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Daniel Gollán: "Si hubiésemos sido más duros en Ezeiza, habríamos retrasado los contagios"

El ministro de Salud de la provincia Daniel Gollán señaló que casi toda la infraestructura hospitalaria que se montó en estos meses en la provincia quedará activa luego de superar la pandemia

Cuando se cumplieron seis meses de la llegada del coronavirus al país, Daniel Gollán, ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, habló con LA NACION sobre el paso de la pandemia. Adelantó que casi toda la infraestructura hospitalaria que se montó en estos meses en territorio bonaerense quedará activa luego de superar el Covid-19, se mostró optimista ante la posibilidad de cierta "normalidad" para los festejos de fin de año y la temporada de verano, pero descartó el regreso a las aulas durante 2020.

En una extensa entrevista vía Zoom, el médico destacó como principal logro el haber robustecido el sistema sanitario para que no colapsara. Entre las cosas que hubiese hecho diferente, reconoció que se debería haber controlado mejor la llegada de personas a través del aeropuerto internacional de Ezeiza.

Flanqueado por una foto de Ramón Carrillo, a su derecha, y de Axel Kicillof, a su izquierda, Gollán se mostró esperanzado ante la llegada de la vacuna: "Queremos tratar de salvar la mayor cantidad de vidas posibles en los cuatro meses que faltan para la vacuna".

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-¿Cuál es el balance que hace del paso de la pandemia por la provincia de Buenos Aires?

-Logramos el objetivo de no tener muchísimos casos que saturen el sistema. El objetivo de distribuir los casos para no colapsar el sistema viene siendo exitoso. Además, tuvimos el tiempo suficiente para ampliar el sistema y pasar de 883 camas de terapia intensiva a 1509 en el sector público.

-¿Qué hubiese hecho distinto?

-Es una enfermedad nueva, donde la ciencia, aún hoy, no encuentra el comportamiento del virus. Planificar en estas condiciones es muy difícil, porque hay variables que no se conocen. Pero hay dos momentos importantes a rever para atrás. Uno es ese primer mes y medio de ingreso de personas que trajeron el virus de afuera, si hubiésemos implementado medidas más duras de ingreso, control y aislamiento de esa gente que llegaba a través del Aeropuerto de Ezeiza, eso se hizo después, podríamos haber retrasado los casos y cortar cadenas de contagios. Con eso podríamos haber retrasado el proceso, anularlo es muy difícil.

También podríamos haber actuado diferente cuando se produce el primer gran contagio en las villas porteñas. Nosotros aprendimos la experiencia de ellos y, cuando empezó en las villas del conurbano, se actuó de una forma más rápida. La diferencia está a la vista. Según los estudios de seroprevalencia, en la villa 31 el 53% de las personas tuvo el virus. En las bonaerenses, no supera el 15%. Así como la Argentina aprendió de lo que pasó en Italia, en la provincia íbamos aprendiendo lo que pasaba en la ciudad, que se daba 15 a 20 días antes.

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-¿Qué va a pasar con las camas de terapia que se sumaron durante la pandemia?

-En la provincia de Buenos Aires teníamos un déficit histórico de oferta de camas de terapia intensiva en el sector público. Uno de los objetivos que nos habíamos trazado como gobierno era subsanar eso. Uno de los problemas principales de los intendentes del interior de la provincia era que no tenían camas de terapia y tenían que trasladar los pacientes a La Plata, generalmente.

En esta pandemia se fortaleció el número de camas de terapia en todas las regiones sanitarias. Son alrededor de 300 plazas nuevas que se van a quedar después de que se supere el Covid-19. Son 1000 camas más entre el sector público y privado para el interior de la provincia que quedarán para siempre.

Lo que haremos también es redefinir el uso de algunos de los hospitales modulares que se montaron. Además, algunas camas de terapia en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se van a reconvertir a otras especialidades, porque sino habrá una sobreoferta.

Todos los hospitales modulares van a pasar a formar parte de un plan maestro de puesta en valor de todos los hospitales bonaerenses. Se van a reorientar a otros servicios, como consultorios externos, por ejemplo. Otro ejemplo, la Unidad de Pronta Atención (UPA) de la ruta 24 en Moreno, donde había un gran déficit de camas médicas.

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-¿Se cuenta con los recursos presupuestarios para hacer frente al crecimiento del sistema después de la pandemia?

-Lo que quede abierto, funcionando y reconvertido, ya tiene el personal asignado para que funcione después de la pandemia. Estamos en un proceso global de transformación de todo el sistema con los 77 hospitales bonaerenses. Se va a redefinir toda la planta funcional de cada lugar. Además, ya se pasó a planta permanente a cerca de 2000 que estaban en sistema de beca. Los que eran monotributistas, ahora, son planta transitoria y se aceleró el reemplazo de las altas por bajas.

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-¿Qué pasó con los médicos cubanos? ¿Alguno está trabajando en la provincia?

-Yo viví en Alemania. Tengo muchos amigos y contactos con organizaciones a las que le pedí que averiguaran en Europa para que enviaran médicos intensivistas. Obviamente, nadie manda terapistas, porque todos están con el mismo problema. La única oferta que hubo, y limitada porque no tienen muchos médicos de terapia tampoco, fue la de Cuba.

Me pareció que cualquiera que quisiera venir y fuera idóneo nos servía hasta superar la crisis. Esto fue tremendamente resistido.

Finalmente, no vino ningún médico extranjero. Los únicos médicos que se sumaron de afuera y, a través de una resolución del anterior gobierno que les permitió obtener la matrícula, fueron los médicos venezolanos que ya vivían en el país. Se los sumó como extra, porque después de esto no entró ningún otro médico al país.

-¿Se teme que se generen brotes de Covid-19 en las tomas de tierra que se replican en estos días?

-La pandemia produjo una situación de pérdidas de hogares y hábitat a miles de personas en el mundo. Lo vimos en San Pablo, Brasil, o en California, donde no podían pagar el alquiler y se iban a vivir en carpas, autos o casas rodantes. En nuestro caso, algunas de esas personas fueron a tomar campos. Estamos viendo para evitar los contagios.

Epidemiológicamente es más riesgosa una población, como Villa Celina de la Matanza que tiene una enorme concentración de personas en un espacio muy pequeño y construida en horizontal en cuatro o cinco pisos, que estas personas que van a terrenos grandes y están separados entre sí.

Tienen otros problemas, como el acceso al agua. Pero en el caso del Covid-19, la tasa de contagios es menor, porque no es como una incubadora. Se puede cubrir mejor el tema del distanciamiento social. Sí, está trabajando ya el equipo para educar sobre el uso de las medidas mínimas de higiene que ahí se vuelven difíciles.

Desconozco si ya tenemos detectada alguna línea de contagio en las tomas. Importantes, seguro no hay ninguna, sino ya lo sabría. Algún caso aislado o puntual, aún no lo sé.

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-¿Cuán cerca estamos de la llegada la vacuna y su aplicación en el país?

-En octubre, Estados Unidos va a tener una vacuna. La Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA por su sigla en inglés) ya reconoció que es probable que se pida un adelanto en el uso de la vacuna sin tener finalizada la fase 3 de los ensayos clínicos. Algo que considero absolutamente razonable porque en épocas de pandemia, según mi opinión, toda vacuna que haya pasado la etapa preclínica y las fases 1 y 2, que ya pasó las pruebas de seguridad, se puede aplicar mientras se termina la fase 3 y 4 de ensayos clínicos.

Cuando se trata de una vacuna pandémica, y tengo una necesidad imperiosa de cortar la cadena de contagios, si tengo las fases 1 y 2 completamente y avanza bien la 3 sin ningún reporte de efectos adversos, lo que me queda por demostrar no es relevante para cortar la pandemia. Si levanta una gran cantidad de anticuerpos o si dura seis u ocho meses, para la pandemia, no es relevante porque lo que se busca es cortar la cadena de contagios.

Algunas de ellas ya se están aplicando masivamente en las Fuerzas Armadas y Salud, como en China y Rusia de las cuales no se tiene tanta información. En el caso de las vacunas occidentales, en todos los ensayos clínicos no se está demostrando ningún número que alerte muchos casos adversos. Entonces, para mí, en casos como el de esta pandemia y pasó con el Ébola, se puede comenzar a aplicar a determinado tipo de población para frenar el virus.

Si me preguntás si quiero usar alguna de las vacunas que están circulando y ya están en fase 3, te digo que me la traigan ya y me la coloquen en mi despacho, porque estoy absolutamente seguro que no me hará daño y ya quedo inmunizado. No lo planteo como una política para todos, lo digo para mí.

-¿Puede llegar la vacuna al país antes de Navidad?

-Es posible, pero deberían darse dos condiciones. Primero, que pudiéramos acceder a vacunas que tienen todos sus papeles que demuestren que es segura. La segunda es que se pudiera comprar porque no todos los laboratorios hoy la tienen en producción. También es muy importante ver lo que hacen los países que tienen las mejores autoridades regulatorias como Estados Unidos, Europa y Canadá. Uno sueña con que la pudiéramos tener antes de las Fiestas. Sería adelantar muchísimo lo que deberíamos esperar dos o tres meses más y que se hacen eternos.

-¿Habrá reuniones sociales y familiares en las fiestas de fin de año?

-Vamos a suponer que de acá a un mes bajan los casos en una forma sostenida. Uno podría ser más quirúrgico para abrir más actividades. Las productivas siempre son las prioritarias, las recreativas siempre quedan para un último lugar.

Se podría pensar algún tipo de fiesta con ciertos protocolos. Esto es una recomendación, siempre sucederá que habrá personas que no lo van a cumplir. Creo que hay priorizar siempre lo productivo. Lo primero que hay que hacer, si el virus nos da un pequeño margen, es avanzar en aperturas del sector productivo y no del recreativo. Para ellos tiene que haber una baja importante de casos. No una estabilidad alta.

Hay que ir agregando quirúrgicamente las aperturas de circulación, no todas de golpe. Hay que hacerlo con el mayor criterio posible y, si se puede, que estén vinculadas a actividades donde puedo controlar a la población que se liberó. Ejemplo, una empresa que lleva a sus empleados y los controla.

-¿Qué se esperar para las vacaciones de verano?

-Si baja la curva en forma constante, se abren muchas posibilidades. Se puede pensar en unas vacaciones de verano, con muchos protocolos, pero muy diferente a la que se daría hoy en día o con la curva alta. Incluso, si se diera la posibilidad de tener la vacuna antes, tendríamos una temporada de verano casi normal.

-¿Vuelta a clases en el 2020 o 2021?

-Después de la experiencia en Israel y, en menor medida la de San Juan, en el AMBA no se puede pensar en volver a clases. Antes de las vacaciones de invierno, se estaba evaluando que se regresara en aquellos partidos de la provincia sin casos y con poca población.

Hoy tenemos el interior de la provincia creciendo con un tiempo de duplicación que se acorta cada vez más. Lo vemos difícil. En el AMBA ya no va a haber apertura de las aulas este año.

Recuerden que, en términos epidemiológicos, lo que pasa en la ciudad de Buenos Aires lo vemos a los 15 o 20 días en el primer cordón del conurbano. Quince días más en el segundo y 15 días más en el tercero. Es el tiempo en el que se va homogeneizando el AMBA.

-¿Qué análisis hace de la demora en la carga de datos de infectados y muertos?

El Sistema Nacional de Vigilancia en Salud (SNVS) es uno de los mejores de América Latina. Por supuesto que se puede mejorar. Es real que se pueden generar demoras en la carga de datos, pero lo que no sucede es que se pierdan datos o que no se registren las muertes.

El dato no se pierde, pero siempre está posdatado. Es algo que tenemos que ir mejorando. Cuando empezó la pandemia muchos del sector privado no cargaban los datos. Hoy lo hacen todos y ojalá continúe después de la pandemia. Quiero despejar que no hubo ningún tipo de manipulación de la información. Hay miles de efectores de salud que tiene su clave y cargan directo la información.

En la provincia llegamos a tener una tasa de letalidad reportada de 1,58 que sabíamos que no era real por la demora en la carga de datos. Eso se ha ido regularizando y ya estamos en 2,1. Tenemos un sistema robusto que es mejorable, pero no se nos va a escapar el conteo final.

-¿Qué opina de Fernán Quirós?

-Tengo una relación personal, médica y laboral excelente. Cuando yo hice alusiones al comportamiento epidemiológico de la enfermedad, donde dije que la mayor cantidad de gente que trajo el virus vivía en la Capital fue porque ahí comenzó primero a circular la enfermedad. El virus no tiene banderías políticas, no es del Pro ni peronista.

Cuando hablaba de este efecto de ola que comenzaba en la ciudad y se iba a filtrar a todo el país, algunos entendieron que uno le echaba la culpa a la Capital y no es así. El único culpable es el virus. El comportamiento epidemiológico es ese, de la ola.

Somos una sola región sanitaria. Lo que sucede en la ciudad, impacta acá y viceversa. Si la Capital abre mucho la circulación que implica que tenga que ir a trabajar gente del conurbano, hace que la enfermedad vaya y venga. Siempre sostuve eso.

Hay un dato de color, hay dos políticas públicas que dijimos que le íbamos a dar continuidad cuando asumimos. Una era trabajar como región sanitaria al AMBA y la otra continuar con el Sistema Ambulatorio Médico de Emergencia (SAME) que Quirós fue el director de ese programa durante la gestión anterior.

Tenemos una identidad conceptual en la que coincidimos. Tenemos matices, obviamente, pero hay una excelente relación.

-¿Existe un mensaje culpógeno en la administración bonaerense respecto de las actividades recreativas?

- Siempre las medidas de apertura nuestras serán posdatadas de la ciudad, porque aún tenemos más gente para que se contagie. Si liberamos mucho antes de tiempo es un problema.

Pero ojo, que lo que haga la ciudad de Buenos Aires también puede generarle un efecto de tsunami, que la ola regrese y más fuerte. Nunca interpretamos que el miedo sea una buena herramienta. .

Hoy tenemos una diferencia con la ciudad. Nosotros no nos conformamos con que no colapse el sistema de salud ya que eso eleva enormemente la tasa de letalidad. Eso no está en discusión. Pero teniendo el horizonte de una vacuna, si yo logro de acá en los tres o cuatro meses hasta que llegue que se me enferme menos gente, se me va a morir menos gente.

Hay un dilema sanitario y moral. Si no hubiese en el horizonte cercano una vacuna, sería otra situación, porque uno no puede vivir toda la vida encerrado. Tenemos una vacuna cerca. Pero si mi único objetivo es evitar que me colapse el sistema se me va a morir más gente. Nos pesa mucho este tema de tratar de tener la menor cantidad de muertos posibles hasta la vacuna.

-¿Cómo está usted?

Me siento bien, dormimos poco. Estamos todos los días visitando los hospitales, con todas las medidas de precaución. Después de 31 años de trabajar en los hospitales de la provincia necesito estar ahí y hablar con los médicos, viendo lo que pasa.

Lo que más fuerza me da es ver el estoicismo con el que los médicos están sosteniendo esto y me duele que no se los reconozca y aplauda como al principio.

-Lo veo más esperanzado, ¿hay algo que sepa y que aún no se haya informado?

-No, no. tengo algunas esperanzas de que algunas cosas se van a dar antes de lo previsto, pero esperemos.