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Divino Niño está en su mejor momento, y su nuevo álbum es prueba

 (Kelsey Hart)
(Kelsey Hart)

Cuando les pido que describan su música durante una entrevista en el backstage del Primavera Sound Music Festival en Los Ángeles, los miembros de Divino Niño se toman su tiempo.

"Esto nos lo han preguntado varias veces", dice Javier Forero, vocalista y bajista de la banda. "Creo que para nosotros es como ecléctico, graffiti, messed up. Básicamente, como te sientes después de una noche de fiesta y apuestas en Las Vegas".

Divino Niño, que tiene raíces colombianas y de Chicago, acaba de debutar su segundo álbum, The Last Spa on Earth. Y, aunque la descripción de Forero parezca un poco abstracta, encapsula perfectamente el sonido de su nuevo proyecto.

"Ya no estábamos tocando música como banda porque no podíamos reunirnos durante la pandemia", dijo Camilo Medina, vocalista y guitarrista de la banda, sobre el proceso de creativo detrás del nuevo álbum. "Así que empezamos a crear ritmos por separado, y empezamos a experimentar mucho más con música electrónica. Luego lo juntamos todo, y a partir de ahí empezó a evolucionar".

La combinación es una amalgama de sonidos que empata perfectamente sus orígenes latinoamericanos con el sonido de la escena de Chicago con la que crecieron y que definió tan profundamente su anterior álbum, Foam. Fue la desconexión de esa escena, según la banda, lo que les impulsó a poder escribir su siguiente disco desde un ángulo tan fresco. El álbum también contiene más letras en español que sus proyectos anteriores, apoyado por el uso de beats de reggaetón.

"Es más relajado, ¿sabes? Mientras que, no sé, creo que en inglés a veces tengo que ser más calculado", dice Forero sobre la diferencia de escribir en español a inglés. "Creo que me siento un poco más libre [escribiendo en español]”.

Además de añadir su lengua materna y los sonidos latinoamericanos a su nuevo disco, la banda también se ha inspirado en su época en Colombia para realizar el proyecto. Para el video de "XO", por ejemplo, la banda se basó en su experiencia de haber sido criados en un ambiente religioso. Más concretamente, se basaron en la experiencia de Medina y Forero, quienes formaron parte de una secta cristiana desde los 12 hasta los 17 años.

"Siento que cuando alguien te dice lo que tienes que creer, te das cuenta de que tal vez deberías cuestionar esa situación y encontrar lo que realmente piensas", dice Medina.

De vuelta en el escenario Tecate Alta del festival, la banda prepara para ser uno de los primeros sets del día.

Apenas suben al escenario, el público rompe en aplausos, y ellos inmediatamente asumen sus posiciones: Medina, Forero y Guillermo Rodríguez-Torres, vocalista y guitarrista, uno al lado del otro en el frente; Justin Vittori "JV", el tecladista de la banda, un poco atrás a la derecha; y Pierce Codina, baterista, justo detrás de los vocalistas.

 (Miranda McDonald for Primavera Sound LA)
(Miranda McDonald for Primavera Sound LA)

Medina lleva gafas de sol rosas y sombra de ojos con escarcha; Forero lleva un atuendo inspirado en los 90, con gafas de sol oscuras y una camisa azul abierta; Rodríguez Torres lleva un bucket hat, y Codina una camiseta gráfica al estilo Kurt Cobain con una camisa abierta roja, mientras que, a la derecha, el pelo verde de JV y su atuendo con estampado de marihuana se encarga de no dejarlo pasar desapercibido.

Se ven sincronizados. Se ven poderosos. Exuden puro rock n’ roll.

"Toma trabajo", dice Medina sobre su presencia en el escenario. "Pero honestamente, se trata menos sobre algo que tienes que ensayar y sincronizar, y es más como, no sé, como tirar canicas en una colina. Se trata más de nosotros tratando de caer más natural, impulsados por la gravedad”.

"Es agradable para mí porque estoy sentado ligeramente detrás de ellos", bromea Codina. "Así que simplemente miro sus traseros todo el tiempo, y cuanto más veo sus traseros bailar, más empieza a bailar el mío".

Está claro que la banda disfruta del uno al otro tanto como de su música. Entre las interminables semanas de gira, las incontables horas en el estudio y los años de convivencia, reside una amistad muy genuina.

Cuando les pregunto acerca de su futuro, los chicos se ríen.

"Oh, probablemente nos separemos y nos convirtamos todos en disc-jockeys", dice JV. "Yo voy a fundir mi Grammy y convertirlo en un crucifijo", dice Rodríguez-Torres, provocándole risa a sus compañeros de banda.

Pero cuando se toman un momento, Forero reflexiona sobre el amor que se tienen.

“En el Jardín Botánico de Chicago vi todos esos bonsáis y pensé: ¿cuántos pu*os años hay que dedicar a esto para hacer un santuario así?”, dice Forero. “Yo diría que nuestro amor, el uno por el otro, es como un árbol de bonsái; porque tal vez te pincha ciertos días, pero amas ese árbol y te concentras en su continuación. Es como si todos estuviéramos trabajando en un solo cuadro, estamos constantemente [colaborando] en una sola pieza".