El curioso caso de la pared demoníaca de la iglesia de Sauherad

Vista exterior de la iglesia de Sauherad, Noruega. (Imagen creative commons vista en Viquipedia).
Vista exterior de la iglesia de Sauherad, Noruega. (Imagen creative commons vista en Viquipedia).

La alucinante historia de la “demonveggen” (pared demoníaca en noruego) podría haber surgido de la retorcida imaginación de Lovecraft, o bien formar parte del guion de la próxima entrega de la serie cinematográfica “Expediente Warren”. Sin embargo, aunque cueste creerlo esta porción de muro es tozudamente real y sigue ahí, a la vista de cualquiera que repare en sus extrañas, caóticas y diminutas figuras infernales, lo cual por cierto no es sencillo.

Situada en el lateral de un arco de piedra, en el interior de una antigua iglesia del siglo XII que se alza en el pequeño pueblo de Sauherad, a unos 100 kilómetros al sudoeste de Oslo, existe un universo en miniatura de demonios y animales extraños que se amontonan los unos sobre los otros, enmarañados en una especie de caos. Cuesta creer que un lugar sacralizado exista una colección infinita de criaturas satánicas.

El mural, ocupa un tramo de pared arqueada en el presbiterio y se encuentra a unos tres metros y medio del suelo. La escala de las figuritas es tan fina, que cuando una persona se para debajo y alza la vista apenas aprecia una nube de suciedad gris sobre la pared. Por tanto, sin un andamio e instrumentos de aumento e iluminación, es imposible que un visitante pueda apreciar los detalles.

La historia de cómo llegó a haber una obra tan perturbadora en el interior de una iglesia construida en el 1150 es tan curiosa como la propia obra pictórica, ya que el autor de la misma se trasladó a Sauherad en la década de 1940 con un cometido completamente opuesto al que realizó: restaurar una obra de 300 años de antigüedad.

Se llamaba Gerhard Gotaas, y en aquel tiempo era uno de los conservadores de arte más reconocidos de toda Noruega. Autor de varias restauraciones de arte medieval en su país natal, se desconoce qué pudo sucederle cuando llegó a Sauherad con la misión de recuperar unas pinturas del siglo XVII. Al contrario de lo visto en la penosa restauración del Ecce Homo de Borja, a cargo de una ama de casa jubilada devota pero carente de habilidades, el afamado restaurador Gotaas tenía aptitudes de sobra para hacer un buen trabajo, y aun así decidió pasar dos años completos pintando un mural monstruoso sobre la obra original.

¿La razón? Solo podemos especular, aunque las dos opciones más lógicas implican afán de fraude o locura. Para la primera explicación podemos conjeturar que Gotaas, que solía cerrar las puertas de la iglesia y trabajar en soledad (con ayudas ocasionales de su hijo, al que destinaba a otras zonas) realizó tal vez una especie de “gamberrada” pensando que tal vez pasaran siglos antes de que alguien se diera cuenta de su micro universo satánico. La idea podría ser, de algún modo, intentar pasar a la historia aunque fuera anónimamente, creando un misterio que tal vez tardara siglos en resolverse.

La pared demoniaca es una muestra de horror vacui, una aversión a los espacios en blanco típica de la esquizofrenia. (Crédito imagen: Susanne Kaun).
La pared demoniaca es una muestra de horror vacui, una aversión a los espacios en blanco típica de la esquizofrenia. (Crédito imagen: Susanne Kaun).

En cuanto a la segunda opción, la posible locura, existen pros y contras para creerla. Una experta en psicología del Boston College jubilada, llamada Ellen Winner, cree que lo visto en la demonveggen parece arte esquizofrénico, que se caracteriza por lo que se llama “horror vacui” u horror al espacio vacío. Sin embargo, los escritos dejados por Gotaas durante la época en la que alternaba la restauración de la iglesia de Sauherad con otros encargos, indican claramente que estaba perfectamente cuerdo. En opinión de Winner: “si encuentras a alguien que pueda escribir de manera coherente es muy probable que no tenga un trastorno del pensamiento”.

La conservadora Susanne Kaun, que ha estudiado la obra, enfatiza también el momento en que se creó. Noruega se tambaleaba por la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Cada semana el país recibía bombardeos destructivos y la gente sufría racionamientos. Esto pudo ayudar a crear el marco mental para que Gotaas crease esta especie de oscuro grabado goyesco en la pared del presbítero. Al mismo tiempo la situación le brindó la seguridad y libertad necesaria para poder crear su colección de figuras infernales sin control alguno. Después de todo, ante tal cúmulo de desgracias bélicas nadie parecía preocuparse de lo que sucedía en una iglesia rural. No deja de ser irónico que fuera el erario público el que financiase la destrucción de una obra de arte de 300 años de antigüedad. ¡Cosas de la guerra!

Pero eso no es lo más curioso. Antes de averiguar lo sucedido, la pintura dio lugar a tantas interpretaciones que llegó a alcanzar fama, por lo que en cierto modo forma parte de la historia. Por ello, a pesar de su origen ignominioso y desconcertante, la demonveggen está ahora protegida por las rígidas leyes noruegas de protección del patrimonio.

Imagino que en cierto modo Gotaas consiguió lo que anhelaba.

Me enteré leyendo Atlas Obscura.

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