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¿Debe la futura ley de Memoria Democrática modificar los temarios de Historia en Secundaria?

Tourists visit the Valle de los Caidos (Valley of the Fallen), in El  Escorial, near Madrid, Spain Tuesday Sept. 3, 2006  (AP Photo/Paul White)
Tourists visit the Valle de los Caidos (Valley of the Fallen), in El Escorial, near Madrid, Spain Tuesday Sept. 3, 2006 (AP Photo/Paul White)

La posible ley de Memoria Democrática apenas echó ayer a andar y ya levantado una importante polvareda. Aún está en fase embrionaria -como anteproyecto de ley- hay que esperar a los preceptivos informes consultivos como antesala de su aprobación como proyecto de ley. Y solo en ese momento se conocerá el texto que el Gobierno llevará a las Cortes para su aprobación como ley. Pero la polémica ya está ahí. El nuevo juego político de la polarización y los duelos a muerte sin posibilidad de entendimiento hacen que todo el mundo circule con el acelerador pisado a fondo. Y luego pasa lo que pasa. Como con la Ley de Libertad Sexual del pasado mes de marzo que provocó una nueva ruptura del país cuando aún no ha pasado a la fase 2.

Hasta ahora se sabe el anteproyecto propone declarar "nulos de pleno derecho" los juicios sin garantías del franquismo, transformar el Valle de los Caídos en un cementerio civil y destinar fondos para recuperar restos de las fosas comunes.

También se prohibirán aquellas fundaciones o asociaciones que reciban fondos públicos y "que promocionen el totalitarismo o enaltezcan figuras dictatoriales", algo que ya ocurre en otros países europeos.

El caso es desde un bando se señala la ley como una "reparación y reconocimiento de las memorias de las víctimas". Un "inexcusable deber moral en la vida política como signo de la calidad de la democracia".

Y desde otro se critica que sea un "adoctrinamiento ventajista" que trata de imponer una "visión sesgada" de cara al futuro, "institucionalizando la nueva doctrina".

Curiosamente de lo que se olvidan ambas partes, especialmente la segunda, es de remarcar que el objetivo primordial de estas leyes es, o al menos debería ser, evitar que se repitan barbaridades como las acontecidas en España durante la Guerra Civil y el franquismo. Y para eso no cabe duda de que hay que mantener viva la memoria. En especial la de las nuevas generaciones que, por suerte, siempre han vivido en democracia.

Por eso es interesante la propuesta de establecer dos fechas conmemorativas: el 31 de octubre, cuando las Cortes aprobaron la Constitución, y el 8 de mayo, fecha de la liberación europea del nazismo, para recordar a las víctimas de la dictadura y a los exiliados españoles, respectivamente

Y para ello hay que mantener vivo lo que ocurrió, y no enterrarlo en una cuneta. Y la mejor forma de hacerlo con aquellas generaciones que han tenido la suerte de nacer en democracia es el ámbito educativo. Un sacrilegio para los sectores más conservadores, que ya han puesto el grito en el cielo por el hecho de que la Memoria Democrática se incorpore al currículum de la educación secundaria y el bachillerato y también a la formación del profesorado al calificarlo de estrategia para que “no quede ningún cabo suelto para la institucionalización de la nueva doctrina”. Porque, como señalan algunos medios conservadores, “el Gobierno persigue que los jóvenes deglutan la versión hemipléjica de aquel desastre a través de una especie de desahogo revanchista”.

Semejante acusación solo puede venir de quien tiene miedo de que se cuente la verdad y nos solo la parte que le interesa porque, además, cuestiona todas las recomendaciones realizadas tanto por las Naciones Unidas y la Unión Europea. ¿Cómo, sino, se explica que hasta ahora no se hubiera garantizado en estos 40 años el derecho a la investigación en España de los crímenes franquistas?

Lo que hay que hacer para garantizar un estudio fiel es dejarse de relatos e ir a la Historia. Permitiendo que el sistema educativo español se blinde ante injerencias políticas como las que han llevado a la sopa de letras de la LGE, LOE, LOECE, LOGSE o LOPEG, entre otras. Solo así el franquismo estará donde debe de estar. A medio camino entre caer en el olvido y estar vivo. Para impedir que vuelva a ocurrir una barbaridad así en España.

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