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Cómo Donald Trump puede convertir la presidencia en un ‘baile de litigios’

Hace cinco años, Kathleen Meese, profesora de una escuela del norte del estado de Nueva York, malgastó 25.000 dólares en unos cursos titulados “Gold Elite” que se impartían en la Universidad Trump. Esta institución educativa con ánimos de lucro propiedad de Donald Trump prometía a sus futuros estudiantes el aprendizaje de todo lo necesario para “forrarse de dinero” en el mercado inmobiliario.

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Ilustración hecha por Yahoo (Fotos de AP, Getty).

Poco después, Meese presentó una demanda ante las autoridades reguladoras del estado de Nueva York. Su profesor en la Universidad Trump –un supuesto “experto” elegido “cuidadosamente” por el propio Trump–, resultó ser un empresario fracasado y declarado en fallida que, según los documentos judiciales, adeudaba cientos de miles de dólares.

Sus “mentores” en la universidad, que supuestamente habían dicho que le iban a aconsejar sobre los negocios inmobiliarios, eran inaccesibles. Llamaba por teléfono y nunca daban señal, asegura. Ni si quiera tuvo lugar una sesión de fotos con Trump, como habían prometido. A cambio, se tuvo que conformar con una foto en la que salía ella junto a una figura de cartón con la cara de Trump, explica.

“Le di a Donald Trump 25.000 dólares de mi bolsillo”, escribió Meese en una declaración jurada que envió a la oficina del fiscal general de Nueva York, tal y como ha podido comprobar Yahoo News. “¡Ahora, por 25.000 dólares, soy miembro vitalicia de la mismísima nada!”.

Meese es solo una de los 150 ex alumnos de la Universidad Trump cuya reclamación conforma la base de la demanda de 40 millones de dólares interpuesta contra Donald Trump por el Fiscal General de Nueva York, Eric Schneiderman. El número de querellantes –todos ellos potenciales testimonios contra Trump– se ha triplicado desde que Schneiderman decidió hacerse cargo del caso, según declaraciones oficiales.

La demanda, todavía en marcha en los tribunales neoyorkinos, acusa a Trump de embolsarse 5 millones de dólares en ganancias durante la puesta en marcha de una “institución educativa sin licencia e ilegal” que engañó “intencionadamente” a los estudiantes y estuvo involucrada en una “sucesión de decepciones” derivadas de anuncios falsos, “productos gancho” (“bait and switch”) y otras “tergiversaciones y prácticas fraudulentas”.

Esta denuncia interpuesta por Schneiderman, del Partido Demócrata, se suma a otras dos demandas colectivas contra Trump hechas por ex estudiantes y presentadas en la Corte Suprema de California. Una de éstas acusa al magnate multimillonario de participar en actividades relacionadas con el crimen organizado. Obviamente, Trump y su ejército de abogados están impugnando enérgicamente todas las demandas. No obstante, estas situaciones le están pasando factura en su agenda ya de por sí apretada. La semana pasada, fuentes de Yahoo News confirmaron que Trump iba a ser llamado a declarar en uno de los casos en California, pero el interrogatorio fue aplazado hasta otoño para dar a los abogados más tiempo de presentar las pruebas.

“Al señor Trump no le preocupa tener que testificar en este caso, puede hacerlo hoy, mañana o el año que viene”, dijo Jeffrey Goldman, uno de los abogados que defienden a Donald Trump en ese caso. “Nada de todo eso es cierto. Nadie fue defraudado”, añade Alan Garten –consejero general de Trump Organization, quien dirige al equipo de abogados del magnate del sector inmobiliario– en referencia a los alegatos vertidos en la demanda judicial contra la Universidad Trump. Hay que recordar que, después de recibir advertencias del Departamento de Educación de Nueva York por operar sin licencia educativa, la institución cambió su nombre a “the Trump Entrepreneur Initiative” y actualmente no participa en negocios.

“La gente que asiste a estas clases lo hace con los dos ojos bien abiertos”, dijo Garten. “A muchos les ha ido muy bien [en la Universidad Trump] y lo han disfrutado. Pero como ocurre con todo en la vida, si la gente no se esfuerza”, no alcanza el éxito.

Aunque no parece que los pleitos contra la Universidad Trump vayan a resolverse rápido –de hecho, los abogados de Trump reconocen que podría llevar años–, estos sí que dejan entrever algunos aspectos del currículum empresarial de Donald Trump en los que, por cierto, no se ha reparado lo suficiente durante la campaña presidencial. Resulta que estamos ante un magnate con un historial que incluye cientos de pleitos –ya sea como acusado o como querellante– durante las últimas décadas.

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Robert Bennett, abogado del presidente Bill Clinton en 1994 (Foto: Denis Paquin/AP).

Y, gracias al fallo por unanimidad de la Corte Suprema de Estados Unidos en 1997, cuando el presidente Bill Clinton intentó paralizar sin éxito la demanda de Paula Jones por acoso sexual, puede que los enredos legales de Trump lo acompañen en su paso por el Despacho Oval, si fuera elegido, claro.

“De acuerdo a la ley vigente, existen riesgos importantes de que esté envuelto en estos litigios mientras ejerza de presidente”, dijo Robert Bennett, quien representó como abogado defensor al ex presidente Bill Clinton en el caso Jones, y no logró persuadir a la Corte Suprema de que un presidente, mientras esté en el cargo, no debería distraerse haciendo frente a un litigio civil.

Esto significa, según explica Jared Beck –un abogado de Florida que se ha enfrentado a Trump y a su séquito de abogados en los tribunales– que la presidencia de Trump “sería un baile de litigios”.

Adds Beck dice: “Se trata de una persona propensa a iniciar pleitos y que invita a interponer demandas en su contra. Pondría al país en una posición peligrosa. ¿Cómo puede ser presidente y asumir la responsabilidad de gobierno alguien que arrastra una ingente cantidad de pleitos? Los litigios llevan mucho tiempo, uno debe prepararse. Con Clinton era solo un caso, y fíjese cuánto tiempo ocupó. Así que imagine cómo sería si la persona a cargo de la presidencia tuviera muchas demandas en su contra, como ocurre con Trump”.

De hecho, la afición de Trump por los litigios –y por las embestidas judiciales contra sus críticos– no parece disminuir, a pesar de encontrarse inmerso en medio de la campaña electoral. Hace varias semanas, el prestigioso chef español José Andrés echó atrás un acuerdo para gestionar el restaurante de un lujoso hotel situado en Washington y propiedad de Trump. La decisión era un símbolo de protesta frente a los recientes comentarios del mes de junio en los que Trump aseguraba que las personas que cruzan la frontera mexicana “traen crimen y violaciones”. Trump demandó al cocinero por 10 millones de dólares.

Después de que Univision se retirara de la transmisión televisiva del certamen Miss EE.UU. alegando las mismas causas, Trump denunció al canal en concepto de 500 millones de dólares por incumplimiento de contrato y difamación; Trump alegó que los comentarios que un directivo de Univision publicó en Instagram –en los que comparaba a Trump con Dylan Roof, responsable de la masacre de Charleston, Carolina del Sur– eran parte de una ofensiva para “suplantar el derecho del señor Trump a expresarse libremente”, y que esto “afectó negativamente a su reputación pública”, afirma su abogado. Univision calificó el juicio de “ridículo en términos legales” y, recientemente, ha contratado a un equipo de juristas muy potentes para defenderse. Entre ellos se destaca el prestigioso abogado de Nueva York Randy Mastro, lo cual garantiza una agresiva –y seguramente larga– batalla legal.

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Paula Jones y su marido Stephen Jones, en 1998 (Foto: Greg Gibson/AP).

Garten, el abogado principal de Trump, dijo que hay otros casos por incumplimiento de contrato que fueron iniciados a raíz de los comentarios de Trump sobre los inmigrantes mexicanos, y que actualmente se encuentran en fase de “arbitraje privado”. Sin embargo, no descarta la posibilidad de que terminen en los tribunales “si no lo podemos resolver”. Rechaza la idea de que cualquiera de los procesos judiciales en curso –que según él “en este país [EE.UU.] son parte natural del mundo de los negocios”– pudiera llegar a interferir en las capacidades de su jefe para ejercer como presidente a tiempo completo.

“No creo que las distracciones, si las tiene, sean muy grandes”, dijo Garten. “Si los partidos exigen su dimisión [la de Trump], simplemente será una forma de acoso y él resistirá enérgicamente”. En cualquier caso, agregó: “Que yo recuerde, todos los presidentes han tenido que lidiar con asuntos personales”.

Aún así, con solo fijarse en la demanda interpuesta por Schneiderman contra la Universidad Trump, se aprecia que Trump va a necesitar algún tiempo para defenderse de las múltiples acusaciones por fraude vertidas contra él. Trump puso en marcha la escuela en 2005 con un vídeo promocional en You Tube, así como con anuncios que proclamaban: “Puedo convertir a cualquier persona en un exitoso inversor inmobiliario, tú incluido. ¿ERES mi próximo aprendiz?”. O: “Aprende a sacar partido de la mayor liquidación de bienes raíces de la historia con expertos cuidadosamente seleccionados por mí”.

En mayo de 2011, tras recibir las demandas en las que los estudiantes denunciaban el incumplimiento de lo prometido, el gabinete de Schneiderman inició una investigación y envió una citación a la organización de Trump.

Los querellantes describieron cómo funcionaba el sistema de pago de seminarios de 3 días en los que Trump aparecía como “orador invitado de excepción” y después animaba a invertir cada vez sumas más grandes de dinero en tutorías personalizadas con otros instructores, en las que supuestamente aprenderían los trucos del negocio inmobiliario.

Según escribe Maribel Paredes –una entrenadora personal que pago 700 dólares para asistir a un seminario en 2009 que tuvo lugar en un hotel de Manhattan– en la declaración jurada que hizo en el gabinete de Schneiderman: “Durante el primer día del seminario, Trump propuso un ejercicio para conseguir que fuésemos más audaces”. “Nos pidió que llamásemos a nuestros bancos para incrementar el límite de nuestra tarjeta de crédito. Yo lo hice debido a la insistencia de Trump”, y después compré por 4.500 dólares la membresía “Bronze Elite” para asistir a tutorías personalizadas con los profesores de la Universidad Trump.

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Donald Trump (Foto: Mark Humphrey/AP).

No obstante, añade, los profesores hicieron poco más que decirles que “buscásemos propiedades en los clasificados de los diarios y que comenzásemos a llamar… Me siento completamente estafada por Trump”.

Patricia Rodríguez, otra ex alumna de la Universidad Trump, explicó que pagó 1.495 dólares por un seminario de tres días titulado “Fast Track to Foreclosure” (Ejecuciones hipotecarias por la vía rápida). En la entrada de la sala de bailes del hotel había una fotografía de Trump colgada. Los profesores animaron a los estudiantes a inscribirse en los programas de tutorización más caros.

“Nos dijeron que si no nos inscribíamos en estos programas intensivos avanzados, no ‘llegaríamos a ninguna parte’”, escribió Rodríguez en una declaración jurada. En su caso concreto, pagó 4.995 dólares por uno de esos programas, pero después de pensarlo mejor, realizó tres llamadas telefónicas y una visita al edificio de Trump para que le reembolsaran el dinero.

Al parecer, el directivo principal de la Universidad Trump, Michael Sexton, reconoció en privado que algunas de las quejas sobre los “mentores” de Trump son pertinentes, ya que “no estaban disponibles ni hacían seguimiento de los alumnos”, escribió en un email interno en enero de 2009 que descubrieron los investigadores de Schneiderman.

Sin embargo, Garten dijo que esas quejas no son mayoritarias entre los estudiantes de la Universidad Trump, y afirmó que la denuncia de Schneiderman era poco más que un maniobra mediática. Afirmó que se trata de “un montaje para promocionar su demanda”.

Trump y sus abogados han devuelto el golpe. Exigen a Schneiderman que tenga listos sus testimonios para declarar previamente al juicio y además arguyen que algunas de las imputaciones han prescrito. Trump tildó a Schneiderman de “mezquino” y “canalla”, y también presentó una demanda judicial contra la ética profesional del abogado, alegando que, mientras dirigía la investigación, el funcionario del Estado solicitó fondos a su hija Ivanka para financiar la campaña.

La demanda de Trump fue vista para sentencia por el New York Joint Commission on Public Ethics y Schneiderman tuvo que devolver los 500 dólares que recibió de Ivanka Trump. Mientras tanto, el caso avanza lentamente en los tribunales de Nueva York. Este otoño hay programada una audiencia para realizar las apelaciones pertinentes sobre la cuestión de las prescripciones. Pronto se hará pública la fecha del juicio.

Yahoo Politics
Michael Isikoff
Jefe de investigación periodística