Anuncios

Día del Lector: diez novelas favoritas de Borges, el escritor que nunca quiso escribir novelas

Jorge Luis Borges, cuentista, poeta y ensayista genial, nunca escribió novelas

Hoy se celebra el 121º aniversario del nacimiento de Jorge Luis Borges, cuentista, ensayista y poeta, y el más grande "lector-escritor" argentino, a quien se homenajea en el Día del Lector."Borges nunca pensó en escribir novela", dice el escritor y periodista Fernando Sorrentino. En 1970, al interrogarlo para componer su libro Siete conversaciones con Jorge Luis Borges (Losada), Sorrentino le preguntó si alguna vez había pensado en escribir una novela. "No, nunca pensé en escribir novelas -respondió el autor de Historia universal de la infamia-. Yo creo que, si yo empezara a escribir una novela, yo me daría cuenta de que se trata de una tontería y que no la llevaría hasta el fin. Posiblemente esto sea una invención de mi haraganería [.]. En el caso de una de las primeras, para mí, novelas del mundo, que es el Quijote, creo que un lector podría prescindir muy bien de la primera parte y atenerse a la segunda, porque no perdería nada, ya que ahí le sería dado todo".

A diferencia de narradores y críticos contemporáneos, para Borges el cuento corre con ventaja respecto de la novela. "En un cuento, todo puede ser esencial, o más o menos esencial, o -digamos- puede parecerse más a lo esencial", razonaba.

Pero además del clásico de Miguel de Cervantes, ¿qué otras novelas recomendaba el escritor que no escribió ninguna novela? En la colección Biblioteca Personal, que reúne 74 títulos con prólogos de Borges, se cuentan menos de veinte novelas y novelas cortas, algunas de autores reivindicados por el escritor en varias ocasiones, como Daniel Defoe y Franz Kafka, aunque también aparecen algunas sorpresas, entre ellas una novela de Hermann Hesse (El juego de los abalorios). En esa colección publicada en el país por Hyspamérica no hay un solo libro de una escritora.

En sus ensayos y los estimulantes artículos para El Hogar, alentaba la lectura de autores contemporáneos, como H. G. Wells y William Faulkner, y novelas policiales. Borges y Adolfo Bioy Casares dirigieron la colección El Séptimo Círculo, para Emecé. Si bien la colección alcanzó los 336 libros, Borges y Bioy "apenas" eligieron los primeros ciento veinte. ¿El primer título publicado, en 1945? La bestia debe morir, de Nicholas Blake, traducido por Juan Rodolfo Wilcock.

Con sello borgiano

"Suele afirmarse que Jorge Luis Borges fue el mayor lector de toda la literatura mundial, ya que su obra contiene (y a veces oculta) cientos de miles de alusiones a obras muy o poco conocidas, en diversas lenguas y acerca de los temas más dispares -escribe el investigador estadounidense Daniel Balderston en How Borges Wrote, que Ampersand publicará en español con traducción de Ernesto Montequin-. 'Eso era, por supuesto, parte de su modestia: el placer por descubrir sus ideas en las ideas de otros escritores', escribió Susan Sontag en 1986, poco antes de la muerte de Borges; mientras que el investigador Pablo M. Ruiz, a su vez, ha escrito que 'tal vez no exista otra figura, en ninguna lengua, que pueda disputarle el lugar del lector supremo'. Pero ¿cómo utilizaba exactamente sus lecturas en su propia obra? ¿Y cómo evolucionó su propia obra a través de sus lecturas y relecturas?". Esas incógnitas se develan leyendo a Borges y su biblioteca.

Elegimos diez novelas del siglo XX recomendadas por el "lector supremo" de la literatura argentina.

El corazón de las tinieblas (1902), de Joseph Conrad

Sobre la obra de Conrad, Borges afirmó: "No diré que ha sido olvidada, ya que ha sido traducida a todas las lenguas, pero creo que no ha sido justipreciada. Se lo lee en función del mar y de la aventura. En él hay tantas otras cosas. Hay el sentido del honor, las variedades del alma humana, el destino, el amor y la soledad. Es acaso el único novelista que hereda las virtudes de la epopeya, madre de la novela. La felicidad que nos deparan sus páginas, aunque sean trágicas y terribles, refleja la felicidad que él debió sentir cuando las escribió". El corazón de las tinieblas y Con la soga al cuello conforman el 21º volumen de Biblioteca Personal. Esta novela inspiró una de las obras maestras del cine, Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola.

Los monederos falsos (1925), de André Gide

"André Gide que tantas cosas dudó, parece no haber dudado de esa imprescindible ilusión: el libre albedrío -escribió Borges en el prólogo de la novela, a la que caracterizó como una 'curiosa y admirable narración que incluye un análisis del género narrativo'-. Creyó que el hombre puede dirigir su conducta y consagró su vida al examen y la renovación de la ética, no menos que el ejercicio y el goce de la literatura". En 1936, Borges tradujo Perséfona, libreto de Gide de la ópera de Igor Stravinsky, para Sur.

El juguete rabioso (1926), de Roberto Arlt

En el marco de una encuesta sobre la novela organizada por Gaceta de Buenos Aires, Borges elogió así la primera novela de Arlt: "Libro que me hace perdonar a su autor el haber publicado Los lanzallamas". En su cuento "El indigno", incluido en El informe de Brodie, Borges reescribió el final de El juguete rabioso.

América (1927), de Franz Kafka

"La crítica deplora que en las tres novelas de Kafka falten muchos capítulos intermedios, pero reconoce que esos capítulos no son imprescindibles -se lee en el prólogo borgiano a La metamorfosis-. Yo tengo para mí que esa queja indica un desconocimiento esencial del arte de Kafka. El pathos de esas 'inconclusas' novelas nace precisamente del número infinito de obstáculos que detienen y vuelven a detener a sus héroes idénticos. Franz Kafka no las terminó, porque lo primordial era que fuesen interminables". Jean-Marie Straub y Danièle Huillet llevaron al cine esta novela con el título de Relaciones de clase.

Orlando (1928), de Virginia Woolf

"El héroe de esa novela originalísima, sin duda la más intensa de Virginia Woolf y una de las más singulares y desesperantes de nuestra época, vive trescientos años y es, a ratos, un símbolo de Inglaterra y de su poesía en particular -escribió Borges, que tradujo la novela en 1937-. La magia, la amargura y la felicidad colaboran en ese libro. Es, además, un libro musical, no solamente por las virtudes eufónicas de su prosa, sino por la estructura misma de su composición, hecha de un número limitado de temas que regresan y se combinan". Orlando fue adaptada al cine por Sally Potter, con Tilda Swinton en el papel protagónico.

¡Absalón, Absalón! (1936), de William Faulkner

"Una infinita descomposición, una infinita y negra carnalidad hay en este libro de Faulkner -se lee en una reseña de Borges publicada en El Hogar-. El teatro es el estado de Mississippi; los héroes, hombres desintegrados por la envidia, por el alcohol, por la soledad, por las erosiones del odio.¡Absalón, Absalón! es equiparable a El sonido y la furia. No sé de un elogio mayor". De este autor, Borges tradujo Las palmeras salvajes en 1940.

Brighton Rock (1938), de Graham Greene

"Tiene la intensidad de un tigre y la variedad que puede lograr un duelo de ajedrez", escribió el autor de Ficciones. Para él, Greene fue "continuador (y simplificador) de Faulkner o trágico poeta de la desintegración europea". Esta historia de mafiosos británicos tuvo dos versiones cinematográficas, una de 1948, dirigida por John Boulting, y otra de 2011, a cargo de Rowan Joffé.

El desierto de los tártaros (1940), de Dino Buzzati

"Podemos conocer a los antiguos, podemos conocer a los clásicos, podemos conocer a los escritores del siglo XIX y a los del principio del nuestro, que ya declina -se lee en el prólogo borgiano a esta novela, el volumen nº 9 de Biblioteca Personal-. Harto más arduo es conocer a los contemporáneos. Son demasiados y el tiempo no ha revelado aún su antología. Hay, sin embargo, nombres que las generaciones venideras no se resignarán a olvidar. Uno de ellos es, verosímilmente, el de Dino Buzzati". El director italiano Valerio Zurlini estrenó el film homónimo en 1976.

Los ídolos (1953), de Manuel Mujica Lainez

"Cada escritor siente el horror y la belleza del mundo en ciertas facetas del mundo. Manuel Mujica Lainez los sintió con singular intensidad en la declinación de grandes familias antaño poderosas", escribió Borges sobre esta novela de su amigo Manucho, la primera de la saga porteña.

Pedro Páramo (1955), de Juan Rulfo

Para Borges, desde las primeras páginas de esta obra "el lector ya sabe que ha entrado en un texto fantástico, cuyas indefinidas ramificaciones no le es dado prever, pero cuya gravitación ya lo atrapa"; en su opinión Pedro Páramo es "una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de la literatura". Hubo varias versiones cinematográficas de la novela de Rulfo; una de ellas, de Carlos Velo, se puede ver en este enlace.

.