Día Mundial del Braille: la docente correntina que creó un muñeco para que los chicos ciegos puedan aprender a leer y escribir

Virginia Pérez creó a Braillín hace 20 años y hoy su invento tiene fama mundial
Virginia Pérez creó a Braillín hace 20 años y hoy su invento tiene fama mundial - Créditos: @Gentileza Virginia Pérez

Desde la ciudad de Corrientes, cada vez que Virginia Pérez, de 59 años, emprende algún viaje lleva en su valija un muñeco de tela que tiene pelo de lana, ropa diminuta y seis botones de colores en su panza. Se trata de Braillín, el juguete que inventó hace 20 años para que una de sus alumnas ciegas aprendiera a leer y a escribir en el sistema Braille. Lo que no se imaginaba, por entonces, era que hoy, después de dos décadas, iba a producir y vender anualmente cerca de 100 muñecos, para ayudar a que chicos con ceguera o baja visión de todo el mundo den sus primeros pasos como lectores y escritores.

Monte Dinero. La increíble vida de los habitantes que hablan en inglés en la última estancia de la Argentina continental

La historia de Braillín empezó en marzo de 2002. La Argentina estaba aún convulsionada por los vaivenes políticos, sociales y económicos de la época y Pérez, que dedicó toda su vida a la educación especial, quería hacer algo por la inclusión escolar de los estudiantes con dificultades visuales.

“Hace 20 años no existía la ley actual que dice que todos los niños tienen derecho a estudiar en escuelas comunes. La inclusión era un trabajo que hacían las instituciones de personas ciegas para convencer a los colegios de que aceptaran a un niño no vidente”, recuerda.

Ella trabajaba de forma particular como docente de apoyo de Virginia, una niña ciega que ese año comenzaba primer grado en una escuela común, y mientras le enseñaba a leer en Braille se daba cuenta de que sus compañeros se interesaban mucho por el sistema.

“Les llamaba la atención cómo Virginia leía y escribía con puntitos, mientras ellos lo hacían con letras y yo pensaba ‘qué pena cómo no se aprovecha ese interés’. Además me daba cuenta de que los materiales de estudio para los chicos ciegos no eran llamativos para su edad”, comenta.

La primera versión de Braillín fue hecha a partir de una caja de leche en polvo
La primera versión de Braillín fue hecha a partir de una caja de leche en polvo

Entonces pidió permiso en la escuela para desarrollar un proyecto. Las autoridades del establecimiento le cedieron una hora una vez por semana, para que, ad honorem, diera clases de Braille a todo el grupo de estudiantes. Y ese fue el escenario en el que nació Braillín, el dispositivo que, mediante los botones en relieve, ayuda a que los chicos memoricen todas las combinaciones posibles del alfabeto en Braille.

“Primero le puse Braillita, pensando en que Virginia era mujer. Era una caja de leche en polvo forrada, la cabeza era una pelota gigante de telgopor y en vez de botones tenía unos imanes. Cuando se la presenté a la nena se fascinó y después cuando la llevé a la escuela los chicos se peleaban por llevarla al recreo, fue la sensación, era la mascota del curso”, cuenta.

El proyecto fue tan aceptado por los alumnos y sus familias que pidieron que se repitiera al año siguiente. Pérez cree que ese grupo aprendió desde muy temprana edad que Virginia escribía igual que cualquiera de todos ellos y, a su vez, ellos sabían leer a la perfección lo que ella redactaba. “Si un niño aprende a los seis años a ser inclusivo no se olvida nunca más de esa lección y no hay que explicárselo cuando tiene 40″, dice hoy en el Día Mundial del Braille para conmemorar el nacimiento del inventor del sistema, Louis Braille.

Los muñecos tienen botones en la panza que se presionan para aprender todas las combinaciones posibles del sistema Braille
Los muñecos tienen botones en la panza que se presionan para aprender todas las combinaciones posibles del sistema Braille

Los datos que la Agencia Nacional de Discapacidad compartió con LA NACIÓN muestran que hay 106.522 argentinos con alguna discapacidad visual declarada en el Certificado Único de Discapacidad (CUD). Sin embargo, desde el organismo aclararon que el número no refleja la totalidad de este grupo porque la certificación no es obligatoria. En ese sentido, según el último estudio nacional sobre el perfil de las personas con discapacidad realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), se estima que cerca de un millón de personas mayores de seis años tienen algún grado de discapacidad visual en la Argentina.

“En general, los niños y niñas con ceguera o baja visión no cuentan con suficiente material escrito en Braille para dar sus primeros pasos como lectores y esa carencia favorece el abandono temprano de su alfabetización y genera las condiciones para que, en el futuro, sean adultos vulnerables, no tanto por su discapacidad física sino, sobre todo, por su analfabetismo y la nulidad simbólica que esta conlleva”, dice Pérez.

Por eso, su próximo desafío sigue orientado a la inclusión educativa. Junto a su socia, Alejandra Mirich, está trabajando en un proyecto llamado “Leer con las manos”, que consiste en una serie de libros con ilustraciones adaptadas con relieve y texturas para que lean tanto chicos ciegos o con baja visión como niños sin dificultades visuales.

“Muchas personas dicen: ‘¿para qué aprender Braille si ahora se puede hacer todo por audio?’, pero la realidad es que si a las personas ciegas no se les enseña a leer y a escribir quedan analfabetas. Despertar y mantener su interés por la lectura requiere del acceso a textos entretenidos, con sentido e ilustrados en relieve que estimulen la lectura, la imaginación y la habilidad háptica”, indica.

Para Pérez, si bien se ha avanzado y la gente hoy está mucho más informada sobre cuestiones de inclusión que hace 20 años, todavía queda un largo camino por recorrer y muchas cosas por hacer, sobre todo en la formación de los docentes. “Existe muy buena voluntad, pero el niño no vidente tiene cuatro años una sola vez en la vida y necesita que su maestra esté capacitada en ese momento”, dice.

Pérez arma artesanalmente los muñecos y los envía a todas partes del mundo
Pérez arma artesanalmente los muñecos y los envía a todas partes del mundo

Al año siguiente de haber inventado a Braillín, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), premió a Pérez por su invención y produjo 3000 copias que generaron revuelo en todo el mundo y llegaron a manos de personalidades importantes como la reina Letizia. “Yo me considero la mamá de Braillín y pienso a ONCE como el papá porque sin su participación no se hubiera conocido en todo el mundo”, señala la docente, que, a partir de su reconocimiento internacional, trabajó como coordinadora del área de Discapacidad Sensorial del Ministerio de Educación de la provincia de Corrientes durante 13 años.

Hoy, ya jubilada, Pérez confecciona muñeco por muñeco artesanalmente en su casa y los envía a todas partes del mundo. Ha recibido pedidos de Estados Unidos, España, Etiopía, Camerún, Polonia, Australia, México y España, entre otros.

“Los hago de la forma más personalizada posible. Me piden, por ejemplo, si lo quieren con pelo castaño, botones celestes o chaleco naranja. Como se hacen a mano, cada muñeco es distinto, tan único como cada uno de los niños que luego aprenden jugando con Braillín”, concluye.