La décima edición de la feria Masticar cerró ayer con afluencia récord

La feria se despidió del predio El Dorrego

"No falta nadie, ¿no?", preguntaba un hombre a la gente que lo rodeaba. Con la mirada recorría las caras de quienes caminaban a su lado. Había tres adultos y "uno, dos, tres y cuatro" menores, contabilizaba. En medio de los cientos de personas que recorrían la feria Masticar, los Galeano continuaban juntos en busca de su almuerzo. "Estábamos en casa festejando el Día del Niño y nos pareció que esta sería una linda idea para pasear y, de paso, probar cosas nuevas", relataba el padre de familia, que estaba con dos hijos y dos sobrinos.

Fueron varios los visitantes que homenajearon a sus hijos en el predio de El Dorrego, en Colegiales, justo en la jornada en que finalizaba la décima edición de este evento gastronómico con alta concurrencia. De acuerdo con los datos recabados por los organizadores, este año hubo un récord de asistentes, indicaron a LA NACION. Unas 165.000 personas, un 15% más que en 2018, recorrieron los stands y food trucks durante los cuatro días que duró la feria.

Lucio, de cuatro años, corría ayer frente a su madre. Un muñeco de plástico de la última película de Toy Story era su nuevo compañero de aventuras desde la mañana. "¡Vamos, má! ¡Tengo hambre!", gritaba, eufórico. "Está pasado de rosca", apenas alcanzó a agregar la mujer, sonrojada, y aceleró el paso por el patio cervecero. Sentados en un banco, Liliana Laporta y sus nietos, de tres y siete años, aguardaban las hamburguesas. "Una de mis hijas me invitó a pasar el día acá. Vamos a ver cómo resulta", dijo.

La jornada estaba fresca y el cielo era disputado por las nubes y el sol, pero nada podía empañar los festejos. María Inés Figueroa y su marido ya habían programado este paseo con anticipación: "Nos habían hablado muy bien de la feria y quisimos aprovechar el Día del Niño para venir". Francisco e Ignacio, de casi dos años y seis años respectivamente, estaban ansiosos por comer algo.

Había varias actividades dispuestas especialmente para los agasajados de entre uno y 12 años. Celeste, de cinco, se entretenía en la Plaza de Niños jugando con sus pares. Pero afuera su madre, Cyntia Corvo, tampoco la pasaba mal. Saboreaba unas albóndigas con salsa de tomate que había comprado en el stand de Café San Juan + Mecha.

En algunos puestos de Masticar había que tomarse un tiempo de hasta 20 minutos para comprar el almuerzo. "Pero vale la pena, nada nos apura", decía Santiago Dobusz, mientras ingería los últimos restos de pasta con salsa fileto que quedaba en un recipiente de plástico blanco.

Aunque el hombre es vecino del barrio de Colegiales, era la primera vez que asistía al predio de El Dorrego, la histórica sede de la feria en Zapiola y Dorrego, para participar. Ya no habrá otra oportunidad de que vuelva al mismo lugar. El espacio fue vendido a un privado pese a algunas voces en contra y se prevé la construcción de oficinas y comercios.

Primera experiencia

José Luis Zapata Román estaba a punto de redondear su primera participación en Masticar como chef invitado y se encontraba muy conforme con el resultado: "La feria es una muy buena idea. Nos permite presentar nuevos productos y la gente puede probar otros sabores", describió.

Los responsables del restaurante de cocina peruana Chan Chan le sugirieron que participara con ellos y no lo dudó. "Presenté una causa mar y tierra. Es un puré de papas con ají amarillo, pollo desmenuzado, langostinos, cilantro y panceta ahumada, entre otros ingredientes", enumeraba el cocinero, orgulloso. El plato frío fue bien recibido por los visitantes de la feria durante las cuatro jornadas.

En los próximos días, cuando regrese a su rutina, Zapata Román irá por más y llevará esa preparación al menú de su restaurante Las Palmeras, que funciona en la villa 31: "El ceviche es un clásico, pero esta será otra opción para los comensales".