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¿En cuarentena con un fantasma? La preocupación de algunos

La persiana que Adrian Gomez vio sacudirse en su habitación aunque esuviera cerrada la ventana. (Vía Adrian Gomez vía The New York Times)
La persiana que Adrian Gomez vio sacudirse en su habitación aunque esuviera cerrada la ventana. (Vía Adrian Gomez vía The New York Times)

Comenzó con la puerta de la entrada.

Adrian Gomez vive con su pareja en Los Ángeles, donde los primeros días de estar confinados en casa por la pandemia del coronavirus fueron tranquilos. Trabajaban a distancia, cocinaban, salían a caminar 3 kilómetros todas las mañanas y le dieron un nuevo acabado al fregadero de porcelana de la cocina. Pero una noche, la perilla de la puerta comenzó a cascabelear “con fuerza”, tan fuerte que la podía escuchar desde el otro lado del apartamento. Sin embargo, no había nadie.

A mediados de abril, Gomez estaba acostado en su cama cuando la persiana de una ventana cercana comenzó a sacudirse contra el marco de la ventana con tanta fuerza —pese al hecho de que la ventana estaba cerrada, de que una persiana adyacente seguía totalmente quieta, de que sabía que no eran los gatos y de que no se había atascado ningún insecto, pájaro o bichito— que Gomez pensó que se trataba de un terremoto.

“Me escondí debajo del edredón, como vemos en las películas de terror, porque en verdad me asustó”, comentó.

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Aunque antes de esto ni él ni su pareja habían observado ninguna actividad en la casa que no tuviera explicación, ahora pueden percibir “con claridad” pasos sobre su cabeza. No hay nadie viviendo en el piso de arriba.

“Soy una persona muy racional”, señaló Gomez, quien tiene 25 años y trabaja en el área de soporte en tecnologías de la información. “Intento pensar cuáles son las cosas lógicas y tangibles que pudieran estar provocando esto. Pero cuando no tengo esas respuestas, empiezo a pensar que tal vez esté sucediendo algo más”.

No están solos… quizás en más de una forma.

Aquellos para quienes su experiencia en el confinamiento incluye lo que creen que es un fantasma, no solo pasan sus días en reuniones de Zoom o escolarización en casa, sino con voces incorpóreas, sombras, aparatos electrónicos que se comportan extraño, gatos invisibles que se acurrucan en los sillones, caricias de manos que no están ahí e, incluso, en algunos casos —para hacer referencia a la jerga de “Los cazafantasmas”— con torsos flotantes de espectros etéreos.

Desde luego, algunas de estas personas están asustadas. Otras dicen que les sienta bien la compañía.

No hay pruebas científicas de la existencia de fantasmas, hecho que no afecta mucho nuestro gran interés colectivo por ellos. De acuerdo con una encuesta de YouGov de 2019, el 45 por ciento de los adultos estadounidenses cree en fantasmas; en 2009, en el Centro de Investigación Pew descubrió que el 18 por ciento de los estadounidenses cree que ha visto o que se ha topado con alguno.

El baño de Madison Hill. (Vía Madison Hill vía The New York Times)
El baño de Madison Hill. (Vía Madison Hill vía The New York Times)

Si aceptáramos la premisa de que los fantasmas son reales, es razonable que haya cierta tensión natural cuando sus compañeros de casa de carne y hueso empiezan a pasar mucho más tiempo en casa.

John E. L. Tenney, quien se considera un investigador de lo paranormal y trabajaba como presentador del programa de televisión “Ghost Stalkers” (cazadores de fantasmas), calcula que en 2019, cada mes recibía de dos a cinco reportes de casas embrujadas. Últimamente, ha recibido de cinco a diez reportes por semana.

Tenney ya ha visto con anterioridad algo parecido: en 1999, justo antes del problema del año 2000 (Y2K), fue testigo de un aumento en los reportes de fantasmas y de actividad de duendes, así como de avistamientos de ovnis (lo cual, en su experiencia, también está aumentando en este momento). “Al parecer, está relacionado con nuestro mayor estado de ansiedad, con nuestra supervisión extrema”, comentó.

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Tenney no tiene duda de que, por naturaleza, la gran mayoría de estos casos que le llegan a su buzón son “totalmente explicables”. “Por lo general, suceden cuando el sol sale y la casa comienza a calentarse; no están acostumbrados a escuchar que los ladrillos truenen ni que la madera se expanda”, explicó. “No es que la casa no estuviera haciendo esos ruidos antes, sino que no tenían el tiempo para percibirlos”.

¿O sí? Janie Cowan cree que desde que iba a la universidad ha sido acechada por un fantasma. El fantasma, al que llama Mateo (un “buen nombre bíblico” elegido con la esperanza de que eso haría que se comportara bien, explicó Cowan, de 26 años), siempre ha hecho notar su presencia en su casa de Nashville, Tennessee, mediante los ruidos de que alguien sube y baja corriendo las escaleras por las noches.

Estos ruidos “no son como los de una casa que se asienta ni los de un gato que anda caminando”, comentó su esposo, Will Cowan, un contador de 31 años. “Es muy evidente que son para llamar la atención”.

Más o menos al mismo tiempo que la pareja entró en confinamiento en marzo, Will Cowan comenzó a usar el baño de visitas para que su esposa, quien, como enfermera a domicilio, ha estado haciendo más guardias nocturnas durante la pandemia, pudiera dormir sin que la molestara el ruido de su rutina matutina.

Ha descubierto que, al parecer, a Mateo, quien, según la pareja, prefiere a Janie Cowan, no le gustan estos cambios. En tres ocasiones distintas, mientras se duchaba en el baño de visitas, le llegó una ráfaga inesperada de agua fría. Pero no fue solo una anomalía de la tubería: todas las veces, comentó, al llevar la mano a la llave del agua caliente, se dio cuenta de que había sido cerrada.

Madison Hill, de 24 años, está pasando la cuarentena por la pandemia con su novio en su apartamento de Florencia, Italia. Hill, una maestra y escritora procedente de Charlotte, Carolina del Norte, siempre había sospechado de su casa, en especial del baño. Tenía la sensación de que alguien la observaba, las puertas se azotaban y las toallas estaban en el piso sin ninguna explicación.

Después de unas semanas de que empezó la cuarentena, despertó y encontró en su mesita de noche algo que no iba ahí. Era la lente de una cámara que había traído de Estados Unidos, pero que había extraviado cuando se mudó. Desde hace mucho tiempo ya había perdido la esperanza de encontrarla, pero ahí estaba.

Desde entonces, otros objetos pequeños, incluyendo un juego de llaves, se habían movido a lugares extraños dentro del apartamento. La reaparición de su lente en especial le pareció una “travesura” juguetona, tal vez incluso como una reflexiva sugerencia de que podría ser el momento perfecto para que Hill, quien estudió Cine en la universidad, retomara su antiguo pasatiempo.

Kurt Gray, profesor adjunto en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, estudia la forma en que percibimos y tratamos las mentes de otros entes, incluyendo animales, máquinas y muertos. Señaló que los momentos de gran inquietud y malestar, cuando hay una mayor motivación a encontrarle significado al caos, pueden prestarse para percibir fantasmas, sin mencionar que la enfermedad en sí comparte ciertos paralelos psicológicos con un “espíritu maligno” que trepa sin ser visto sobre sus víctimas desprevenidas.

Este fenómeno también podría ser un efecto secundario de la soledad de estos tiempos. “En la cuarentena, estamos confinados física y también psicológicamente. Nuestro mundo se reduce”, afirmó Gray. “Estamos atrapados en casa con la necesidad de tener contacto humano; consuela pensar que está con nosotros un ente sobrenatural”.

Gray afirmó que está perfecto si la idea de una entidad paranormal puede ofrecerle a alguien “un poco de sustento social” para ayudarle a sobrellevar la soledad, al menos siempre y cuando el fantasma no esté recomendando a quienes acosa que “vayan a la sala de urgencias sin cubrebocas y besen en la boca a todo el mundo”.

¿Te perturban ruidos extraños a mitad de la noche? ¿Tienes una sensación de terror en el sótano o en el ático? “No te asustes”, dijo Tenney, el presentador de “Ghost Stalkers”. Anota con detalle lo que observas. Tal vez pronto encuentres una explicación racional a tus temores. ¿Qué tal si ese ruido extraño a las 14:50 todos los días hábiles solo es el traqueteo de la camioneta de UPS?

Pero Tenney también dice que podríamos argumentar que el fantasma que holgazanea por tu cocina no solo está ahí, sino que siempre ha estado ahí. Tal vez tú eres quien ha cambiado. O quizás estás prestando más atención en medio de toda la quietud que hay alrededor. “Tal vez solo estamos comenzando a observar que el mundo es un poco más extraño de lo que pensábamos”, señaló.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company