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"EEUU necesita un proceso como el de Alemania con el nazismo" según Stevenson

Nueva York, 8 oct (EFE).- El profesor Bryan Stevenson disfrutaba de una vida académica en la escolástica Harvard, donde estudió derecho, cuando decidió mudarse a Alabama. Allí se ofreció a defender casos que muchos consideraban ruinosos y perdidos: los de los negros en los corredores de la muerte. "Aprendí que lo que define la culpabilidad no es la justicia, sino la pobreza", cuenta a Efe pocos días después de haber recibido el prestigioso premio "Right Livelihood", considerado como el "Nobel alternativo" de los Derechos Humanos y la Paz.

En opinión del profesor de Derecho y fundador de Equal Justice Initiative (EJI), una organización que trabaja por una reforma del sistema de Justicia en Estados Unidos y promueve la igualdad, el país norteamericano "necesita pasar por un proceso por la justicia y la verdad como el que exhibieron Sudáfrica, Alemania o Ruanda".

Pregunta: ¿Qué significa para usted recibir este premio y compartirlo con abogados y activistas pro-derechos humanos de Nicaragua, Irán o Bielorrusia?

Respuesta: Es algo que acepto con gran humildad. Me enorgullece estar conectado con otros en todo el mundo que hacen un trabajo tan importante. Es un honor ser reconocido junto a esas personas y es además gratificante ver que nuestros esfuerzos para confrontar la desigualdad racial en Estados Unidos se premian.

P: ¿Cuál es el futuro del movimiento de los derechos civiles después de meses de protesta por la muerte de afroamericanos desarmados a manos de la policía?

R: Hemos mantenido un largo silencio sobre nuestra historia de desigualdad racial. Muchos hemos intentando que el país confronte esta historia de genocidio de indígenas, esclavismo y terrorismo racial. Estamos solo en los primeros estadios de una período pos-apartheid, pos-terrorismo racial y pos-esclavismo. El país se ha resistido a confrontar esta historia y la violencia policial no es más que una manifestación de este problema por el cual a los negros y las personas de color se les presupone peligrosos y culpables. Si queremos un cambio real, tenemos que abordar esto como el momento en el que se inicia una era de verdad y justicia. Espero que con nuevo liderazgo haya una apertura en ese sentido. Necesitamos el mismo compromiso a la justicia y la verdad que se exhibió en Sudáfrica, Alemania o Ruanda para reconciliarse con historias de abuso. En el sur de EEUU aún se celebra a los arquitectos y defensores de la esclavitud. No se puede llegar a un lugar donde reina la justicia si nos aferramos a estos iconos, imágenes y narrativas de represión.

P: ¿Debería preocuparnos el aumento de grupos supremacistas como reacción a estas demandas de justicia racial?

R: Estamos viendo un aumento de los supremacistas blancos y de las políticas del miedo y el odio que demonizan a las minorías raciales. En cierta manera la elección de Barack Obama en 2008 fue el detonante de un nuevo sentimiento racista, anti-inmigrante y anti-igualdad que estaba durmiente. Es una paradoja que a la par que se alcanzaban progresos se despertaban esos demonios. En estas elecciones tenemos que decidir qué queremos ser. También tenemos que entender la raíz de estos problemas independientemente de quién gane. No hemos reconocido aún que no hemos abolido la esclavitud para las personas que han sido condenadas por un crimen. Representamos el 5% de la población mundial, pero uno de cada cuatro presos en el mundo es estadounidense. Cuando hablamos de nosotros mismo hablamos de una sociedad abierta y democrática, pero no nos hemos reconocido en las fuerzas que toleran ese nivel de encarcelamiento.

P: Recientemente estuve en Louisville (Kentucky) durante las protestas por la decisión de la Fiscalía del estado de no imputar a ningún policía de asesinato por la muerte de Breona Taylor (mujer negra que falleció en un registro sorpresa sin que se le atribuyese delito alguno) y vi mucha desesperanza ¿Hay motivos para esperar cambios pese a que una vez tras otra se enajena la justicia a los negros, las minorías y a los pobres?

R: El sistema de justicia no es el lugar para el cambio, porque está dominado por perspectivas muy reaccionarias. Lo que tenemos que hacer es crear un ambiente fuera de los tribunales que haga más difícil a estas instituciones operar de la manera en que están diseñadas para operar. Esto pasa cuando se consigue que los jueces se sientan obligados a reforzar la igualdad y a proteger los derechos de los vulnerables. Tenemos un sistema de justicia que te trata mejor si eres rico y culpable, que si eres pobre e inocente. Es por ello que el activismo y las reformas son importantes. Tenemos que tener esperanzas en lo que podemos hacer y cambiar, porque la desesperanza es el enemigo de la justicia. Tenemos que ver cosas que no hemos visto aún. Ese es el legado de Rosa Parks, el doctor Martin Luther King o Frederick Douglas. Creían en cosas que no habían visto. Creían en la libertad, siendo esclavos. Creían en la igualdad y en la integración en plena segregación.

P: ¿Es posible corregir 400 años de opresión de las minorías y de instituciones nacidas en ese sistema opresivo que están diseñadas para resistir los cambios?

R: Podemos crear una era de reparación y remedios del legado de desigualdad. En Alemania estás forzado a enfrentarte al pasado de la complicidad de esa nación con el nazismo y el holocausto. Es inevitable, es imposible no reflexionar sobre ello. Tenemos que enfrentarnos a nuestro pasado y comprometernos a remediarlo y ser un modelo para otros. Esto también puede ser aplicable a Latinoamérica, donde existe un legado de esclavitud y explotación de los indígenas. Tenemos que desafiar la historia del origen de nuestros continentes. Para respetar y atender a las necesidades de los pueblos indígenas y de los millones de africanos que fueron raptados y traídos a esta tierra. No tenemos que deshacer la historia, sino crear una nueva era de libertad, justicia e igualdad.

P: ¿Qué ha aprendido de los condenados a muerte y de su manera de entender conceptos como justicia y libertad?

R: He aprendido mucho de mis clientes en el corredor de la muerte. He aprendido que todos somos más que lo peor que hemos hecho en nuestras vidas. Creo que cuando alguien miente no es simplemente un mentiroso; que si te llevas algo no eres solo un ladrón o incluso si matas a alguien no eres solo un asesino. La justicia requiere que entendamos las otras cosas que eres. Lo segundo es que lo opuesto a pobreza no es riqueza, lo opuesto a pobreza es justicia. Cuando damos justicia a los marginados, les damos la oportunidad de ser económica, cultural y socialmente sanos. El corredor de la muerte no tiene que ver con la justicia, tiene que ver con un orden social y el poder. Mis clientes entienden que su futuro no se decide con justicia, sino por dinero, raza y poder.

Jairo Mejía

(c) Agencia EFE