Iga Swiatek: la niña que lloraba cuando fallaba un revés y que se convirtió en una gran campeona, la reina de Nueva York
El planeta del tenis está a los pies de Carlos Alcaraz, el joven maravilla de 19 años. Lo bien que hace: es un joven extraordinario, que mezcla cabeza y talento en dosis parecidas, que recuerda los primeros almanaques de Rafael Nadal, más que nunca en la hora del crepúsculo.
Debería, el mundo de las raquetas, tomar nota de la grandeza del otro lado del mostrador, en el núcleo del circuito femenino, porque hay una pequeña gran guerrera con destellos parecidos. Ya es número 1, ya es una gran campeona. Y apenas tiene dos años más: Iga Swiatek es una chica común. Una de tantas, cuando camina por las calles de la Gran Manzana. Cuando ingresa en el court, sin embargo, se transforma en una fuera de serie. Es la nueva reina de Nueva York, al superar este sábado a Ons Jabeur, la Ministra de la Felicidad de Túnez (por la magia que representa para el mundo árabe, por las barreras que derribó) por 6-2 y 7-6 (7-5).
Arrojó la raqueta, miró al cielo, recostada, y no paró de llorar. De alegría, esta vez. Saludó a sus seres queridos, aplaudió al público y se abrazó con su gran competidora, que pasó del otro lado de la red en un gesto deportivo ejemplar.
Corona, ahora mismo, un 2022 fantástico, en el que ya consiguió siete títulos: Doha, Indian Wells, Miami, Stuttgart, Roma y Roland Garros. Todo, todo, con apenas 21 años. Años atrás, la pequeña Iga recordaba su infancia, cuando se largaba a llorar, una angustia mayúscula, sin contención, cuando fallaba un revés. Una doble falta, una volea en la red. Tomaba nota de todo aquello en estos días, cuando luego de un par de imágenes negativas salió adelante con clase y personalidad. “Intenté usar ese tiempo para saber qué tenía que cambiar. Recuerdo que cuando era pequeña lo que hacía en esos momentos era llorar, pero ahora puedo buscar soluciones y las conseguí”, cuenta Swiatek, que se convirtió meses atrás en un torbellino dentro de los courts y rápidamente se colocó como una seria amenaza para la estupenda líder del ranking, la australiana Ashleigh Barty, una creativa que rompió la abúlica estructura del tenis moderno físico y de tiros planos.
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— US Open Tennis (@usopen) September 10, 2022
En marzo, la polaca ganó Indian Wells y saltó al número 2, lista para dar el zarpazo final. Sin embargo, el N°1 le llegó antes de lo que esperaba: el sorpresivo anuncio de retiro de Barty, a los 25 años, la posicionó arriba de todas, a partir del 4 de abril. Muy lejos de quedarle grande el sillón, asumió el compromiso con madurez, siguió alimentando su historia, volvió a coronarse en Roland Garros y logró una impactante racha de 37 triunfos consecutivos, la más larga en el circuito en 32 temporadas.
Diestra, de 1,76 metro, hábil, con revés de dos manos y derecha virtuosa, el tenis de Swiatek seduce en voz baja, lejos de estridencias, pero con un poder soberbio dentro del court. Es tímida y en nada se parece a Serena Williams. La despedida de la norteamericana, la semana pasada en Nueva York, reabrió las huellas de un territorio volátil, sin una clara dominadora, a diferencia de la tiranía que ejerció el ‘Big 3′ (Federer, Nadal, Djokovic). Naomi Osaka, detrás de Barty, con cuatro títulos grandes, se mantuvo en la excelencia de a ráfagas, pero no logra salir de su laberinto emocional.
Bajó el ritmo la polaca, con una inesperada eliminación en la tercera rueda de Wimbledon, lo que le permitió llegar al US Open con un perfil más bajo. Con Serena eclipsando el mundo durante la primera semana, la jugadora de Varsovia se sentía cómoda sin los reflectores y contenía las expectativas en cada declaración. ”Vine a hacer el mejor resultado posible, pero no esperaba esto”, dijo. Hace dos semanas, poco antes de que comenzara el torneo, Swiatek publicó orgullosa en las redes sociales una foto en la que aparecía junto a Williams, campeona de 23 Grand Slam. ”Finalmente encontré el valor” (de hablarle), escribió la polaca.
Tampoco se compara con alguna referente de los tiempos dorados del tenis femenino como Steffi Graf, Martina Navratilova, Mónica Seles o Gaby Sabatini, entre tantas otras. Algo es indudable: en un tour que a veces es señalado por la inestabilidad de sus protagonistas, Swiatek es distinta.
No hubo equivalencias en el primer parcial de la final. No hubo espacio para la emoción, ni siquiera para el suspenso mayúsculo, más allá de cierta tensión en el tramo final. Iga se impuso en todas las facetas del juego. Talento, destrezas, personalidad. Aún cuando pareció perdida, volvió más fuerte. Ya no llora cuando algo no le sale. Busca soluciones. Y las consigue con un nivel de campeona mundial de tenis.
En tiempos de cambios en la monarquía británica, Iga es la nueva reina de Nueva York.