Ecologistas españoles alcanzan el ecuador de su travesía a pie hasta Glasgow

Nottingham (R.Unido), 15 oct (EFE).- A quince días para que empiece la COP26, un grupo valiente de diez ecologistas –seis de ellos españoles– ya ha conseguido completar a pie la mitad de los mil kilómetros de ruta que atraviesan la isla británica hasta Glasgow, Escocia, donde este año tiene lugar la cumbre mundial del clima.

Cómplice y testigo de tal expedición fue ni más ni menos que la ciudad inglesa de Nottingham que, acostumbrada a ser escenario de las legendarias hazañas de Robin Hood, vio cómo esos caminantes desafiaban sus calles sin más arma que un buen calzado y emblemas en defensa del planeta como estandartes: “COP26, última oportunidad”.

Llegaron a la céntrica plaza peatonal de Old Market arropados por aplausos de activistas locales, que les organizaron una gran partida de bolos humanos para "derribar" las fuentes de emisión de CO2, como el ganado, la industria, el transporte de carretera o la energía del hogar.

El juego no es trivial. La principal protesta de esta ‘Marcha a Glasgow’, organizada por Ecologistas en Acción y Extinction Rebellion, es precisamente que los gobiernos están haciendo caso omiso a los objetivos de reducción de emisiones de dióxido de carbono marcados en el Acuerdo de París en 2015, atrapados en una “inercia” que puede llevar al “desastre”.

“Tenemos que cambiar de paradigma para poder vivir bien de una manera que no emita tanto y que no genere tanta destrucción en un sistema vivo, el mundo natural, del que al final dependemos y se nos olvida”, arguye en una entrevista con Efe Carlos Buj, participante en la marcha.

A ojos de este educador medioambiental, la cumbre de Glasgow augura ser “una crónica de una muerte anunciada”, por mucho que en la reunión preparatoria de la COP26 en Milán, a principios de octubre, cincuenta ministros de medio ambiente labraran un consenso para avanzar en la descarbonización y –según el presidente de la cumbre, Alok Sharma–, “hacer más para mantener el calentamiento por debajo de 1,5 grados”.

Las emisiones también preocupan a José Luis Martínez, uno de los participantes más curtidos en marchas kilométricas, que no deja de mirar con suspicacia el mercado de compra y venta de derechos de emisión de CO2 entre estados, ante el temor de que acabe suponiendo “una nueva grieta entre países ricos y países pobres”.

Ya en 2001, este activista y jubilado formó parte de la comitiva que salió de Zaragoza para llegar en 45 días a Bruselas y visibilizar su protesta contra el proyecto de trasvasar el río Ebro.

“Allí aprendimos los problemas que comporta andar mucho sobre asfalto y todo lo que son los pequeños secretos de una marcha”, relata, ante las situaciones “un poco desesperantes” fruto del cansancio y el mal tiempo.

ALOJADOS POR LA GENTE LOCAL

A este peregrinaje por Reino Unido se apuntaron una decena de hombres y mujeres de 30 a 72 años con perfiles variados, desde jubilados hasta una traductora, una profesora o un economista.

Zarparon de la ciudad española de Bilbao el pasado 28 de septiembre y desembarcaron en la localidad del sur de Inglaterra de Portsmouth, donde empezaron a caminar a un ritmo de 30 kilómetros diarios - 29 etapas-, cuyo último tramo esperan compartir con otras marchas provenientes del resto del país, como Londres o Bristol.

Tras ocho meses de organización previa, el desafío logístico se superó sin dificultad, hospedándose en casas de activistas, iglesias y parroquias. “Nos hemos visto desbordados por el cariño de la gente aquí y ya hemos visto que sí, que vamos a llegar a Glasgow seguro”, asegura rotundamente Martínez.

Entre los activistas que los acogieron en Nottingham destaca el medallista olímpico Etienne Stott, de 42 años, que en los Juegos de Londres de 2012 se hizo con el oro de piragüismo en eslalon.

Ya retirado del deporte, se dedica a la lucha contra el cambio climático y, como la Marcha de Glasgow, también cree que la cumbre será “una decepción”, con “mucho ruido” y “mucha charla”.

“Creo que la pandemia de la covid realmente mostró a la gente cuán poderoso puede ser el gobierno si elige actuar en una situación de emergencia”, apunta a Efe. Mientras, los valientes caminantes retoman el camino, aquel se hace al andar.

Clàudia Sacrest

(c) Agencia EFE