Denise Dresser, la opinadora que se convirtió en la enemiga favorita de quienes antes la respetaban
Denise Dresser fue echada de la marcha en conmemoración del 2 de octubre. En los videos difundidos, se puede ver que un grupo de personas le exige a la politóloga y activista que se retire. "¿Te vienes a burlar de nuestra lucha? ¿Vienes con una mantita?", fueron algunas de las palabras en contra de la académica. Predeciblemente, un maremoto invadió la conversación en las redes sociales.
Horas más tarde, Dresser relató en Twitter y en su columna de Reforma que fue protegida por integrantes de Amnistía Internacional y el Colectivo "Hasta encontrarte". Recordó, también, que ella ha formado parte de las protestas públicas desde hace mucho tiempo y recalcó que a nadie se le puede negar el derecho a expresarse. Por otro lado, Aarón Pineda, simpatizante de Morena y estudiante de la Facultad de Ciencia Políticas de la UNAM, se adjudicó, desde el principio, un rol protagónico en la agresión en contra de Denise.
Esto pasa cuando la derecha se trata de colgar de nuestras causas.
¡Fuera su agenda golpista @DeniseDresserG!#2DeOctubreNoSeOlvida pic.twitter.com/5KeqrjX44s— Alejandro Torres 🔻 (@AleAtorres01) October 2, 2022
Como se puede ver, la dichosa polarización del país ha excedido desde hace mucho las paredes digitales. Y ese era el riesgo desde el principio en un clima propicio para la guerra de dos bandos radicalizados. En cuestión de cuatro o cinco años, Dresser pasó de ser respetada y elogiada por la comunidad afín al lopezobradorismo a ser repudiada a niveles insólitos. Bastaría un poco de sentido común y tantito más de congruencia para entender que, precisamente, un día como el 2 de octubre sirve para reflejar la pluralidad de ideas que debe prevalecer en toda sociedad democrática.
Pero quienes echaron a la analista no lo entienden de esa forma. Al final, como puede saber cualquiera que haya tenido contacto con cualquier aspirante a político, no hay nada más efectivo para garantizar un hueso que la estridencia y la intolerancia disfrazada de convicción. La fórmula infalible que ha alcanzado su clímax en los últimos años. Se puede estar o no de acuerdo con Dresser y sus puntos de vista, pero eso no significa que haya que cancelar su voz ni su derecho a disentir. Justamente eso, disentir con el gobierno actual, es lo que más factura le ha pasado.
Denise Dresser lleva años yendo a manifestaciones por periodistas, por aborto libre, anti militarización, feminicidios, Ayorzinapa, etc.
Puedes estar de acuerdo o no con ella, te puede caer bien o no, pero creer que la plaza es tuya y negarse al diálogo es mezquino.— Eréndira Derbez (@erederbez) October 2, 2022
También es cierto que Dresser pertenece a un grupo privilegiado, a nivel mediático y académico, y que sus afinidades continuas con personajes cuestionables ponen en entredicho su multicitada actitud crítica hacia todo tipo de poder —justamente ese es uno los reclamos más recurrentes que recibe—. Luego habría que recordar, como muchos lo hicieron, que también ha alzado la voz en diversos momentos críticos del país, sin importar de qué color se tratara. Al final, para hallar cualquier respuesta, hay que acudir a los olvidados grises y puntos medios.
La incongruencia de quienes corrieron a Dresser no podría ser más grande: les molesta más su presencia en el Zócalo que la decidida militarización del país emprendida desde el púlpito presidencial. Lo peor es que, en el colmo de la incongruencia, esa censura se confunde con rebeldía. Como bien lo definió el periodista Alejandro Castro: la actitud intolerante proviene de jóvenes privilegiados de la Ciudad que, de un momento a otro, se han sentido con la potestad de adueñarse de la calle y de la memoria política del país.
No sé, pero me consta que @DeniseDresserG anduvo en marchas; acá en las protestas antiPeña en 2012, ahí le "disparé" esta foto. En la vida he visto a otro articulista en las calles, salvo por los moneros, pero esa es una anécdota para otro momento. pic.twitter.com/yr8SlLvsMt
— Rodrigo Hernández López (@lopezperiodista) October 2, 2022
El precedente podría ser incluso más peligroso de lo que se piensa: en el futuro inmediato, los radicales podrán decir que el espacio público es suyo y nadie podrá osar hacer uso de él sino demuestra su fidelidad recalcitrante a lo que ellos, dueños de la verdad, definan como el mandato innegociable de turno. Mientras tanto, seguirán diciendo que tienen el corazón a la izquierda y que es tiempo de definirse, porque eso es lo que han escuchado y lo que les conviene reproducir. El dogmatismo es tan grande que ni siquiera reparan en la gravedad de lo que hacen o defienden. Montados en un ladrillo y con el hueso hipnotizándolos, son capaces de hacer que el 2 de octubre se trate sobre Denise Dresser.
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