Descubren que los "amantes de Pompeya" eran dos hombres

Los amantes de Pompeya son dos figuras petrificadas bajo la lava y la ceniza que salieron del Monte Vesubio en el año 79 después de Cristo. Estos restos fueron descubiertos hace 100 años y fueron bautizados de esta romántica forma por la postura en la que fueron encontrados: el uno protegiéndose al otro.

En un primer momento se creyó que eran un hombre y una mujer, pero más tarde la comunidad científica dictaminó que eran dos mujeres. Pero ahora, una nueva revisión ha dado un nuevo dictamen: se trata de dos hombres.

Los amantes de Pompeya (Wikimedia Commons)
Los amantes de Pompeya (Wikimedia Commons)

El grupo de investigadores, liderado por el profesor Stefano Vanacore, ha analizado los restos mediante pruebas de ADN y también les ha realizado un TAC (tomografía axial computarizada). Gracias a estas pruebas no solo se ha determinado su sexo, sino también su grado de parentesco: los dos individuos no son parientes, ni hermanos, ni padre e hijo. Las últimas investigaciones han señalado que los dos hombres murieron con edades comprendidas entre los 18 y los 20 años.

Este hallazgo ha hecho que varios medios italianos hablen de ‘un abrazo gay’ entre los dos hombres. Preguntado sobre esta posibilidad, Massimo Osanna, superintendente de Pompeya y máximo responsable científico de la histórica zona, ha asegurado que no se puede afirmar tal cosa con exactitud, pero que debido a la postura en la que han quedado postrados para la eternidad “ciertamente se puede plantear la hipótesis, aunque es difícil tener la seguridad”.

Los cuerpos de los dos jóvenes no han quedado preservados a lo largo de los años, sino que son el resultado de un genial método inventado por el arqueólogo Giuseppe Fiorelli en 1858. Fiorelli descubrió en los restos de Pompeya una serie de huecos entre la lava petrificada y pensó con acierto que en ellos debía haber estado los cadáveres de los ciudadanos que quedaron atrapados por la explosión. El científico rellenó dichos huecos con yeso líquido, que al endurecerse tomaba la misma forma que los cadáveres, creándose así moldes casi perfectos.

En el caso de los amantes de Pompeya, los investigadores del siglo XXI encontraron restos óseos que pudieron analizar.