Donald Trump Jr., el filtro de lealtad del presidente electo

(Hiroko Masuike/The New York Times)
(Hiroko Masuike/The New York Times)

Ivanka y Jared cambiaron la Casa Blanca por una vida en Miami. Eric dirige el negocio familiar. Tiffany se casó. Barron es un estratega en ciernes en la Universidad de Nueva York.

De todos los hijos de Trump, nadie se ha pegado más al lado de su padre que Donald Jr., el primogénito del presidente electo.

Donald Trump Jr., de 46 años, ha encontrado poder político y fortuna personal avivando la llama del movimiento MAGA (sigla en inglés del eslogan político “Hagamos a Estados Unidos grandioso de nuevo”) que inició su padre. Tiene una serie de negocios de orientación conservadora, desde una editorial hasta un contrato anual de siete cifras para emitir pódcasts. Forbes estimó recientemente que su patrimonio —creado en gran parte a raíz de la carrera política de su padre después del 6 de enero de 2021— rondaba los 50 millones de dólares.

Es por eso, dicen sus allegados, que no tiene planes de formar parte del gobierno. Pero también comprende lo que sus hermanos y varios funcionarios del primer gobierno de Trump aprendieron por las malas: intentar actuar como filtro de su padre es un ejercicio políticamente peligroso.

En las últimas semanas, mientras el presidente electo forja lo que será su gobierno, su hijo ha actuado como una especie de escáner de lealtad. Mientras examinan a los candidatos en Mar-a-Lago, en Florida, el presidente electo se preocupa por quién se ve bien y quién puede transmitir un mensaje, comentan las personas de su entorno. Su hijo, por su parte, se enfoca en si lo que dicen va en serio y si representan una amenaza para el orden MAGA.

Donald Trump Jr. ha defendido a designados y nominados que no solo comparten las opiniones del presidente electo sobre políticas, sino que también han superado la prueba de pureza más importante: apoyan la falsedad de que ganó las elecciones de 2020 y restan importancia a su decisión de exhortar a una turba a tomar por asalto el Capitolio de EE. UU. dos meses después.

En apariciones recientes, Donald Trump Jr. ha dejado claro que cree que todo lo que ha ocurrido desde principios de 2021 sucedió porque los verdaderos leales se mantuvieron firmes y siguieron creyendo, observando tras bambalinas cómo los demócratas tomaban una serie de decisiones estratégicamente fatales en materia de políticas económicas y sociales.

“Ahora tienes cuatro años en los que sabemos lo que estamos haciendo, en los que tenemos la oportunidad de empezar de cero con personas que sabemos que son guerreros absolutos del movimiento”, dijo la semana pasada en el pódcast del activista conservador Charlie Kirk. “Ahora te vas a quedar con eso por cuatro años”.

Fue Donald Trump Jr. quien vio la temprana amenaza que la candidatura de Robert F. Kennedy Jr. suponía para la campaña de su padre, y quien, dicen sus aliados, trató de idear formas de incorporarlo a la causa.

Desde que Kennedy fue propuesto como secretario de Salud y Servicios Humanos, Donald Trump Jr. lo ha mantenido cerca; incluso le dio de comer a Kennedy, una figura muy preocupada por la salud, una hamburguesa de McDonald’s a bordo del avión de su padre y le tomó una foto.

Se trata de una táctica que, Kirk sugirió, era similar a una estrategia mafiosa: “Si crees que alguien es un informante, lo haces consumir un poquito de droga”, sugirió durante la entrevista en el pódcast.

“Bobby sí consumió un poco de McDonald’s”, dijo Donald Trump Jr. “Definitivamente nos divertimos con eso”.

La lealtad ante todo

Este enfoque de “lealtad ante todo” explica cómo y por qué Matt Gaetz, un feroz defensor de Trump, fue seleccionado como candidato a fiscal general. (Gaetz, quien es objeto de una investigación sobre tráfico sexual, se retiró del proceso de consideración la semana pasada).

Explica cómo Sergio Gor, socio de Donald Trump Jr. en Winning Team, su editorial conservadora, fue seleccionado para dirigir la Oficina de Personal de la Casa Blanca. Y también explica cómo se eligió a JD Vance, el vicepresidente electo.

Cada elección equivalía a una garantía de “poner y olvidar”, no solo para un presidente que exige lealtad, sino también para un hijo dispuesto a hacer cumplir las exigencias de su padre.

Donald Trump Jr. declinó una solicitud de entrevista a través de un portavoz, pero otras personas cercanas a él fueron autorizadas a hablar en su nombre, incluido Kirk. “Solo interviene cuando algo es especialmente importante para él”, dijo Kirk, “o cuando tiene la sensación de que puede haber algo que no beneficie a su padre”.

Entre los temas que más le importan están los relacionados con la Segunda Enmienda, la frontera, la privacidad y la política exterior, dijeron varios aliados, con un ejemplo destacado: Donald Trump Jr. fue uno de los primeros partidarios de Vance, porque ambos compartían la creencia de que Estados Unidos debía detener el flujo de ayuda a Ucrania.

También es un defensor del movimiento conocido como antiwoke, y parece deleitarse en ser odiado y temido por los estadounidenses liberales que lo acusan de tener creencias dañinas y divisorias. Semana tras semana sube un torrente de publicaciones en redes sociales, enfocándose en una serie de temas y personas que resultan jugosos para los seguidores de MAGA, desde estadounidenses transgénero hasta figuras pertenecientes a los medios noticiosos de comunicación.

Un claro ejemplo de lo que suele compartir Donald Trump Jr. apareció en su cuenta de Instagram la semana pasada, cuando afirmó que “las mujeres biológicas y objetivamente atractivas ya pueden ganar concursos de belleza de nuevo. ¡¡¡ESTAMOS DE VUELTA CON TODO!!!” La publicación recibió un emoji de fuego de parte de Elon Musk, el hombre más rico del mundo convertido en representante de MAGA. En el pódcast de Kirk, Donald Trump Jr. dijo que él y Musk habían pasado recientemente tres horas a bordo del avión del presidente electo “hablando del espacio”.

“Tiene un verdadero compromiso con el desarrollo tanto de las políticas como del personal”, dijo Newt Gingrich, expresidente de la Cámara de Representantes, quien recientemente participó como invitado en el pódcast de Donald Trump Jr. “Es un centinela que intenta defender al presidente y al trumpismo de personas a las que les gustaría un puesto, pero que no necesariamente tienen las credenciales adecuadas para hacerlo”.

Esto significa que a otras amenazas, como la exgobernadora Nikki Haley de Carolina del Sur, quien fue nombrada en su primer mandato y que más tarde dejó de ser bien vista por, entre otras cosas, haber criticado la respuesta de Trump a los disturbios en el Capitolio, no les ha ido tan bien. Ahora Haley es el blanco de las burlas del hijo del presidente electo. Cuando Haley criticó esta semana a las elecciones de Trump para su gabinete, Donald Trump Jr., como suele hacer, utilizó las redes sociales para responder.

“Si Nikki Haley realmente quiere un gabinete lleno de belicistas neoconservadores para satisfacer a los donantes multimillonarios que la controlan, debería tratar de postularse a la presidencia y ganar ella misma”, escribió. “Ah, no, se me olvidaba que ya lo intentó y tuvo una derrota aplastante”.

Una relación en evolución

Para ser un hijo que en ocasiones ha hecho grandes esfuerzos para diferenciarse de su padre, en estilo, si no en sustancia, Donald Trump Jr. ha comentado a sus asociados que, según parece, podría parecerse más a su padre de lo que pensaba en un principio.

Desde hace mucho tiempo ha adoptado la forma de hacer política de su padre, basada en el agravio. Está siempre presente en los mítines de Trump, en las redes sociales y en los pódcasts conservadores, sirviendo como altavoz para los seguidores de Trump, en lugar de intentar liderar desde dentro.

“Está desde fuera. Tiene sus negocios”, dijo Gor. “A veces la gente de fuera como Don tiene más influencia que la gente de dentro”.

Es una evolución sorprendente para una relación padre-hijo que a veces ha sido distante y tensa.

No habló con su padre durante un año, después de que Trump se divorciara de su madre, Ivana, durante una aventura con Marla Maples, quien se convertiría en su segunda esposa. Mientras su padre disfrutaba de los beneficios de la vida en torres y mansiones junto al mar, Donald Trump Jr., a quien su abuelo materno enseñó a cazar y pescar, prefería la vida al aire libre. (Trump Jr., quien tiene cinco hijos, se separará de su padre para ir de cacería con uno de sus hijos durante la semana de Acción de Gracias).

Y, en 2017, se ganó la ira de su padre por convertirse en una figura central de la investigación sobre los vínculos de las campañas de Trump con Rusia, lo que le granjeó una reputación de imprudente en la Casa Blanca del primer mandato. Su apodo entre algunos ayudantes del primer gobierno de Trump era Fredo, inspirado en el desventurado hijo mayor de la ficticia familia Corleone, según uno de los ayudantes.

Sigue teniendo cuidado de no intentar nunca eclipsar a su padre, comentaron media decena de colaboradores, pero desde entonces ha demostrado su valía ante Trump. Ha volcado sus esfuerzos en identificar y cultivar una nueva generación de políticos leales a MAGA, entre ellos Vance y varios nuevos senadores republicanos del próximo Congreso, como Bernie Moreno, de Ohio, Tim Sheehy, de Montana, y Jim Banks, de Indiana.

“Si tienes un hijo que es inteligente, trabajador y quiere ayudarte”, dijo Gingrich, “en cierto modo tienes que pensar, ¿por qué no ibas a escucharlo de vez en cuando?”.

Adoptar un movimiento alimentado por resentimientos también ha sido personalmente enriquecedor. Ayudar a su padre a cristalizar un movimiento político lo llevó a proyectos lucrativos, como un acuerdo de pódcast con el sitio conservador Rumble, que un asesor comentó que valía un salario anual de siete cifras, sin contar la publicidad.

Fundó una revista de caza —“una marca de estilo de vida para inconformistas”— llamada Field Ethos. Está construyendo una plataforma mediática conservadora llamada MxM. Se codea con donantes, y en una cumbre reciente anunció que se unía a la empresa de capital riesgo 1789 Capital. Esta empresa está dirigida por Omeed Malik, un financiero que lleva mucho tiempo promoviendo la idea de una “economía paralela” alimentada por los consumidores conservadores estadounidenses.

Gor dijo en una entrevista que Winning Team, su editorial, tenía unos 15 autores y había publicado tres libros del presidente electo. Dijo que la empresa era lucrativa.

Donald Trump Jr. no tiene planes de dejar eso atrás para vivir dentro de las puertas de la Casa Blanca, donde los ayudantes que se acercan demasiado al funcionamiento interno del Despacho Oval a menudo no terminan en buenos términos.

“Las elecciones de mitad de mandato llegarán antes de que te des cuenta, y él está pensando en cómo construir esas mayorías en la Cámara de Representantes y el Senado”, dijo Gor. “Puede explicar algunas posiciones políticas mejor que algunas figuras electas, y por eso la gente confía en él”.


Katie Rogers
es corresponsal de la Casa Blanca. Durante buena parte de la década pasada se ha centrado en la presidencia, la familia del presidente y la vida en Washington, además de cubrir una variedad de temas, incluida la política interna y la política exterior. Es autora de un libro sobre las primeras damas de la Casa Blanca. Más de Katie Rogers

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