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Tras dominar el pop estadounidense, los compositores suecos fijan su mirada en Corea

Desde la izquierda: Cazzi Opeia, Ellen Berg, Jonatan Gusmark y Ludvig Evers trabajan en una canción de K-pop en el estudio de EKKO, una editorial de música coreana, en Estocolmo, el 25 de enero de 2022. (Felix Odell/The New York Times)
Desde la izquierda: Cazzi Opeia, Ellen Berg, Jonatan Gusmark y Ludvig Evers trabajan en una canción de K-pop en el estudio de EKKO, una editorial de música coreana, en Estocolmo, el 25 de enero de 2022. (Felix Odell/The New York Times)

En 2013, cuando la compositora sueca Ellen Berg escuchó por primera vez una canción de K-pop, su reacción fue típica de muchos oyentes occidentales: “¿Qué diablos es esto?”, recordó haber pensado.

Berg, de 31 años, estaba estudiando en Musikmakarna —una academia de composición musical a unos 530 kilómetros al norte de Estocolmo— y a su clase le habían pedido que escribiera un éxito coreano.

Para ambientar a los aspirantes a compositores, los estudiantes escucharon “I Got a Boy” de Girls’ Generation, un grupo femenino de K-pop muy popular. “Es una de las canciones de K-pop más locas”, dijo Berg recientemente por teléfono. La canción incluye rap, ráfagas frenéticas de música dance e incluso un verso al estilo de una balada de rock. “En realidad son cinco canciones diferentes en una”, dijo Berg.

A la clase se le dio una semana para escribir algo parecido. “No quedó muy bien”, dijo Berg, entre risas.

Ocho años después, no hay duda de que Berg ha mejorado sus habilidades para escribir canciones tipo K-pop: en la actualidad es una de las decenas de músicos suecos que se ganan la vida escribiendo exclusivamente canciones para ese género. Colaboró en la escritura de un éxito para el gigante del pop BTS, así como con canciones muy exitosas para grupos como Red Velvet e Itzy.

Si bien los suecos tienen bastante tiempo siendo referentes para las estrellas del pop estadounidense —compositores como Max Martin y Shellback produjeron o coescribieron canciones para Katy Perry, Taylor Swift, the Weeknd y otros— los músicos suecos ahora se están convirtiendo en una fuerza en el K-pop.

Berg tiene un contrato con EKKO, una editorial musical de Corea con estudios en Estocolmo, donde Berg trabaja junto a Moa Carlebecker, una compositora de K-pop muy solicitada, mejor conocida por su nombre artístico, Cazzi Opeia. Las dos músicas (colaboran bajo el nombre de Sunshine) también componen de manera regular junto a otro dúo —Ludvig Evers y Jonatan Gusmark, quienes se hacen llamar Moonshine— que están en el estudio de al lado. Otros siete compositores suecos que trabajan en canciones K-pop tienen estudios en el mismo edificio.

Cazzi Opeia, a la izquierda, y Ellen Berg, trabajan en una canción de K-pop en el estudio de EKKO, una editorial de música coreana, en Estocolmo, el 25 de enero de 2022. (Felix Odell/The New York Times)
Cazzi Opeia, a la izquierda, y Ellen Berg, trabajan en una canción de K-pop en el estudio de EKKO, una editorial de música coreana, en Estocolmo, el 25 de enero de 2022. (Felix Odell/The New York Times)

Berg, Carlebecker, Evers y Gusmark trabajaron juntos por primera vez en 2017, en “Peek-a-Boo”, una canción de Red Velvet que Berg comparó con un viejo episodio de “Scooby-Doo” o una expedición a una casa embrujada. Desde entonces, “Peek-a-Boo” ha sido reproducida más de 217 millones de veces en YouTube.

EKKO no es la única compañía de Estocolmo que produce K-pop constantemente y en grandes cantidades. Cosmos, otra compañía, tiene siete compositores trabajando a tiempo completo en pistas de K-pop, afirmó Peo Nylen, su director creativo, en un correo electrónico. The Kennel, otra compañía de composición de canciones, emplea a 14 compositores de K-pop, dijo Iggy Strange-Dahl, uno de sus fundadores.

Quizá el K-pop parezca un fenómeno reciente para los fanáticos de la música occidental que se enteraron del género gracias al ascenso de BTS, pero los sellos discográficos coreanos han estado buscando compositores europeos desde finales de la década de 1990, en una apuesta por conseguir el éxito mundial, sostuvo Michael Fuhr, un académico alemán que escribió un libro sobre el K-pop. “Estaban pensando en las producciones de Max Martin”, dijo, y agregó que los primeros compositores europeos de K-pop exitosos fueron en realidad finlandeses y noruegos, no suecos.

Hoy en día, compositores de muchas nacionalidades están intentando crear éxitos de K-pop, explicó Fuhr, atraídos, en parte, por el hecho de que los coreanos todavía compran CDs, por lo que hay una gran cantidad de dinero en juego. SM Entertainment, un conglomerado de entretenimiento coreano, afirma en su sitio web que trabaja con 864 compositores en todo el mundo, incluidos 451 por toda Europa y 210 en América del Norte.

Fuhr dijo que muchos éxitos del K-pop fueron escritos en “campamentos” de composición organizados por sellos discográficos o editoras que invitan a músicos de todo el mundo. Durante varios días, los compositores trabajan en equipos para crear canciones nuevas. (Por lo general, las canciones pop estadounidenses también se escriben de esta manera).

Carlebecker dijo en una entrevista en video que se había enganchado al K-pop cuando lo escuchó por primera vez, en 2016. Cuando era niña, dijo, amaba a las Spice Girls —“Tenía todos los afiches, todos los CDs”— por lo que el K-pop le fue familiar de inmediato, con su enorme cantidad de grupos de chicas y chicos en los que cada miembro tiene una personalidad única y bien definida.

Carlebecker comprendió de inmediato que las canciones de K-pop debían tener múltiples secciones para que cada miembro del grupo tuviera la oportunidad de brillar, dijo, ya sea que quieran rapear, cantar suavemente o desplegar su potencia vocal en un coro. Tener diferentes secciones brinda muchas más oportunidades para ser creativo que una canción típica del pop occidental, agregó.

“No hay reglas en el K-pop; puedes tener tres estribillos, uno tras otro si te apetece”, comentó Carlebecker. “Puedes ser loco y colorido, y eso es lo que más me atrajo”.

Carlebecker, quien está cubierta de tatuajes de pies a cabeza —una apariencia inusual para una estrella de K-pop— dijo que solo se sabía dos palabras en coreano: “annyeonghaseyo” (hola) y “gamsahabnida” (gracias).

Pero cuenta que eso no fue un obstáculo para la composición porque escribe en inglés,y luego los compositores coreanos agregan letras nuevas a sus melodías que suelen mantener algunas palabras en inglés para ayudar a que la canción se destaque.

En diversas entrevistas, Berg y Carlebecker han ofrecido múltiples teorías para explicar por qué los suecos producen canciones K-pop tan buenas, por ejemplo, citan la sólida tradición de composición de canciones de ese país y su sistema integral de educación musical. Suecia es fría, señaló Berg, lo que por lo general significa que “no hay nada mejor que hacer” que quedarse en casa y trabajar en la música.

Para algunos coreanos, la razón es bastante simple: los suecos escriben melodías que son tan pegadizas que los seguidores quieren cantarlas en conciertos de estadios repletos y en sus bares de karaoke.

En Suecia también están reconociendo a los compositores suecos de K-pop. En noviembre, Carlebecker fue nombrada “éxito internacional del año” en los premios anuales de composición de Suecia, superando a Max Martin (y a Moonshine). En los principales periódicos del país han aparecido artículos sobre los compositores, y Berg y Carlebecker han sido entrevistadas en los noticieros televisivos.

Sin embargo, Evers afirma que no todos comprenden cuán importante se está volviendo el K-pop para la industria musical sueca.

“Mi abuela todavía no entiende cómo me gano la vida”, dijo Evers. “No cree que sea algo real”.

© 2022 The New York Times Company