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EEUU se encamina a las elecciones lleno de dudas

Donald Trump hablando durante un acto de campaña en Winston-Salem, Carolina del Norte, el 8 de septiembre del 2020. (AP Photo/Chris Carlson)

WASHINGTON (AP) — Por momentos, pareciera que en Estados Unidos ya no hay verdades aceptadas por todos.

--Que habrá elecciones presidenciales cada cuatro años en noviembre.

--Que las fuerzas armadas no se involucrarán en esas elecciones.

--Que tampoco incidirán manifestaciones de protesta.

--Que una medicina será aprobada cuando la comunidad científica diga que es segura y efectiva, no porque un político la quiere aprobada antes del día de las elecciones.

--Que Estados Unidos es un ejemplo para el mundo de transferencia pacífica del poder.

--Que una persona recibirá cheques, cuentas, cartas, correo chatarra y papeletas para votar a tiempo en su buzón.

Nadie jamás puso en duda estas aseveraciones. Hasta que llegó Donald Trump a la Casa Blanca y ya nada es seguro.

Hoy Estados Unidos es un país en el que incluso el dato frío y concreto de que ha habido más de 189.000 muertes por el coronavirus es mirado con suspicacias por gente que le presta atención a teorías conspirativas y a la mala ciencia. En el que causas comunes dieron paso a argumentos tribales entre quienes usan barbijos y quienes no. Y en el que el presidente denuncia un fraude electoral antes de que se haya emitido un voto.

Trump incursiona en terrenos que nadie jamás pisó, haciendo a un lado las buenas costumbres, sembrando confusión y diciendo cosas que nadie osaría decir. A sus partidarios eso les encanta. Sus rivales no lo soportan. Pero todos están pendientes de él.

Dice que una vacuna y tratamientos para el COVID-19 ayudarán a que sea reelegido. Insiste en que hay remedios “en camino”. Su deseo de que se produzca una vacuna antes de la votación hace que sus colaboradores repitan una y otra vez que hay una o varias vacunas que podrían estar listas para fines de octubre, asegurando que esa afirmación no busca sumar puntos políticos.

Ante tanta presión, los directores ejecutivos de nueve empresas farmacéuticas grandes asumieron esta semana un “compromiso histórico” que en tiempos normales sería algo que se da por sentado.

Prometieron “seguir respetando altos parámetros científicos y éticos”, anteponiendo la seguridad y el bienestar de las personas. Dijeron que pedirán la aprobación de vacunas para el COVID-19 solo después de que se hayan completado estudios clínicos que satisfacen los requisitos del gobierno.

En otras palabras, no tomarán atajos por razones políticas.

En lo que respecta a la imagen que tienen los estadounidenses de sí mismos como una democracia ejemplar, el país puede haber perdido el derecho a presentarse como un modelo hace 20 años, cuando máquinas anticuadas y una votación extremadamente pareja en la Florida produjo un impasse entre George W. Bush y Al Gore y el caso terminó en la Corte Suprema. El demócrata Gore, no obstante, dio un paso al costado cuando el tribunal emitió un polémico fallo a favor del republicano Bush y la transferencia del poder se produjo sin más tropiezos.

Los estadounidenses enfrentan ahora un interrogante que rara vez tuvieron que responder: ¿Aceptará el presidente el resultado si pierde? Trump no ha dicho que lo hará. “Habrá que ver”, expresó. “No voy a decir que sí por decirlo. Y no voy a decir que no”.

Trump ha dicho abiertamente lo que otros se guardarían, que teme que haya muchos votos por correo debido a la pandemia y que esto lo perjudique. El allegado que puso al frente del Servicio Postal, mientras tanto, se las ve en figurillas para convencer a los legisladores de que el servicio está en condiciones de procesar los votos por correo dentro de los plazos establecidos.

En determinado momento Trump exigió algo imposible, que se conozcan los resultados la misma noche de la votación. Pronostica un gran fraude --“el desastre electoral más grande de la historia”--, sin presentar prueba alguna que justifique esas dudas y alienta a sus partidarios a que voten dos veces, violando las leyes, si no pueden confirmar que su voto por correo fue contado el día de las elecciones.

Planteó la posibilidad de postergar las elecciones, propuesta que fue vetada por los propios republicanos del Senado, que normalmente acatan todo lo que pide.

En medio de todo esto surge otro interrogante inusitado en la política estadounidense moderna: ¿Intervendrán las fuerzas armadas en apoyo de Trump o, como bromeó su rival Joe Biden, para sacarlo de la Casa Blanca si pierde y no quiere irse?

Citado por el Congreso para declarar sobre el tema, el general Mark Milley, jefe del estado mayor conjunto, dijo que los militares no intervendrán. El solo hecho de que tenga que dar esas garantías es un indicio de los tiempos que se viven.

Trump estima que el descontento y la violencia lo benefician políticamente. “Cuando más caos y anarquía, vandalismo y violencia, mejor”, dijo su asesora Kellyanne Conway. Después de todo, Trump se ofrece como garantía de ley y orden.

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Nota de Redacción: Calvin Woodward ha cubierto política y temas nacionales para la Associated Pres por un cuarto de siglo.