La derecha no gobernará si hay otras elecciones generales. Al menos, por ahora

Estos días se ha escrito mucho sobre la investidura fallida de Pedro Sánchez. Se especula con una segunda investidura en septiembre si Sánchez –el único candidato con posibilidades reales de ser presidente—es capaz de recabar los apoyos necesarios, o, por el contrario, terminaríamos con una repetición electoral en noviembre.

En las últimas semanas he estado analizando las encuestas para tratar de entender que ocurriría en un hipotético adelanto electoral. He revisado los errores de las encuestas tempranas y he actualizado las estimaciones de mi modelo.

Según este modelo, el bloque de la izquierda (PSOE+UP+ex-confluencias) obtendría el 44,8% de votos y 172 escaños y el bloque de la derecha (PP+C’s+Vox+NA+) el 41,4% y 145 escaños.

Además, el error de las encuestas a más de 100 días de las elecciones (104 son los días que quedan hasta el 10 de noviembre) es de 2,4 puntos por partido, según mi base de datos. Esto significa que son habituales desviaciones de 5 puntos porcentuales por partido, lo que supone una desviación aún mayor si lo consideramos por bloques.

Es complicado predecir unas elecciones –más si ni siquiera están convocadas—y, como es lógico, hay muchas preguntas aún sin respuesta:

¿Cómo afectaría al bloque de la izquierda un adelanto electoral? ¿Qué ocurriría si bajara la participación como en 2016? ¿Podría la derecha sumar mayoría absoluta?

Para responder a estas preguntas, he calculado los escaños que obtendría cada bloque suponiendo que la izquierda consiguiera el 53% de los votos respecto al 33% de la derecha, para, después, ir variando –0,1% en cada etapa—esos porcentajes hasta invertir completamente los equilibrios (izquierda 33%, derecha 53%).

Dicho esto, y para simplificar el análisis, partiré de dos premisas:

1. Los partidos nacionalistas, regionalistas y los partidos pequeños repetirían los resultados. Esto ayuda a simplificar notablemente el análisis, pero sigue teniendo sentido, ya que, desde las elecciones generales de 2015 –tras la irrupción de los nuevos actores políticos—estos partidos han promediado sobre el 13~14% de los votos a nivel estatal. Este valor se mantendrá constante.

2. Equilibrio de los porcentajes intra-bloques. También se mantiene constante los equilibrios entre partidos dentro de cada bloque. En el bloque de la izquierda, el PSOE mantendrá el 70% de los votos, respecto al 30% de UP. En el bloque de la derecha, en cambio, el PP tendrá el 43%, C’s un 37% y VOX un 20%.

(Según se vayan publicando más encuestas durante las próximas semanas, estos equilibrios se podrían alterar y variaría el número de escaños de los bloques)

Proyección de la diferencia de escaños entre bloques
Proyección de la diferencia de escaños entre bloques

Según el estudio realizado, una victoria del bloque de derechas es una opción poco probable. La actual fragmentación de la derecha en tres partidos grandes a nivel estatal les perjudica notablemente.

De hecho, con el promedio de encuestas actual, donde la izquierda supera a la derecha por el 3,4% de los votos (I+3,4), las fuerzas progresistas obtendrían 27 escaños más que las fuerzas liberal-conservadoras.

Si nos fijamos en posibles mayorías, la izquierda podría sumar más de 178 escaños si consiguiese I+5,4, es decir, si superara a la derecha en más de 5,4% de los votos. Una mayoría absoluta del bloque conformado por PP, C’s y Vox, en cambio, necesitaría D+1 –una ventaja mucho más amplia.

Así, por ejemplo, en un escenario remoto (posible en el marco teórico, imposible en la realidad actual) de I+20, la izquierda obtendría 106 escaños más que la derecha. Si invertimos ese escenario, es decir, D+20, la derecha superaría en 77 escaños a la izquierda.

En la siguiente tabla se sintetizan las diferencias de escaños entre bloques, dependiendo del porcentaje de voto relativo entre la izquierda y la derecha.

%Voto relativo entre bloques, estimación de escaños, diferencia neta
%Voto relativo entre bloques, estimación de escaños, diferencia neta

Qué nos enseñó 2016

Las elecciones de 2015, tras la aparición de nuevos partidos, dejaron un equilibrio político (en porcentaje de voto) de I+3,8. A pesar de la victoria de la izquierda en el voto popular, la derecha consiguió sumar 2 escaños más.

En la repetición electoral de 2016, la participación cayó más del 3% y la derecha aventajó a la izquierda en D+2,8 y 13 escaños. La abstención de una parte del voto progresista declinó el equilibrio político hacia la derecha, cambiando más de 6,6% del voto popular en apenas medio año.

Si ese escenario volviera a producirse por segunda vez –es decir, si consiguiesen un D+2,8 en noviembre—el bloque de la derecha conseguiría el mismo número de escaños que el bloque de la izquierda: 158.

La situación sería parecida a la actual. Un posible gobierno progresista necesitaría el apoyo de las fuerzas independentistas y con la sentencia del procés ya dictada, el apoyo de ERC sería mucho más complicada.

Sí que sumaría, en todo caso, una alianza entre el PSOE y C’s, que, dada la excepcionalidad –y la presión que ejercen los grandes medios y corporaciones—, podría acabar produciéndose, a pesar del veto de Rivera a Sánchez.

Pero actualmente, no nos encontramos en esa tesitura. Las encuestas publicadas abogan, de media, por I+3,9. Esto supone una ventaja de la izquierda sobre la derecha de 29 escaños, que les bastaría con 3 escaños más para superar la mayoría absoluta.

Así, la derecha necesitaría remontar 7,1% para obtener 1 escaño más que la izquierda y 16% para poder sumar mayoría absoluta.

Más allá de los bloques hay que tener en cuenta la presencia de los partidos pequeños, donde la derecha no tiene muchos potenciales socios.

Es verdad que las encuestas publicadas tras la primera investidura dejan entrever que las tendencias empiezan a cambiar y que la estimación de voto cada vez está más cerca del empate técnico.

Pero por ahora, la derecha necesitaría superar a la izquierda en más de 5% de los votos para poder tener posibilidades de gobernar, y ese escenario no parece estar cerca.