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En Domingo de Ramos, las bendiciones son domicilio en Brasil por el nuevo coronavirus

Brasilia, 5 abr (EFE).- El confinamiento social que ha obligado a los brasileños a permanecer en sus casas para evitar la propagación de COVID-19 también transformó la forma de celebrar la Semana Santa que comenzó hoy con un Domingo de Ramos ausente de aglomeraciones y con sacerdotes repartiendo bendiciones de casa en casa.

Para evitar la propagación del virus, en la fecha que conmemora el inicio de la Semana Mayor, en vez de las tradicionales procesiones con ramos y cultos en las iglesias, las misas se transmitieron por las redes sociales y las bendiciones se dieron a domicilio.

Como en otras partes del mundo, la pandemia del coronavirus pilló a los brasileños en sus casas durante la Semana Santa, un aislamiento requerido para evitar la propagación del coronavirus, que ya ha causado 431 muertes y contagiado a más de 10.200 personas en el país.

En el día que se conmemora la entrada de Jesucristo a Jerusalén, la orientación de la Iglesia católica fue para que los fieles siguieran las celebraciones por la televisión, por radio y por las redes sociales y pusieran los ramos frente a sus casas.

De esta manera, se transmitiría el mensaje de que los fieles católicos estarían unidos en comunión durante la celebración.

No obstante, algunos párrocos quisieron ir más allá y decidieron acercarse a sus fieles, manteniendo la prudente distancia que se debe tener para evitar el contagio del nuevo coronavirus.

Armado con agua bendita y resguardado tras su túnica blanca y un simple tapabocas, el fraile Marcos Matsubara, de los Carmelitas Descalzos, quien trabaja en la parroquia de Nuestra Señora María Auxiliadora, recorrió cada una de las casas del barrio Entre Lagos, en la ciudad de Brasilia, y repartió bendiciones a los miembros de cada familia.

"En este momento la Iglesia no se quiere apartar ni mantenerse distante y por el contrario estamos de casa en casa dando la bendición a las familias y pidiendo a Dios que los proteja en este momento tan difícil", aseguró el párroco a Efe.

El recorrido fue largo y por eso en algunos tramos tuvo que movilizarse en carro por las calles vacías que evidenciaban la paralización obligada por el confinamiento y que también cumplían los residentes de la capital del país.

El mensaje para todos fue claro y lo sintetizó diciendo que en este momento cada uno debe hacer los suyo "respetando al prójimo y resguardándose al máximo".

El religioso espera que con esta crisis los brasileños aprendan las cosas esenciales de la vida y se transformen en seres más maduros y solidarios.

"Tal vez todo esto este sucediendo justamente para probar nuestra fe, para que la gente pueda madurar, para que podamos ser más humanos, más solidarios. De cierta forma eso ya está sucediendo", agregó.

(c) Agencia EFE