Cómo la donación de esperma está generando familias enormes alrededor del mundo

Por Ariana Eunjung Cha para The Washington Post

Boston - Kianni Arroyo aferra las manos de la pequeña Sophia, de 8 años, mientras dan vueltas de trompo y ríen como locas. Anochece, hay salchichas asándose en la parrilla, juguetes por todo el jardín, y pelotas que vuelan de un lado a otro.

Parece una reunión familiar como cualquier otra en los suburbios de Boston, pero los lazos de familia que los unen no encajan en los casilleros tradicionales. Todo lo contrario: Kianni Arroyo, una camarera de 21 años de Orlando, Florida, ha venido a conocer a sus "parientes políticos por ADN", a sus varias "madre-hermanas", y especialmente a personas como Sophia, una querida "hermana-de-donante".

Sophia y Kianna fueron ambas concebidas con el esperma del Donante #2757, un verdadero best-seller. A lo largo de los años, el Donante #2757 engendró al menos 29 niñas y 16 niños, que actualmente tienen entre 1 y 21 años y viven en ocho estados norteamericanos y cuatro países del extranjero. Kianna se ha propuesto conocerlos a todos, y publica la crónica de su viaje en Instagram. Para no confundirse, tiene que llevar una planilla de Excel con los datos de todos ellos.

"Hay una conexión entre nosotros. Es difícil de explicar, pero está ahí", dice Kianna, que creció como hija única y ahora se siente reconfortada y al mismo tiempo un poco alarmada por las imparables ramificaciones de su árbol genealógico.

Gracias a los análisis de ADN que se pueden hacer por correo y a la proliferación de registros de ADN en Internet, cada vez son más las personas que fueron concebidas con óvulos o esperma de donantes que ahora intentan contactarse con sus parientes genéticos. Así se fue generando una comunidad cada vez más extensa que personas que comparten una relación compleja y una misma preocupación sobre la industria de la fertilidad en Estados Unidos. Al igual que Kianna Arroyo, muchos han descubierto que tienen decenas de hermanos de donante, y uno de esos grupos ya se acerca a los 200 integrantes: enormes familias genéticas sin precedentes en la sociedad moderna.

Como la mayoría de los donantes son anónimos, a la mayoría de los hijos engendrados les resulta casi imposible acceder a la información crucial sobre su progenitor. Las publicaciones médicas dan cuenta de algunos casos en los que algunos grupos de descendientes se han encontrado cuando buscaban tratamiento para alguna rara enfermedad genética. Las noticias están llenas de titulares pesadillescos sobre donantes de esperma que falsearon sus antecedentes profesionales y académicos, ocultaron enfermedades o resultaron ser quien no eran, como ocurrió con un médico de una clínica de fertilización.

Y mientras que Gran Bretaña, Noruega, China y otros países han aprobado leyes que limita la cantidad de hijos que puede concebir cada donante, Estados Unidos se rige exclusivamente por lineamientos voluntarios que pueden seguirse o no. Esa situación despierta temores de que dos hijos de un donante prolífico se enamoren sin saber que son familiares directos, lo que a su vez genera el riesgo de que sus hijos sufran desórdenes genéticos.

Ahora la comunidad de los hijos concebidos por donantes está empezando a exigir más regulación pública, pero hasta ahora, han tenido un éxito limitado. A principios de este año, los estados de Washington y Vermont fueron los primeros en exigirles a las clínicas de fertilización recaben la historia clínica de los donantes y que la pongan a disposición de los hijos resultantes. California y Rhode Island también aprobaron regulaciones similares.

Pero el mes pasado, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) rechazó la petición de un grupo de hijos de donantes para que se limitara el número de nacimientos por donante, se obligara a informar los nacimientos de cada donante, y que exigiera que los donantes actualizaran la información de su historia clínica después de la concepción. Peter Marks, director del Centro de Evaluaciones e Investigaciones Biológicas de la FDA, respondió que esos son requerimientos que exceden las competencias y la misión de la FDA, que se limita a detectar si los donantes tienen enfermedades transmisibles. Una vocera del organismo se negó a ampliar la información al respecto.

Sean Tipton, vocero de la Sociedad de Medicina Reproductiva de Estados Unidos, la cámara que representa a la mayoría de las clínicas de fertilidad de ese país, dice que la propuesta habría vulnerado el derecho a la privacidad y a la procreación, ya que le entregaría al gobierno la potestad "de controlar quién tiene hijos con quién". "Pensamos que son decisiones que se toman mejor en familia, y no por activistas, y mucho menos por el gobierno", dice Tipton.

La inacción de las autoridades nacionales enfurece a los familiares de hijos de donantes, como Wendy Kramer, una mujer de colorado que firmó la petición ante la FDA. "Ningún organismo del Estado quiere dar el paso de regular o al menos supervisar el negocio de la creación de seres humanos", dice Wendy, cuyo hijo Ryan, de 28 años, ya lleva descubiertos a 16 medio hermanos concebidos con esperma de un mismo donante. "Por maravillosos que sean esos vínculos, tienen su punto débil: esta situación ha dejado al descubierto que la falta de regulación tiene consecuencias reales para las familias."

Clanes familiares

Hace 18 años, Wendy y Ryan encontraron el que desde entonces se convirtió en el mayor sitio online de personas concebidas por donantes, el Donor Sibling Registry, conocido como DSR. En pocas palabras, el DSR funciona como un sitio de encuentros: la gente ingresa el número de un donante -un código anónimo asignado por la clínica de fertilización- y se conecta con otros nacidos de óvulos o esperma del mismo donante. Todo es voluntario y el contacto se establece si lo consienten ambas partes.

Actualmente, el DSR tiene más de 60.000 miembros y ha ayudado a contactarse a unos 16.000 hijos con sus medios hermanos o sus progenitores. Cuanto más crece el sitio, más aumentan las posibilidades de que se generen nuevos contactos: apenas en los últimos cuatro meses, Ryan ha descubierta a cinco "nuevas" medias hermanas.

Jennifer Moore, una diseñadora gráfica de 55 años de Loveland, Colorado, tiene dos hijos concebidos con esperma anónimo. A través del DSR, sus hijos se contactaron con sus trillizos medio hermanos de otra parte del país.

Entre ellos, se llaman "bro" (apócope de hermano, en inglés), y son todos de contextura atlética. También son todos fanáticos "de los gorros y las medias y la ropa alocada", dice Jennifer, y agrega: "Como madre, fue una experiencia muy extraña ver aparecer ante mis ojos a varios clones de mis propios hijos".

Según Jennifer, ella y los otros padres tratan de que todos los medios hermanos se reúnan al menos una vez al año. Aunque sus hijos tienen padre -el exmarido de Jennifer-, ella quiere que sepan más de sus orígenes y no tengan que elucubrar por qué son distintos o actúan distinto que sus padres. "Es algo fundacional: todos tenemos derecho a saber de dónde venimos", dice Jennifer.

Aunque cada vez son más los concebidos por donantes que buscan contactarse con sus medios hermanos, encontrar a los donantes, que tal vez no quieran ser ubicados, suele ser mucho más arduo. Pero los rastrillajes que pueden hacerse en Internet y al fácil acceso a las pruebas de ADN están erosionando la garantía de anonimato de la que gozaban. Hasta ahora, el padre donante de los hermanos Moore ha demostrado ser escurridizo, pero Jennifer ya está en contacto con varios de los primos genéticos de sus hijos, a los que descubrió a través de un sitio de antepasados genealógicos.

Entre sus aportes más relevantes, el sitio DSR permitió confirmar la existencia de donantes de esperma muy prolíficos, versiones de la vida real del personaje interpretado por Vince Vaughn en la película Una familia numerosa, donde se entera que por sus donaciones de esperma es progenitor de 533 hijos.

Muchos países establecen estrictos límites a la cantidad de hijos que puede engendrar un donante. En Gran Bretaña, ese límite es de 10 familias, 25 en los Países Bajos, y en Taiwán solamente uno. Pero en Estados Unidos no hay leyes al respecto, y la Sociedad de Medicina Reproductiva del país recomienda limitar el número de nacimientos por donante a 25 cada 800.000 habitantes. En un país de 326 millones de habitantes, como Estados Unidos, esa fórmula arroja la pasmosa cifra de 10.175 hijos posibles por donante.

La preocupación que genera el tema de los donantes prolíficos no es meramente teórica. Wendy Kramer y otros padres hacen que sus hijos se aprendan de memoria el nombre del banco de óvulos o esperma y también el código de identificación de su donante, y que luego les comuniquen esa información a sus potenciales novios o parejas. Wendy conoce el caso de un guía de montaña que se puso a hablar con uno de los acampantes y terminó enterándose de que eran medio hermanos. Y también de dos chicas que buscaban compartir departamento en la Universidad de Tulane y descubrieron que eran medio hermanas.

El Donante #2757

Kianni Arroyo tuvo que esforzarse más para encontrar a su familia genética. Al primero que encontró fue a su padre biológico. El Donante #2757 mide 1,78 m de estatura y pesa 84 kilos. Tiene ojos color verde-avellana, pelo castaño ondulado, y es descendiente de un alemanes, irlandeses y nativos norteamericanos. En su perfil, se describe como un fotógrafo con título de licenciado, amante de la bicicleta, el surf y la escritura. Donó su esperma para terminar de pagar su préstamo universitario.

Las mujeres que eligieron al Donante #2757 lo hicieron por diversos motivos. La madre de Kianni lo escogió por su aspecto y su formación artística. A otra mujer, que luego daría a luz a Zac LaRocca-Stravalle, hoy de 19 años, le gustó que el linaje del Donante #2757 se remontara a un valiente oficial militar cuyas hazañas figuraban en los libros de historia. A Rebecca, madre de Sophia y de su melliza Ava, le pareció que era alguien "con quien me imaginaba estando de novia". (Por razones de privacidad, Rebecca pidió que ella y sus hijas fuesen nombradas solo por sus nombres de pila).

Kianni salió a la búsqueda de su progenitor cuando era adolescente, y encontró a una persona muy involucrada en la comunidad de hijos de donantes que de alguna manera había accedido a esa información confidencial. Kianni le envió al donante una solicitud de amistad de Facebook y logró contactarlo antes de cumplir 18 años. Cuando el hombre fue a Orlando por un viaje de negocios, finalmente se encontraron. Kianni fue hasta el hotel donde se alojaba, buscando con la mirada a un hombre que se pareciera a ella.

"Cuando lo encontré, no sabía si abrazarlo, darle la mano, o directamente no tocarlo. Fue una situación incómoda", recuerda Kianni. "Pero después él abrió sus brazos para abrazarme y me aceptó. ¡Qué alivio!"

El Donante #2757 le dijo que seguía trabajando como fotógrafo, que era soltero y que no tenía hijos propios. A través de Kianni, invocó razones de privacidad para no ser entrevistado ni identificado por su nombre.

Un año después de ese encuentro, el Donante #2757 puso en contacto a Kianni con su primera media hermana: JoAnna Alaia, una joven de 20 años que trabaja en administración de empresas en la ciudad de Tampa. JoAnna tiene un hermano o hermana mellizo, quien no manifestó interés en conocer a Kianni. Así que Kianni y JoAnna se dieron cita cerca de la ruta, manejaron juntas toda la noche, las detuvo la policía por exceso de velocidad, y al día siguiente finalmente se encontraron con el Donante #2757 en su ciudad natal.

Desde entonces, ese grupo de medio hermanos se ha multiplicado como los hongos. Kianni descubrió a 7 medios hermanos de Florida y a 7 más de Nueva York, 5 en Massachusetts y 4 en Georgia. Como el esperma de ciudadanos estadounidenses se vende también ampliamente en el extranjero, Kianni también encontró medios hermanos en Australia, Nueva Zelanda y Canadá.

Hasta el momento, Kianni es la mayor, pero por poco. Hay otros 10 que están en la veintena. Después, parece haber un bache de unos 10 años, antes de una nueva tanda de medio hermanos, que actualmente son niños en edad escolar.

Los planes de vacaciones de Kianni para este verano giran en torno a la idea de conocer a sus hermanos de donante. Junto a Sophia y a Ava, pasó varios días en Cape Cod con una media hermana de 9 años de Nueva York. Días después, en Boston, organizaron una reunión para todas las familias radicadas en el estado de Massachusetts.

A esa reunión asistieron 5 de los medios hermanos de Kianni: Sophia y Ava, LaRocca-Stravale y otra pareja de mellizas, Addeline y Vivianna Juliani, de 8 años. Todos notaron el parecido familiar: chicos relajados y atléticos de amplia sonrisa, con un hoyuelo muy marcado en la mejilla derecha.

Kristen Juliani, madre de las mellizas Addeline y Vivianna, recordó que un asesor del banco de esperma le había recomendado al Donante #2757 como un "donante ejemplar". Ahora, enterarse de que su donante era tan popular, no le hizo demasiado gracia. "La verdad que no me pone muy contenta", dice Kristen. "Debería haber un tope para las ventas de esperma."

Kianni también tiene sentimientos encontrados al respecto. Si bien cada encuentro con sus medios hermanos le pareció alucinante, dice que le preocupa que los bancos de esperma permitan que nazcan tantos hijos de un solo donante. "Cada vez que encuentro a un nuevo hermano me pongo nerviosa y me pregunto si alguna vez esto terminará", dice Kianni.

Pocos días después de la reunión en Boston, Kianni recibió un mensaje de otra media hermana más: Rylie Hager, de 19 años, estudiante del primer año de Sociología de la Universidad Temple, en Filadelfia. Kianni la invitó a unirse al grupo de medio hermanos que planeaba conocer al Donante #2757 a mediados de agosto. La primera noche, fueron a jugar al bowling, y Rylie Hager notó que tres de las chicas usaban el mismo atuendo: top deportivo gris y pantalones cortos. "Es todo muy loco", dice Rylie. "Son extraños, personas que no me conocen, pero como estamos emparentados, todos me aceptaron."

Rylie recuerda que cuando se enteró de la cantidad de medios hermanos que tenía, un poco alarmada, le envió un mensaje de texto a su madre. Su madre le respondió: "Te entusiasma o te aterra." "Ambas cosas", le contestó Rylie.

(Traducción de Jaime Arrambide)