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David Simon, el creador de The Wire, ahora va por los EE.UU. de Philip Roth

Una familia trabajadora de Nueva Jersey, el clan Levin, protagoniza esta historia, que transcurre en 1940, con la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo. Entonces, el célebre aviador y "populista xenófobo" Charles A. Lindbergh gana las elecciones presidenciales -en lugar de F. D. Roosevelt, que, en los hechos, gobernó desde 1933 hasta su muerte, en 1945- con el eslogan America First, nacido en época de entreguerras -en pro del nacionalismo, unilateralismo, proteccionismo y aislacionismo- y muy escuchado en la era Trump.

"Este es mi país", dice Herman, el patriarca de los Levin (personificado por Morgan Spector). "Ya no... Es el país de quienes odian a los judíos", le responde Elizabeth, su mujer (Zoe Kazan). Basada en la aclamada novela de Philp Roth, The Plot Against America (La conjura contra América), acaba de estrenarse por HBO y HBO GO. La miniserie de seis capítulos -una ucronía, es decir, una reconstrucción histórica inspirada en hechos posibles pero que no sucedieron realmente, como la concibió Roth-, llega de la mano de David Simon y Ed Burns, guionistas y productores ejecutivos de la exitosa The Wire (2002), un "show anti-policial" que duró cinco temporadas, considerada por muchos como una de las mejores series de la historia.

The Plot Against America -donde también actúan Winona Ryder como Evelyn Finkel, la hermana mayor de Elizabeth, que ha postergado sus sueños por cuidar de su madre, y John Turturro como el conservador rabino Lionel Bengelsdorf, que es clave en la nueva administración- plantea dos temas principales: ¿cuál habría sido el papel de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, si un simpatizante de Hitler hubiera sido el flamante presidente de la nación y qué habría ocurrido con los judíos estadounidenses? Si bien, en la realidad, Lindbergh no fue candidato a la presidencia, sí llamó a que su país mantuviera la neutralidad frente a la guerra y a que no interviniera en las invasiones de Alemania a Polonia y la entonces Checoslovaquia. Y hasta fue condecorado por Hitler.

"Creo que los tiempos que corren en el país son difíciles y están muy encima como para abordarlos, más adelante veremos cuál fue su impacto. Cuando esto ocurre, uno tiende a mirar atrás, hacia la historia, de Estados Unidos, en este caso. Me parece que la novela de Roth (y, por extensión, la serie) establece paralelos entre los años 40 y lo que está ocurriendo hoy en los Estados Unidos", le dice Simon por teléfono a LA NACION revista. "Roth, uno de nuestros mejores novelistas, que era más conocido por historias que apuntaban directamente al corazón y la condición humana, cubrió un tramo conmovedor, haciendo un ensayo sobre el totalitarismo y la intolerancia... Nos estaba advirtiendo qué puede suceder... Su libro se publicó en 2004, pero eso no lo hace menos profético", agrega este hombre, que se describe como un "adicto a la TV" que se crio viendo programas como Star Trek, en los años 60.

En la pantalla, Lindbergh culpa a los judíos por haber empujado al país a un conflicto bélico con Alemania, los persigue. Familias horrorizadas, como los Levin, se preguntan: "¿Quién es este hombre en realidad?, ¿en qué ha convertido al país?", mientras uno de sus hijos mira con cierta admiración al nuevo mandatario.

En la vida real, Charles A. Lindbergh es un héroe de las alturas, por haber cruzado el océano Atlántico en el avión Spirit of Saint Louis, en 1927. Trece años después ha regresado de Europa, donde se había refugiado con su familia luego de un episodio traumático: el secuestro de uno de sus hijos, de tan solo 20 meses, en 1932. Entonces, a pesar de que Lindbergh pagó un rescate, el niño fue asesinado -a raíz de este caso, se promulgó la ley Lindbergh que tipificó el secuestro como un delito federal-. Su admiración por el Tercer Reich hace que Roosevelt le prohíba combatir en Pearl Harbor, si bien cumple misiones como civil en Europa al servicio de la fuerza aérea. Públicamente, su reputación se hunde: es acusado de antisemita y traidor pronazi.

La novela de Roth se editó bajo el mandato de George W. Bush, a quien el escritor consideraba el "peor gobernante de los Estados Unidos". Según dijo, se propuso "imaginar algo que pudiera haber ocurrido en una época en la que el país estaba crispado y dividido entre los republicanos aislacionistas que, no sin motivos, se resistían a participar en la guerra, y los demócratas intervencionistas que creían que había que parar a Hitler".

A diferencia del libro, en el que el pequeño Roth, el protagonista, es la voz de la historia, en la serie extendieron esa voz a seis puntos de vista distintos. "Pasamos de un personaje a una familia completa", detalla Simon, quien se reunió con el escritor poco antes de que falleciera, en 2018.

Roth, cuyos libros reflejan la asimilación e identidad de los judíos de Nueva York -algo que él vivió en carne propia, mientras crecía en el barrio de Newark, Nueva Jersey-, le dio su aprobación. "Él alentó lo que estábamos haciendo. Solo se mostró preocupado por dos temas: que atenuáramos la distancia de la familia de la serie con la de su familia real, y entonces cambiamos el apellido Roth por Levin, y que mostráramos una familia que estaba asimilada a la cultura estadounidense. Una familia de generación y media, que habla inglés, no yiddish, y se siente americana. Una familia estándar". ¿Por qué era tan importante este punto? "Tanto Lindbergh como Trump insisten en esta necesidad de marcar la diferencia, en subrayar su temor de que quienes son inmigrantes no sean 'suficientemente estadounidenses'. Una situación que, según el periodista David Gregory -que ha escrito sobre judaísmo estadounidense-, también sufrían las familias judías en los años 30, 40 y 50".

The Plot Against America irrumpe en tiempos en que hay un ascenso del fascismo en Europa y de la xenofobia en Estados Unidos, con Trump obsesionado con la pared que separe a su país de México y en campaña por la reelección. ¿Qué importancia tiene la serie bajo estos hechos? "Creo que la historia ha sentado un juicio sobre lo que pasó en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Y sobre Lindbergh, ha cuestionado su mirada corrupta sobre el fascismo, el mundo de los judíos y Hitler. En los Estados Unidos, la gente que peor la está pasando en estos días son aquellos de piel negra y oscura: los inmigrantes y los musulmanes. La idea es que la gente pueda ver una alegoría de lo que está pasando. Y ahí están los paralelismos", responde.

No es la primera vez que Simon se inclina por temas espinosos. The Wire -devenida serie de culto y nominada a un puñado de premios, entre ellos, dos Emmy y un BAFTA en la categoría TV- se trataba de "los individuos versus las instituciones a las que sirven", tocaba temas como la corrupción e incluía un innumerable desfile de personajes, aunque la protagonista fuera, en realidad, Baltimore. El proyecto, que se transformó en una serie de culto tras haber sido emitida, fue una especie de ensayo-error para Simon, que, en realidad, era reportero de Policiales y había llegado al mundo televisivo porque dos productores quisieron convertir Homicide: A Year on the Killing Streets, un libro que él publicó, en 1991, en una serie.

Antes de The Wire, Simon ya había retratado de forma realista a Baltimore en The Corner (2000), al abordar el tráfico de drogas. Lo propio haría con Nueva Orleans, y la vida después de que el huracán Katrina arrasó con gran parte de la ciudad más poblada de Louisiana, en la serie Treme; y también con Nueva York, a través de la segregación y las tensiones que enfrenta un alcalde (Oscar Isaac) por un plan de construcción de viviendas sociales para gente de color, en Show Me a Hero (2015), o el nacimiento del cine porno en los 70, con los líos de prostitutas, proxenetas y empresarios de bajos fondos en la célebre calle 42 de Times Square, en The Deuce (2017), protagonizada por James Franco y Maggie Gyllenhaal.

Coronavirus, los Coen y la calle

Sobre los personajes de The Plot Against America, Simon asegura que no tiene un favorito. Los ve más como "herramientas" para contar una historia. "Me parece que todas las actuaciones dieron en el clavo, y es una maravilla cuando un niño brinda una buena performance. Es el caso de Sandy (Caleb Malis) y Philip Levin (Azhy Robertson). Se divirtieron mucho y, probablemente, esta serie sea la base de una amistad. Yo también me divertí mucho".

Igualmente tiene palabras para John Turturro y Winona Ryder, con quien ya había trabajado en Show Me a Hero. "John es magnífico como el rabino... Es curioso, porque ha hecho no sé cuántas veces de judío (Primo Levi, en La tregua; Barton Fink, y Herb Stempel, en Quiz Show, y, seguro, me olvido de alguna más) y es ciento por ciento siciliano. En el libro, uno solo oye hablar sobre el rabino; nosotros le dimos vida". En cuanto a Ryder, dice que su trabajo político es "un placer, tanto en Show Me a Hero como acá. Ella está en una segunda etapa en su carrera, en que hace personajes más adultos, y es una actriz autodidacta increíble, que se desenvuelve bien en el mundo político. Su actuación es muy sofisticada".

En una novela posterior a The Plot..., Nemesis (2010), Philip Roth abordó el efecto de la poliomielitis en Newark, NY, en 1944, antes de que una vacuna fuera descubierta. Es inevitable pensar en el coronavirus y su actual propagación por el mundo. ¿Quizás habría sido una buena elección para una serie? "[Risas] La verdad es que el coronavirus es aterrador", contesta Simon.

El guionista se declara fanático de muchos escritores y sigue el trabajo de gente talentosa con la cual, normalmente, no se siente muy próximo. "Por ejemplo, los hermanos Coen, que son espectaculares, pero hacen cosas que yo no haría, con una creatividad, un desparpajo y un humor fabulosos".

Casado con Laura Lippman, experiodista reconvertida en una aplaudida autora de novelas de suspenso -como Lo que los muertos saben-, Simon dice que le debe poco al periodismo. "Me sirvió, sobre todo, por salir a las calles y conocer gente de diferentes edades, procedencias, ocupaciones". Así pudo entrar en contacto con vidas muy diferentes entre sí. "Y la calle me dio 'oído', lo cual me ha servido para los diálogos", precisa.

Como experiodista, cree que la profesión atraviesa un momento de mucha vulnerabilidad y, al mismo tiempo, es más necesaria que nunca. "Los medios están desfinanciados; hay gente de muchísimo talento que ha sido reemplazada por esta cultura de las redes sociales que apunta a la recompensa y la frivolidad, y cuyo producto es la desinformación".

De The Plot Against America está agradecido, contento con los resultados. "La verdad es que uno siente culpa por una cosa o por otra: si cambia demasiado el material y si no lo cambia lo suficiente. Yo hago algo y luego me desentiendo. No tengo ni idea de lo que va a pasar. Espero que esto genere reflexión y mantenerme en el mundillo de miniseries que aborden temas políticos, tanto ficticios como del mundo real".

El público se lo agradece.

Fotos: EFE y gentileza HBO