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EE.UU.: Una nueva generación busca renovar la épica del movimiento por los derechos civiles de los '60

WASHINGTON.- Arianna Evans iba de un lado a otro, pegada al cordón de fuerzas federales que custodiaba la Casa Blanca -fortificada por una reja, vallas, y soldados y policías vestidos para la guerra-, mientras le hablaba con un megáfono a una multitud arodillada en protesta. "¿Qué queremos?", preguntó. "¡Justicia!", respondió la gente. "¿Cuándo la queremos?", insistió. "¡Ahora!", fue la respuesta.

Evans, una estudiante afroamericana de 23 años, es uno de los miles de jóvenes que ha estado, día tras día, en las calles de Washington protestando por el asesinato de George Floyd, y en contra de la brutalidad policial y el racismo en Estados Unidos.

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"Usen su voz, usen su privilegio para hablar por las personas que no pueden hablar por sí mismas", le imploró a la gente el miércoles. "Esto no termina acá. Podemos reemplazar todo nuestro gobierno con nuestro voto si queremos. Es nuestro derecho. Usen su poder, usen su voto, usen su voz y hablen en contra de la injusticia cada vez que la vean", cerró.

En medio de la furia que dejó en llamas a Estados Unidos, los choques y la represión de la policía, la quema de patrulleros y autos, y los destrozos y saqueos en todo el país, una nueva generación salió a las calles del país a renovar la épica del movimiento de los derechos civiles liderado por Martin Luther King Jr. en los 60, para condenar -y tratar de desterrar- años de injusticia racial.

El mensaje central de la nueva ola de protestas es el nombre de un movimiento, Black Lives Matter, o "las vidas negras importan". La causa nació en 2013, en las redes sociales, tras la absolución de George Zimmerman, quien disparó y mató a Trayvor Martin, un adolescente de 17 años, mientras caminaba por la calle. Un año después, el movimiento creció con las protestas por el asesinato de Michael Brown a manos de un policía, en Ferguson, Misuri, y el de Eric Garner, en Nueva York, quien murió luego ser asfixiado mientras era arrestado por varios oficiales. El último grito de Garner fue el mismo de Floyd: "¡No puedo respirar!".

Arianna Evans, hablando a la multitud en Washington frente a Casa Blanca

Aunque esas primeras protestas se apagaron, este año parece ser diferente. El país ya venía fracturado por la pandemia del coronavirus y la debacle de la economía, y la gente está "más sensible", dijo Opal Tometi, una de las fundadoras del movimiento, a la revista The New Yorker. Las redes sociales propagaron las imágenes de brutalidad policial por el mundo. Este año, además, habrá elecciones, y en la Casa Blanca está Donald Trump, un presidente acusado por sus opositores de ser racista, y de inflamar y dividir al país. El movimiento creció: ahora, a diferencia de otros años, la protesta es nacional, hay más gente, y también más diversidad.

"Lo menos que los blancos pueden hacer para abordar la violencia contra los negros en nuestro país es salir", dijo Lizzie, una joven de 25 años, blanca, quien evitó decir su apellido, sentada delante de un cordón de efectivos de la fuerza de seguridad cerca de Casa Blanca. "Hay mucha indignación, esto ha estado pasando durante mucho tiempo y finalmente tiene más atención. La gente está realmente enojada. Espero que sea diferente esta vez. Por eso estamos acá, para que sea diferente", remarcó. En las marchas se vio a menudo un cártel: "El silencio blanco es violencia".

Kevin Gaines, historiador de la Universidad de Virginia y experto en el movimiento de los derechos civiles, cree que detrás del veloz aumento de las protestas -en menos de una semana trasvasaron las fronteras del país- aparece el trabajo de Black Lives Matter en los últimos años. El movimiento, con ya ayuda de las redes sociales, le dio mucha más visibilidad al drama de la brutalidad policial contra los negros. Para Gaines, eso llevó a una comprensión mucho más sofisticada del "racismo institucional", y le dio oxígeno a las marchas.

"Hay una profunda sensación de frustración y enojo entre muchos jóvenes, blancos y negros, que ven este patrón, este patrón claro, que va en contra de la idea de que Estados Unidos es una sociedad postracial. Los afroamericanos han sabido que nunca fue así, pero muchos jóvenes blancos que ahora están marchando, están marchando después de haber abierto los ojos abiertos por el movimiento Black Lives Matter", afirmó Gaines. "Para los afroamericanos del movimiento por los derechos civiles, fue una lucha solitaria", agregó.

Una de las excepciones a esa soledad, indicó Gaines, fue la Gran Marcha a Washington, en 1963, cuando King pronunció su discurso más famoso en el monumento a Abraham Lincoln, en el que proclamó: "Tengo un sueño". En el funeral de George Floyd, Al Sharpton, pastor y activista por los derechos civiles, ya convocó a una nueva marcha a la capital el 28 de agosto, cuando se cumpla un nuevo aniversario de ese discurso y ese acto de protesta.

"¡Vamos a volver a Washington, Martin!", clamó Sharpton en el funeral. Así como en una época la lucha fue contra la esclavitud, en otra, contra la segregación, y en otra, por el derecho a votar, ahora, distinguió, era el turno de la policía y la justicia penal. A tono con el presente, la convocatoria de Sharpton fue amplia: "Necesitamos regresar a Washington y ponernos de pie, negros, blancos, latinos, árabes a la sombra de Lincoln y decirles, ¡'este es el momento de parar esto'!", arengó.

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Muchos jóvenes ya se cansaron de vivir con miedo, y parecen decididos a seguir en las calles el tiempo que sea necesario. "Tengo un hermano más chico de 14 años. Estoy acá por él. Queremos que la policía deje de matarnos", dijo Xia Davis, 18 años, afroamericana. "No me siento segura cuando salgo. Tengo que vigilar mis alrededores, y la policía no nos va a ayudar, nos están matando", siguió, con la voz quebrada.

Como Arianna Evans, Shana Ford, 31 años, también afroamericana, fue a diario a las protestas en Wahington con un cártel: "Por cualquier medio necesario". Cree que la brutalidad policial ha estado pasando por demasiado tiempo, y que todo lo que pasó este año -la pandemia, la recesión- creó "una tormenta perfecta para esta revelación". Está cansada de caminar "con la guardia en alto" solo por el color de su piel. Y está convencida de que, esta vez, será diferente.

"Cien por ciento", responde. "Ferguson fue un catalizador, y con todo lo que pasó después de eso ha sido como una olla a presión, y todo ha llegado a un punto crítico, y este es un punto de inflexión", dijo. "Espero que este sea un punto de inflexión", cerró.