Una peregrinación azul y oro rumbo a Río de Janeiro
Buenos Aires, 1 nov (EFE).- Como bien se encarga de recordar la cuenta atrás instalada en las redes sociales de Boca Juniors, sólo tres días le separan de su ansiada cita en Río de Janeiro, la final de la Copa Libertadores ante el Fluminense brasileño, y los aficionados boquenses emprendieron una peregrinación azul y oro.
Para los hinchas de Boca, el partido no es cualquier final, ya que el conjunto de La Ribera tiene la posibilidad de ganar su séptima Libertadores, y con ello igualar el récord que posee el también argentino Independiente de Avellaneda desde 1984, hito por el que es apodado como el 'Rey de Copas'.
"Esperemos que Boca gane. Es la ilusión de los hinchas desde hace años", comenta a EFE Matías, un seguidor bostero que hoy emprende su viaje y que apela al sentimiento compartido por muchos aficionados: borrar el pésimo recuerdo de su última final, la de 2018, cuando cayó ante el eterno rival, River Plate, y repetir el último triunfo, que data de 2007.
El objetivo de la Séptima es una obsesión desde que ganaron la sexta, con jugadores como Martín Palermo o Juan Román Riquelme -hoy vicepresidente del club- en sus filas; y sobre todo, tras las dos finales perdidas antes el Corinthians brasileño en 2012 y la citada frente a River, que debió decidirse en Madrid.
Y el Aeroparque Jorge Newbery, de Buenos Aires, que opera vuelos nacionales y regionales (entre ellos a Brasil), se tiñe este miércoles de azul y oro rumbo a la final de la Libertadores.
"La tenemos que ganar porque hace rato que la venimos peleando", explica Guido, un joven forofo.
La movilización pretende ser gigantesca, con números que podrían alcanzar entre 100.000 y 150.000 boquenses en la urbe brasileña, según calcula la cónsul argentina en Río, Ana Emilia Sarrabayrouse, y de ellos 90.000 ya tienen comprado billete de autobús o avión, confirmaron a EFE fuentes de la Cancillería brasileña.
Muchos como Emiliano confían en que esto les hace únicos en el continente. "Somos el movimiento popular más grande de Argentina, vamos a ocupar Rio, con o sin entrada, el hincha viaja porque es así", declara.
Y es que esta pasión desmedida ha provocado que otros jóvenes aficionados como Pablo y su grupo de amigos vayan sin entrada, y que aunque esperan conseguirla, si no es así, lo vivirán "donde se pueda".
Emiliano expone que muchos de ellos dejaron atrás muchas cosas, como el trabajo o la familia: todo por la pasión y por la gloria que sienten de poder alcanzar la 'Gloria Eterna' en Río de Janeiro.
Además, muchas de estas travesías serán una verdadera odisea para los 'xeneizes', con seguidores que viajan a Iguazú, en la frontera con Brasil, o quienes emprenden el interminable viaje entre Buenos Aires y Río de Janeiro, 35 horas en automóvil.
Otros como Guido optan por el avión, que tampoco deja de ser tediosa. "Somos siete amigos y viajamos a San Pablo (Sao Paulo), hacemos escala de ocho nueve horas y después vamos para Rio", dice.
Sobre cómo festejarían esa anhelada copa, hay forofos que pretenden cometer locuras si consiguen ganar la final. "Festejaremos arriba del Cristo Redentor", declara Pablo entre risas acerca de una de las atracciones turísticas más famosas de Río.
Otros, como Matías, incluso dice que no saben si volverán a Argentina si los de Jorge Almirón levantan el trofeo este sábado.
Unos cuántos se atreven a dar un pronóstico del partido, aunque el conjunto coincide en que tiene que ganar sí o sí. "Como sea, ponemos el escudo de Boca en la cancha y ya ganamos", afirma un hincha.
Y es que si algo queda demostrado con esta marabunta azul y dorada que pretende conquistar el histórico Maracaná es que los colores del equipo significan mucho en su día a día.
Guido, por ejemplo, comenta que es un estilo de vida porque durante la semana piensa en Boca, llega el fin de semana y piensa en Boca de nuevo. Emiliano, por su parte, defiende que es algo que le sirve para olvidar sus males, y que le ayuda a seguir adelante.
"Cuando tienes un problema de laburo, familiar, económico o lo que fuere es llegar el domingo, vas a la cancha y sabes que son ocho o diez horas donde vas a desconectar", declara.
Esperanzados, emocionados, ilusionados... todos ellos con la fe teñida de azul y oro soñando con que su equipo, esta vez sí, logre la Séptima.
Rafa Sanz del Río
(c) Agencia EFE