Disney World: cómo se vive el brote de coronavirus en los parques

Una fila cargada de personas acaloradas y molestas de ansiedad esperan para ingresar a la montaña rusa de Aerosmith que se encuentra dentro del parqueDisney Hollywood Studios en Orlando. El tiempo estimado que durará esa cercanía extrema es de dos horas. Miran el reloj, se tocan la cara para limpiarse el sudor y arrastran sus manos pegajosas por las barandas de metal a medida que avanzan.

Los barbijos no forman parte del patio de juegos de Mickey Mouse. Ni una sola de esas personas cubre su cara con la máscara blanca. Tampoco se perciben mensajes o cárteles de alerta sobre las precauciones y medidas preventivas a tomar ante el posible acecho del coronavirus.

En Estados Unidos ya hay al menos 1015 casos diagnosticados en 38 estados. Entre ellos está Florida con 23 infectados y 2 muertos. Pero Disney World, el lugar "más feliz del mundo", mágicamente sigue intacto.

Familias, jubilados, recién casados y amigos, se agrupan en las tiendas de regalos para probarse las distintas versiones de orejas de Mickey y bucear por el infinito merchandising de un sistema creado para la imaginación y el consumo. A la hora de pagar, un modesto alcohol en gel se asoma en la mesada. Se trata de un objeto que desencaja de ese mundo fantástico y obliga a pensar en las noticias. La gente lo aprovecha y se limpia las manos.

Desde Disney, Pamela Hymel, jefa de la oficina médica de la compañía, emitió un comunicado la semana pasada en el que confirmó que se implementaron medidas preventivas en línea con las recomendaciones de los organismos de salud oficiales. Por ejemplo, colocaron desinfectantes de manos adicionales en los parques e incrementaron la frecuencia de limpieza y desinfección.

"Ajustaremos nuestros protocolos a medida que la situación lo amerite y estamos en contacto con las agencias de salud para mayor información y lineamientos", afirmó Hymel.

Si bien los turistas parecen acompañar esa política, la paranoia espontánea toma protagonismo al pasar. Una entrenadora de softball femenino identificada por su camiseta, intenta alinear a sus jugadoras mientras espera en la fila. Pero su reclamo es interrumpido por un ataque de tos. Su cara se torna colorada y pierde el aire. Mientras recupera la postura, su primera reacción es mirar alrededor y decir: "Van a pensar que tengo coronavirus".

Su broma no cae bien. La gente se separa de forma disimulada. Pero ella lo nota y sonríe avergonzada. Una joven que parece menor de edad incluso se anima a exclamar irónicamente y con el ceño fruncido: "Muy graciosa la broma ja ja. No deberías haber dicho eso". La entrenadora pide disculpas.

A la hora de comprar la entrada, ninguna visita recibió guías sanitarias o preventivas por parte de la empresa. Al consultar, la mayoría de los turistas están allí bajo una premisa: "Es Disney, ellos no se arriesgarían a tener el parque abierto si supieran que hay peligro inminente de contagio".

El brote de coronavirus a nivel mundial realmente no se siente en estas hectáreas cargadas de risas y personajes ficticios. Quizás los parques de Disney estén protegidos por la magia de Mickey Mouse. O simplemente sea cuestión de tiempo hasta que una de las 52 millones de visitas anuales caiga en cuarentena.