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EE.UU., en vilo: crece la preocupación por el estado de salud de Trump

WASHINGTON.- Un día después de la internación de Donald Trump por coronavirus, que generó impacto mundial, la preocupación por el presidente de Estados Unidos crecióen medio de informes contradictorios y confusos acerca de su estado de salud. Mientras su médico dijo que mejoraba y que el equipo a cargo de su cuidado estaba "extremadamente feliz" con su evolución, su jefe de Gabinete dejó saber que sus síntomas eran "muy preocupantes" y que aún no estaba claro el camino hacia la recuperación.

"Los signos vitales del presidente durante las últimas 24 horas fueron muy preocupantes y las próximas 48 horas serán críticas en términos de su atención", dijo el jefe de Gabinete de Trump, Mark Meadows, a los periodistas del pool de prensa de la Casa Blanca en el Centro Médico Militar Walter Reed, donde Trump fue internado ayer. "Todavía no estamos en un camino claro hacia una recuperación completa", agregó.

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Esa evaluación de Meadows -que al principio fue difundida off the record y luego se supo que era suya- marcó un dramático contraste con la evaluación del médico presidencial, Sean Conley, que brindó un panorama muchísimo más optimista a la prensa fuera del hospital, aunque dejó muchas preguntas sin responder, lo que generó dudas sobre la salud de Trump.

"En este momento, el equipo y yo estamos extremadamente felices con el progreso que ha logrado el presidente", dijo Conley en una conferencia de prensa. Pero el médico se negó a decir, respecto de la fiebre, qué temperatura había tenido Trump cuando se lo preguntaron, y tampoco quiso confirmar si había recibido oxígeno antes de ser trasladado al hospital el viernes por la tarde en el helicóptero presidencial. Una fuente oficial dijo que Trump había recibido ayuda para respirar ayer, informó la cadena CNN.

Además, los médicos parecieron indicar que el presidente republicano había sido diagnosticado el miércoles al hablar de las primeras "72 horas" de la enfermedad, y no el jueves, cuando el propio Trump confirmó el diagnóstico a través de un tuit, publicado en la madrugada del viernes. Conley debió salir a aclarar en un comunicado que al hablar de 72 horas quiso decir en realidad "el tercer día". Anoche, Conley había informado que Trump comenzó un tratamiento con el retroviral Remdesivir. El tratamiento durará cinco días.

"¡Los médicos, enfermeras y todos en el gran Centro Médico Walter Reed, y otros de instituciones igualmente increíbles que se han unido a ellos son increíbles!", tuiteó Trump desde el hospital. "Se ha logrado un tremendo progreso en los últimos seis meses en la lucha contra esta plaga. ¡Con su ayuda, me siento bien!", agregó el mandatario, que hasta la infección de Covid-19 estaba en plena campaña de cara a las elecciones del 3 de noviembre próximo, en las que enfrentará al demócrata Joe Biden .

Trump envió luego otro mensaje exigiendo que el Congreso apruebe un nuevo paquete de ayuda económica para contener el golpe de la pandemia del coronavirus. Ayer, el gobierno federal había informado otra baja del desempleo, pero la noticia pasó desapercibida porque la atención estaba puesta en la salud del magnate. La desocupación cayó al 7,9% gracias a que se recuperaron 661.000 puestos de trabajo, menos de los esperados.

Los mensajes confusos y contradictorios sobre la salud de Trump solo ayudaron a crispar más los nervios de Washington y Estados Unidos. La Casa Blanca ha acumulado un historial de poca transparencia sobre la salud de Trump y sobre los contagios de coronavirus.

De hecho, el gobierno de Trump ocultó el contagio de Hope Hicks, la colaboradora más cercana de Trump, quien podría haberlo contagiado, y solo lo confirmó cuando fue develado por una periodista de la agencia Bloomberg. Esa ausencia de transparencia solo pareció reforzar las dudas sobre el estado en el que se encuentra el presidente en medio de las contradicciones entre su jefe de Gabinete y su médico personal, arraigando la preocupación en el país cuando falta un mes para las elecciones presidenciales.

Repercusiones

"Sobre algo tan importante como la salud del presidente no podemos tolerar las mentiras y la incompetencia de esta administración. Necesitamos la verdad", se quejó el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer.

Mientras Trump buscaba encarrilar su recuperación en el hospital y su administración forcejeaba para contener la crisis política, el Congreso vivía su propio drama por el contagio de tres senadores republicanos. El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, decidió suspender todas las votaciones previstas para las próximas dos semanas, aunque garantizó que seguirá adelante con el cronograma para la confirmación de la jueza Amy Coney Barrett para la Corte Suprema de Justicia. Barrett fue testeada y no se contagió de coronavirus.

El evento en el rosedal de la Casa Blanca en el que Trump presentó a Barrett, el fin de semana pasado, parecer haberse convertido en un "superpropagador" del coronavirus: hasta ahora se confirmaron siete contagios entre los asistentes.

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Además de Trump y su mujer, Melania Trump, la asesora presidencial de Trump, Kellyanne Conway; el presidente de la Universidad Notre Dame, John Jenkins, los senadores republicanos Thom Tillis y Mike Lee, y el exgobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, dieron positivo al test de Covid-19. También contrajeron el virus la presidenta del Partido Republicano, Ronna McDaniel, y el jefe de campaña de Trump, Bill Stepien.

La ola de contagios en la Casa Blanca trastocó por completo la campaña presidencial, que ha quedado virtualmente suspendida.

Biden y su compañera de fórmula, Kamala Harris , continuaron con su agenda. Pero los demócratas decidieron suspender los avisos negativos contra Trump, y el próximo debate, previsto para el 15 de octubre en Miami, muy probablemente se postergue o se suspenda.

Ante ese escenario, el choque entre Harris y el vicepresidente y compañero de fórmula de Trump, Mike Pence, esta semana, adquirió una nueva envergadura ya que puede llegar a ofrecer el último contraste en vivo entre las dos visiones entre las que deberán elegir los norteamericanos.

Biden ha logrado mantener una cómoda ventaja en las encuestas de más de siete puntos, según el promedio de sondeos del sitio FiveThirtyEight, y además corre al frente en los ocho estados cruciales donde se decidirán las elecciones: Pensilvania, Ohio, Michigan y Wisconsin, en el medio oeste del país, y Carolina del Norte, Georgia, Florida y Arizona, en el sur.