Después de 4 años sin intervenciones militares estadounidenses, ¿ahora qué?

El rumbo que vaya a tomar la administración Biden se topará con la fisura que la marca estadounidense acaba de sufrir, la desaparición del panorama internacional por cuatro años y el ascenso de la fuerza militar china

FILE - In this Saturday, Oct. 26. 2019 file photo, a U.S. military vehicle drives south of the northeastern city of Qamishli, likely heading to the oil-rich Deir el-Zour area where there are oil fields, or possibly to another base nearby, as it passes by a poster showing Syrain President Bashar Aassad. President Donald Trump's decision to dispatch new U.S. forces to eastern Syria to secure oil fields is being criticized by some experts as ill-defined and ambiguous. But the residents of the area, one of the country's most remote and richest regions, hope the U.S. focus on eastern Syria would bring an economic boon and eliminate what remains of the Islamic State group. (AP Photo/Baderkhan Ahmad, File)

Un legado incómodo que le deja Trump a la cultura política estadounidense y mundial es su retiro de la actividad bélica. Aunque por razones distintas -la estructura ideológica de Trump apuntaba a no ocuparse de problemas que no fueran propios, como era el consenso de la política estadounidense a principios del siglo pasado-, un Estados Unidos con exiguas tropas en el exterior y bases militares que no están ya más en expansión, es paradójicamente la expresión más deseada por muchas corrientes progresistas que llevan décadas, si no medio siglo, exigiéndole a la fuerza militar de la primera potencia del mundo que no se crea el policía del orbe: que no interfiera a la fuerza en conflictos políticos y que no invada temporalmente países so pretexto de inculcar la democracia y un régimen de libertades.

A juzgar por el rol de Biden en el gobierno de Obama, podríamos pensar -y lo ha dicho ya- que el Presidente en estreno cree en el multilateralismo, la negociación, las sanciones y las gratificaciones. Pero, por una parte, es preciso recordar que si bien Biden representa la evolución más prístina del partido demócrata (del segregacionismo al integracionismo, de la élite a las causas sociales), también es cierto que su visión del mundo es hija de la guerra fría.

Adicionalmente, ¿qué tan desbalanceado puede quedar el mundo sin la presencia militar estadounidense? ¿Qué efectos tendría en la Otan, en países pequeños permanentemente amenazados por Rusia, China o fuerzas autoritarias emergentes como Turquía? ¿Qué ocurriría con países secuestrados y en emergencia humanitaria como Venezuela? ¿Será el mundo realmente mejor con un Estados Unidos militarmente eunuco? ¿O más indefenso? ¿O habrá una iniciativa de intervención no bélica que intentaría cambiar las cosas, como fueron los intentos en Irán y Cuba (abortado el primero, fallido el segundo)? Es una nueva era y está por verse.

Pendientes y dificultades

Algunos de los miembros del gabinete son personajes que han mostrado línea dura en el pasado de sus carreras. Lo cual no necesariamente quiere decir que con la administración Biden se reiniciará inmediatamente la carrera bélica. Pero, difícilmente, Estados Unidos permanecerá abstraído del equilibrio mundial como ocurrió en los cuatro años que recién acaban de culminar.

Regresar no será sencillo. El mundo no es el mismo, luego de cuatro años de ausentismo. La autoridad moral estadounidense está menguada y los balances de poder militar han cambiado.

Por lo pronto, el nominado como Secretario de Estado por Joe Biden, Antony Blinken, de inclinación intervencionista, ha prometido abandonar la diplomacia unilateral de la administración Trump, retomar esfuerzos colectivos con los aliados tradicionales de Estados Unidos y, además, cortar los coqueteos con ciertos autoritarismos en los que el ex mandatario habría dado ciertos pasos.

Irán y Venezuela son dos materias urgentes para esta administración, entre muchos otros pendientes, como Rusia, Corea del Norte, Turquía y el tratamiento a China.

Pero no será una tarea fácil ni simple. Aunque parezca exagerado, la era Trump ha dejado al Estados Unidos aislado y a muchos hablando de la "era postestadounidense", una percepción que se pronunció dramáticamente con los hechos del 6 de enero.

"Pasará mucho tiempo antes de que podamos defender de manera creíble el Estado de derecho en el extranjero", dijo el ex-diplomático Richard Hass, luego de la toma del Congreso

El ascenso de China

Tome el rumbo que tome la administración Biden para originar un nuevo rumbo de su presencia internacional, fuerza militar incluida, el panorama que los espera no es el mismo.

Estados Unidos no sólo ha roto con relaciones y alianzas tradicionales, sino que trastocó los más mínimos modales diplomáticos y dejó muy dañada la imagen norteamericana. Y, como si fuera poco, la escalofriante y desquiciada escalada que el 6 de enero irrumpió en el Parlamento, laceró el modelo moral de sociedad democrática con que hasta ahora Estados Unidos iba repartiendo conseja por el mundo sobre la libertad y su incuestionabilidad.

TOPSHOT - This photo taken on January 4, 2021 shows Chinese People's Liberation Army (PLA) soldiers assembling during military training at Pamir Mountains in Kashgar, northwestern China's Xinjiang region. (Photo by STR / AFP) / China OUT (Photo by STR/AFP via Getty Images)

Por otra parte, el balance militar del mundo ya no es el mismo. Es cierto que el poderío ruso hace mucho que no representa mayor amenaza real y, por el contrario, detrás de la fachada propagandista de Putin, en realidad hay una sociedad que dista de ser económicamente portentosa, lo cual es siempre un talón de Aquiles para la robustez de la industria armamentística.

No es el caso de China, que precisamente con su imparable crecimiento económico (paradójica e irónicamente, fue la única nación de proporciones importantes que creció económicamente en 2020, cuando la economía mundial fue afectada por la pandemia), ha dejado de basar su poderío en un ejército cuantioso.

Según un informe del Centro de Estudio de Estados Unidos de la Universidad de Sidney, en Australia, Estados Unidos ya no goza de primacía militar en la región Indo-Pacífico, por ejemplo.

Más allá del poder nuclear y del "poder blando" (alianzas y relaciones mundiales), el extraordinario arsenal de misiles de Pekín amenaza la presencia en las bases militares estadounidenses en esa región. Y algunas fuentes del Pentágono han confirmado que el gobierno chino se concentra ahora en investigación y desarrollo de armamentos. Por lo que muchos analistas consideran que, en el futuro, China tendrá suficiente poder para "disuadir" a Estados Unidos en cualquier confrontación, visto el clima de conflicto que se puso de relieve en la Trump.

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