El primer estudio sobre la eficacia de los tratados internacionales concluye que la mayoría no sirven de nada

Tratados Internacionales. Momento de alegría y orgullo de los líderes mundiales en la COP26 de Paris en 2015 | imagen United Nations
Tratados Internacionales. Momento de alegría y orgullo de los líderes mundiales en la COP26 de Paris en 2015 | imagen United Nations

Si alguien me preguntase cuántos tratados internacionales vigentes hay en la actualidad pensaría que cientos, seguramente miles… pero jamás se me hubiera ocurrido decir que existen más de 250.000. Una cifra tan imponente merecería un seguimiento y análisis a fondo de su cumplimiento y efectividad, y es aquí donde llega la segunda sorpresa: hasta ahora no existía “ningún estudio compilando y analizando las décadas de investigación realizadas sobre la efectividad de esta enorme cantidad de tratados”. Dicho en otras palabras, nuestro mundo se rige mediante una gigantesca pila de cuerpos legislativos multinacionales que apenas se evalúan y de los que apenas sabemos nada de su eficacia o cumplimiento.

Hace tan solo unos días, el prestigioso journal Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ha publicado un estudio histórico realizado por el Global Strategy Lab de la York University en Canadá en el que, a excepción de los tratados que se mueven en ámbitos financieros y comerciales, el resto de tratados internacionales mayoritariamente no han alcanzado los objetivos para los que fueron diseñados y firmados.

“Hoy en día existen más de 250.000 tratados internacionales pero apenas se ha evaluado el impacto real de unos pocos, lo que significa que no sabemos si la principal herramienta de legislación multinacional están sirviendo efectivamente al propósito previsto”, explica en Phys Mathieu Poirier, profesor en la Universidad de York y uno de los autores principales del estudio. A pesar de estas conclusiones, “los políticos, las empresas y la sociedad civil siguen pidiendo frecuentemente nuevos tratados para abordar los desafíos globales bajo la creencia de que la mayoría de los tratados funcionan y se cumplen, cuando en realidad no es así”.

De hecho, el estudio señala que muchos de estos tratados no solo no tuvieron un impacto significativo sino que incluso “pueden haber provocado impactos dañinos no deseados”. El ejemplo más claro de esta contradicción se descubrió en la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño que, según el estudio de evaluación no solo no cumple su propósito sino que llega a desplegar graves perjuicios “incluyendo el empeoramiento de las prácticas de derechos humanos, ausencia de mejoras en los resultados de salud y, paradójicamente, un aumento del trabajo infantil”.

Por supuesto, el estudio no solo analiza y evalúa el cumplimiento general de los tratados internacionales sino que profundiza en algunas de sus causas más claras, e incluso ofrece algunas soluciones para mejorar su eficacia.

Diferentes tipos de tratados, divididos por temáticas y su eficacia en diferentes campos como cumplimiento, aplicación, supervisión o transparencia | imagen Hoffman, Steven J., et al, York University
Diferentes tipos de tratados, divididos por temáticas y su eficacia en diferentes campos como cumplimiento, aplicación, supervisión o transparencia | imagen Hoffman, Steven J., et al, York University

Uno de los elementos que determina el cumplimiento general de un tratado internacional es su edad. “Una vez agrupados, comprobamos que los tratados adoptados después de 1990 lograron mejores efectos (Z = 2,73) en comparación con los tratados adoptados antes de 1970 ( Z = 1,18) o de 1970 a 1989 (Z = 0,85)”.

Otro de los puntos clave del estudio es que los tratados comerciales, financieros o aduaneros sobresalen (con mucho) respecto a otro tipo de acuerdos internacionales en campos sociales, científicos o medioambientales. Esta gran diferencia se basa en un aspecto fundamental: Los tratados comerciales suelen incluir mecanismos de cumplimiento dentro de su articulado. Las conclusiones del estudio muestran que estos mecanismos son determinantes y conducen a una mayor efectividad (Z=3,13), mientras que los mecanismos de transparencia, denuncia o supervisión apenas ofrecen resultados significativos.

Este punto es muy importante cuando hablamos de tratados internacionales relativos al medio ambiente, la reducción de emisiones contaminantes o de efecto invernadero o del cambio climático. Mientras que en los tratados comerciales se suele incluir mecanismos de cumplimiento, estas herramientas no se incluyen en otros tratados medioambientales, de derechos humanos, crisis humanitarias, sanitarias o de seguridad.

El ejemplo más flagrante de esta falta de cumplimiento lo encontramos en el Acuerdo de París, el principal tratado internacional sobre cambio climático jurídicamente vinculante para los 189 países que lo aprobaron y lo firmaron el 12 de diciembre de 2015. Un hecho de vital importancia que a menudo pasa desapercibido es que este Acuerdo no establece ningún porcentaje o reducción obligatoria sino que cada país, de forma totalmente voluntaria, decidirá cuál será su contribución particular. El artículo 3 del tratado solo pide a los países que sean “ambiciosos” estableciendo porcentajes “que representen un progreso” y que se esfuercen para conseguir el propósito de este Acuerdo. En la práctica no hay ninguna obligación de establecer una determinada reducción ni siquiera de cumplirla.

En definitiva, el estudio nos devuelve los pies a la tierra para recordarnos que, a pesar de las caras sonrientes de los políticos, los apretones de manos y de las grandes portadas… en la práctica, salvo que se trate de acuerdos financieros, el resto suele quedar en papel mojado.

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Referencias científicas y más información:

Hoffman, Steven J., et al. «International Treaties Have Mostly Failed to Produce Their Intended Effects». Proceedings of the National Academy of Sciences, agosto 2022, DOI:10.1073/pnas.2122854119.

Matt LaForge “Do international treaties actually work? York-led study says they mostly don’t” York University | Phys.org