas tendrían mayoría absoluta, dos de cada tres catalanes son partidarios de negociar con el Estado español y un 42 por ciento querría un nuevo encaje dentro de España que blinde las competencias de Cataluña. "Estas elecciones estarían siendo entendidas como la apertura a un tiempo nuevo de negociación, no de ruptura", añadió Toharia. Pese a que en un principio el Ejecutivo español restó importancia al carácter plebiscitario, el presidente Mariano Rajoy se ha volcado en la campaña electoral y ha dado pasos para que dirigentes internacionales adviertan de que una Cataluña independiente quedaría fuera de la Unión Europea. El riesgo de quedar fuera de la UE, del que ha avisado también el Banco de España, es uno de los argumentos que pueden influir en los más de 900.000 indecisos que calcula el CIS, cuyo voto será clave para determinar el reparto de los 135 escaños del parlamento. Las elecciones autonómicas, que contarán previsiblemente con una participación histórica, serán difíciles de evaluar en clave de referéndum puesto que los sondeos vaticinan una mayoría soberanista en escaños que puede no ir acompañada del respaldo de la mayoría de los catalanes en número de votos. "No hay unas reglas de juego claras de cómo interpretar los resultados, (...) eso es desafortunado porque si alguna función tienen las elecciones es precisamente que los ciudadanos manden señales a las autoridades sobre cuál es su mandato", dijo Orriols.