La sociedad de la nieve: Felipe Otaño es nieto de un ex capitán de los Pumas, entró a la película por Instagram y cuenta detalles de la filmación
El sábado 21 de octubre de 1972, el seleccionado argentino de rugby se enfrentaba con el combinado sudafricano Gazelles en la cancha de Ferro. Era la primera vez en once años que Aitor Otaño, el capitán original de los Pumas, no formaba parte del equipo. Un año antes, en Sudáfrica, ante el mismo combinado, había perdido la titularidad en la segunda línea a manos de José Javier “Tito” Fernández. Desde 1968, el capitán ya era Héctor “Pochola” Silva. Sin embargo, el 9 de septiembre de 1971, Aitor volvió formar parte del XV con la camiseta celeste y blanca. Ése fue su último partido internacional: en Ferro, contra Oxford Cambridge, con una victoria por 6-3, gracias a un try de Hugo Nicola y un drop de Tommy Harris-Smith.
Aquel octubre de 1972 estuvo marcado por un episodio que impactó al mundo y, especialmente, al rugby. El 13, un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya –el 571– que transportaba a 40 pasajeros, entre ellos, 19 miembros del equipo de rugby Old Christians que iban de gira a Santiago, Chile, y cinco tripulantes, se había estrellado en la Cordillera de los Andes. Dos días después del partido Pumas vs. Gazelles, el 23, la búsqueda de sobrevivientes fue suspendida. Daban a todos por muertos. La historia que vino luego es conocida: el 23 de diciembre de ese año, 71 días más tarde, rescataron a los 16 que lograron sortear todas las dificultades que uno puede imaginar, en pos de mantenerse vivos. Se sigue conociéndolo como “El Milagro de los Andes”. Hoy, 51 años después, la magnífica película La sociedad de la nieve renombra a esa catástrofe transformada en un hecho histórico. Felipe Otaño, el nieto de Aitor, es uno de los actores que participan en el filme. Es el que interpreta a Carlitos Páez Vilaró.
En octubre de 1972, Soledad, la hija mayor de Aitor e Isabel, ya había cumplido 6 años (”soy producto de la gira del ’65. Mamá y papá se casaron en noviembre de ese año”, ríe). Ella es la madre de Felipe. Cuando su hijo, rondando los 13 años, empezó a insinuar que su vocación era la actuación, ella le dijo: “Tenés que leer este libro”. El libro era La sociedad de la nieve, escrito por el uruguayo Pablo Vierci en 2008 y en el cual está basada la película que en apenas una semana tuvo 2,2 millones de visualizaciones en Netflix.
“Tengo recuerdos muy borrosos de mi abuelo, pero todos me hablan de él y muchos de los sobrevivientes sabían quién era”, dice para LA NACION Felipe, que nació el 19 de septiembre de 2000. Aitor partió el 30 de marzo de 2005. De todos modos, este antecedente no influyó ni en lo mínimo en su elección para el filme. “Apliqué a partir de un mensaje que puso una amiga mía en Instagram y en el cual se anunciaba un casting para una película”. Lo eligieron entre más de dos mil postulantes.
Felipe estudia diseño de imagen y sonido en la Universidad de Buenos Aires. Estudió teatro en Martínez, localidad en la cual vive. Y su primer trabajo visible fue en la serie Cuéntame cómo pasó, que se emitió en la TV Pública durante 2017. También allí llegó por un mensaje en Instagram. Hoy, sus cuentas de redes sociales están invadidas por mensajes de felicitaciones y todo tipo de halagos por su participación en La sociedad de la nieve. “Estuvimos filmando más de un año. La mayor parte fue en Sierra Nevada, Granada, y también en Barcelona y en Madrid. Además, fuimos un par de semanas a Uruguay a conocer a los sobrevivientes y a las familias de los que murieron. Esto último fue muy importante a la hora de componer los personajes”.
El apellido de Felipe de parte de su padre es Gónzalez. “Como «Felipe González» [nombre de un ex presidente del gobierno español] podía generar algunas controversias en España. [Juan Antonio] Bayona, el director, me pidió que me dejase «Otaño» solamente”.
El rugby está omnipresente en la vida de Felipe. El primer eslabón es su abuelo Aitor, que durante una década y media representó a Pucará. Su padre, Patricio, jugó en Obras Sanitarias. Sus tíos, Aitorcito y Ramiro, lo hicieron en Belgrano Athletic, y sus primos, hijos de Ramiro, actúan en Newman. “En esta familia no hay dos generaciones jugando en el mismo club”. Felipe, por su parte, vistió la camiseta del CASI hasta los 15 años. “Al vivir en Martínez había que elegir un club en San Isidro, entre el CASI y el SIC. Terminé en el CASI a través de una amiga de mamá y también por Tati Phelan”, señala.
Tráiler de la película
En la película del español Bayona, que tiene puntos altísimos en la fotografía, la música, el guión, la dirección y las actuaciones, y que es una de las candidatas al Oscar a la mejor película de habla no inglesa –aunque quizás a ese premio se lo lleve la francesa Anatomía de una caída, que el domingo ganó en los premios Globo de Oro–, también trabaja Agustín Della Corte, que jugó por el seleccionado uruguayo de rugby en el Mundial Japón 2019. Su papel es el de Antonio “Tintín” Vizintín.
Aunque no está explícitamente mencionado, La sociedad de la nieve tiene un fuerte mensaje sobre el sentido colectivo que tienen los deportes jugados por equipo, en este caso, el rugby. Si los sobrevivientes consiguieron afrontar y sobrellevar tantas adversidades y dilemas lo hicieron, además de por su buen estado físico, porque se mantuvieron unidos y tiraron todos hacia el mismo lado. “La norma era no quejarse”, ha dicho Gustavo Zerbino, uno de los 16 y que aún hoy sigue fuertemente ligado al rugby. Ni el individualismo ni la meritocracia que tanto son pregonados desde ciertos sectores del poder. Es más: la película comienza con una secuencia muy clara al respecto. De un scrum en el que empujan todos, la pelota sale y llega a Roberto Canessa, que empieza a correr y no atiende los gritos de un compañero –en este caso, Nando Parrado– que le pide “pasala, pasala”, hasta que es tackleado y pierde la posesión. En el vestuario le recriminan esa acción individualista y Canessa se defiende entre risas: “Pero el año pasado salimos campeones gracias a mí...”.
Lo real es que Canessa era el crack de ese equipo que viajaba a Santiago. Y siguió siéndolo. Es en 1980 cuando vuelve a cruzarse Aitor Otaño en esta historia. Sudáfrica, todavía aislada por el boicot en sus tiempos de apartheid, necesitaba competencia para sus Springboks y tenía a la UAR como aliada. Como los Pumas no podían viajar porque Argentina se adhería al boicot internacional, se invitó a un combinado a viajar y enfrentarse con los Boks: Sudamérica XV, también llamado ese año “Jaguares”, igual que como se denominó luego a la franquicia que jugó el Súper Rugby. El plantel, compuesto básicamente por los Pumas y capitaneado por Hugo Porta, contaba con 22 argentinos, un chileno, un paraguayo, un brasileño y un uruguayo, el wing Canessa. Los entrenadores, Luis Gradin y Otaño, eran Pumas del ’65.
“Canessa se acuerda perfectamente de mi abuelo. Me habló de él y me marcó especialmente algunos ejercicios que le hizo hacer en ese seleccionado”, cuenta Felipe, un chico encantador.
En octubre de 1971, exactamente un año antes de la caída del avión en la cordillera, en Montevideo se desarrolló el Sudamericano de rugby. En ese torneo debutó Porta en los Pumas. Argentina (55) y Uruguay (6) protagonizaron la final el 17 en Carrasco Polo Club. Canessa jugó de wing.
Ese día tuvo enfrente a un joven como él que pintaba para crack: Marcelo Rodríguez Jurado, que anotó tres tries y fue la gran figura del partido. En la madrugada del 1 de enero de 1972, Marcelo, el hermano menor del Puma Arturo, murió en un accidente automovilístico. A fin de ese mismo año, la vida le dio a Canessa otra oportunidad. El destino tiene estas cosas.