Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

Cuidado, mujeres, que llega el verano y nos puede pasar esto

(Getty RF)
(Getty RF)

Él busca a su presa. La localiza enseguida, sobre todo, ahora que llega el buen tiempo. De hecho, tiene a varias para elegir. Pero tiene que escoger bien. No sólo el momento, también la ubicación. Nadie tiene que verlo. Y así, si tiene suerte, logrará cazar a varias mujeres.

Ella está despistada. Él se acerca, alarga el brazo y coloca el móvil bajo la falda de la chica. Saca varias fotografías. También -si se siente seguro- un video. Se aleja. Busca otra presa. Tiene la falda más larga, pero no es un problema. O no es un problema que no pueda resolver. Se agacha discretamente y repite la operación.

El supermercado, esta mañana, está siendo una mina.

Luego, ya en casa, subirá esas fotografías y esos videos a internet. Y ganará un dinerito. También reputación online.

Llega el calor y se disparan los abusos sexuales tecnológicos. El voyeurismo capturado con el móvil. Otra violación más del cuerpo de las mujeres, que en casi ningún caso se dan cuenta de lo que acaba de sucederles, y ni siquiera sabrán que sus bragas están dando la vuelta al mundo.

Prueben a escribir “upskirt” en cualquier buscador. Veinte millones de resultados en Google. Casi seis de ellos son videos conseguidos y subidos por estos agresores sexuales. Porque sí, hay que decirlo claro, son agresores sexuales.

En España es delito, aunque algunos jueces han rebajado la calificación a una simple falta, porque total “no se ve la cara de la mujer”. Además, hay aún pocas denuncias, porque muchas de las víctimas no se dan cuenta de lo que les ha sucedido.

En el Reino Unido, Gina, sí que fue consciente de que algo pasaba. Eran extrañas las risitas burlonas del hombre que estaba a su lado en un concierto. Lo miró. Y miró la pantalla del móvil a la que él estaba mirando. No podía creérselo: allí, en una página web, había una fotografía de su ropa interior, tomada en ese momento. Le arrancó el móvil al hombre y salió corriendo en busca de un policía. No sirvió de nada. En el Reino Unido sacar una fotografía bajo la falda sin consentimiento de la mujer no es delito si ocurre en un lugar público.

Gina ha luchado para cambiar la ley. Pero cuando por fin su caso ha llegado a la cámara de los torys, uno de los diputados -conservador- la ha bloqueado.

Porque, claro, quizá lo que tenemos que hacer las mujeres es abrirnos más de piernas cuando llevemos falda, para así ponérselo más fácil, ¿verdad?