Estos son los efectos (no deseados) que conlleva la sobreprotección de los hijos

Ser un padre helicóptero es un término exportado de la cultura anglosajona, pero que todos podríamos reconocer en la crianza de muchos pequeños en nuestro país. Se refiere a un modelo educativo que opta por sobrevolar, como un helicóptero, sobre los hijos, supervisando constantemente su comportamiento y su vida. Lo que comúnmente calificaríamos de sobreprotección.

Hablamos con los psicólogos Ernesto López, médico especialista en medicina familiar y comunitaria, Jesús Paños, psicólogo responsable de la Unidad de Psicología Clínica de Infancia y Adolescencia del Hospital San Rafael en Madrid, Miguel Costa Cabanillas, y María Paz García-Vera, autores de 'Familias competentes. Por una convivencia confortable en casa' para averiguar cuál es el impacto de estos progenitores en sus hijos y la relación con los mismos.

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¿Qué significa ser un padre helicóptero?

Los expertos nos explican que hablar de padres helicópteros es hacerlo de una etiqueta que podría hacer sentir mal a muchos padres. Sin embargo, sí puede servir para advertir de los riesgos potenciales que conlleva el exceso de protección, cuando se pasa de proporcionar el apoyo que los hijos necesitan para su desarrollo (dado que así se estimula su crecimiento y aprendizaje) al otro extremo: dificultar este proceso necesario.

Los cuatro insisten en que no resulta sencillo detectar esa ‘delgada línea’ que separa una postura de otra, ni darse cuenta de cuándo se ha traspasado. Es más, a los progenitores les preocupa tanto incurrir en una posible desprotección y abandono, que prefieren que se les acuse de sobreprotección y sobreabundancia. Sería algo así como que prefieren pasarse que quedarse cortos.

A esto se une:

  • Inquietud por la independencia de los hijos porque, a medida que se van haciendo mayores, aumenta su libertad para seguir su propio camino y tomar decisiones que pueden ser contrarias a las suyas. Lo que puede implicar que pierdan su influencia y su control.

  • Un alto nivel de exigencia y autoexigencia. Pueden darse dos posiciones totalmente opuestas: que los padres reduzcan su nivel de exigencia sobre los desempeños y logros de sus hijos, o bien que no les permitan ni un fallo, ejerciendo una gran presión sobre ellos. En casos extremos, detrás de estos comportamientos se esconde un carácter absoluto e inflexible que reflejan sobre sus propios hijos, de quienes esperan unos resultados igual de perfectos que los que esperan de sí mismos. Hasta puede llegar a ser una tiranía, estipulando “reglas que señalan la dirección en que las cosas ‘deberían’ ocurrir, y anticipando las consecuencias negativas que se desencadenarían de no ser así”. Más allá, esta anticipación se acompaña a menudo de ansiedad y preocupaciones obsesivas.

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Los efectos negativos de sobreproteger a los niños

La sobreprotección impide que los niños desarrollen su autonomía y la responsabilidad, así como vivir aquellas experiencias que les permiten aprender competencias y habilidades.

Dicha falta de autonomía puede traducirse en notables consecuencias:

  • Dependencia. Esperarán con indolencia que alguien les venga a ‘sacar las castañas del fuego’, como siempre han hecho sus padres sobreprotectores.

  • Tendencia a hacer lo que los demás les dicen, aunque vaya en contra de sus principios y valores.

  • Reciben reprimendas por su dependencia. Con frases del estilo “no tienes personalidad, pareces una veleta, te dejas llevar y no decides por ti mismo”.

  • Eluden las responsabilidades y hacerse cargo de las consecuencias de sus actos, sus aciertos y sus errores. Suelen ‘escurrir el bulto’.

  • Inseguridad. Les resultará complicado expresar con seguridad y firmeza sus preferencias o decisiones, ganándose incluso los reproches de sus propios padres, quienes, en alguna ocasión, le ‘afean’ que no ese capaz de tomar partido por nada.

  • Una difícil convivencia familiar. Esta situación puede originar conflictos, no sólo porque impide que los hijos asuman progresivamente más responsabilidades en las tareas comunes, sino porque esto dará pie a discusiones.

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Niña mordiéndose las uñas
Niña mordiéndose las uñas

De tal palo, ¿tal astilla?

Los padres transmiten a los hijos un montón de hábitos, costumbres, valores y creencias, que, a su vez, sus hijos transmitirán a sus vástagos. Y lo mismo sucede con este tipo de educación. “Es altamente probable que los hijos aprendan en casa también los modos de criar, proteger… ¡y también de sobreproteger! Ese estilo más o menos perfeccionista que sus padres practicaron con ellos”.

No obstante, también cabe la posibilidad que, del mismo modo que los niños crecen y se independizan, también opten por no seguir la manera que en que se les crio, y por tanto, no reproduzcan ciertos comportamientos cuando sean más mayores.

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Consejos para evitar una postura sobreprotectora

En definitiva, los psicólogos insisten en que, aunque la protección es buena y necesaria, la sobreprotección tiene un impacto negativo. Por ello, muchas veces resulta complicado saber cómo delegar responsabilidades en ellos, e interiorizar que, poco a poco, se les traspasará la libertad a medida que sean capaces de asumirla.

Algunos de los consejos que nos facilitan los expertos para evitar adoptar este tipo de postura de ‘padre helicóptero’ son:

  • No hacer por ellos lo que pueden hacer por sí mismos. En muchas circunstancias, resultará difícil e incluso peligroso dejar que los hijos, sobre todo, cuando son pequeños, actúen por sí mismos, y en que necesitan la ayuda de los padres. Pero también hay muchas otras en las que se pueden apañar sin acudir a su rescate.

  • Propiciar que busquen respuestas y soluciones. En línea a lo anterior, deben buscar respuestas a sus preguntas y soluciones a sus problemas.

  • Promover su capacidad de elección y decisión. A medida que crecen, tendrán que hacer elecciones y tomar decisiones (desde la ropa hasta sus amigos), asumiendo, con responsabilidad, sus consecuencias. “Cuando tienen la oportunidad de elegir y decidir, se fortalece su valor personal”.

  • Favorecer que se atengan a los resultados derivados de sus acciones. Como adres, les ayudamos a prever y ponderar anticipadamente las consecuencias de sus decisiones, acciones y omisiones, lo que es importante para que después se hagan cargo de sus errores, culpas… sin buscar excusas ni escurrir el bulto.

  • Fomentar un pensamiento abierto, flexible y crítico. Es preciso que desarrollen un pensamiento crítico, que ponga en cuestión su propia perspectiva y les permita ampliar los horizontes del mundo.

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