¿Cuánta grasa te sobra?

No es por angustiarte ni tampoco queremos animarte a perder peso, pero conocer el tipo de grasa y su distribución corporal te ayudaría a evitar las consecuencias para la salud de la obesidad

(Foto; GETTY IMAGES/ISTOCKPHOTO / KITTISAKJIRASITTICHAI)
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El exceso de grasa en la composición corporal del individuo (es decir la obesidad) está en la base de muchas enfermedades metabólicas, patologías respiratorias y en el incremento de riesgo de hasta trece tipos de tumores. Así de tajantes se muestran médicos y expertos de la Sociedad Navarra de Endocrinología y Nutrición (SENNA) quienes además advierten de que el sobrepeso y la obesidad han alcanzado, en las últimas décadas, dimensiones de epidemia a nivel mundial “debido a que en esta sociedad de bienestar el estilo de vida está asociado a un mayor consumo de energía y al sedentarismo”.

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La doctora Estrella Petrina Jáuregui, jefa de Sección de Nutrición Clínica y Dietética del Complejo Hospitalario de Navarra y vocal de Sociedad Navarra de Endocrinología y Nutrición (SENNA), explica que un varón es obeso cuando el porcentaje de grasa sobre su peso corporal supera el 25 por ciento, en la mujer el 27-30 por ciento.

“Además de la cantidad de exceso de grasa, también es importante conocer el tipo de grasa y su distribución corporal”, señala la experta.

Cómo calcularlo

Para diagnosticar la obesidad, generalmente los profesionales utilizan dos medidas antropométricas: el peso en kilos del paciente y la talla expresada en metros.

Si dividimos los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura en metros (IMC=peso [kg]/ estatura [m2]) podemos calcular lo que se denomina Índice de Masa Corporal (IMC). “Conforme va aumentando el número del IMC se incrementa también el porcentaje de grasa de la persona. Es la medida de clasificación y de diagnóstico que usamos habitualmente”, explica .

Según la última clasificación de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), se diagnostica sobrepeso cuando el IMC supera el 25, y obesidad cuando se supera el 30 (hablamos de obesidad mórbida a partir de un IMC de 40). Estos índices pueden variar en función de la edad.

Comer acompañados es más saludable que hacerlo solo, y en el caso de los niños cobra mucha más importancia. (Foto: Getty)
Comer acompañados es más saludable que hacerlo solo, y en el caso de los niños cobra mucha más importancia. (Foto: Getty)

Qué problemas causa

El exceso de grasa está en la base de muchas de las enfermedades más frecuentes como:

  • Presión arterial alta (hipertensión).

  • Glucosa (azúcar) alta en la sangre o diabetes.

  • Nivel alto de colesterol y triglicéridos en la sangre (dislipidemia o alto nivel de grasas en la sangre).

  • Ataques cardíacos debido a cardiopatía coronaria, insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular.

  • Problemas óseos y articulares, el mayor peso ejerce presión sobre los huesos y articulaciones. Esto puede llevar a osteoartritis, una enfermedad que causa rigidez y dolor articular.

  • Dejar de respirar durante el sueño (apnea del sueño). Esto puede causar fatiga o somnolencia diurna, mala atención y problemas en el trabajo.

  • Cálculos biliares y problemas del hígado.

  • Está relacionado, además, con un incremento de riesgo de hasta trece tipos

    de tumores.

Cuándo es más grave

La especialista en nutrición también aclara que la ‘obesidad sarcopénica’ es el resultado de la relación entre el exceso de grasa y la disminución de la masa muscular, lo que agrava más si cabe la obesidad porque hace que el riesgo de caídas y fracturas sea mayor.

Esta obesidad se asocia también a una mayor resistencia a la insulina y a una mayor prevalencia de enfermedades metabólicas, a la vez que disminuye la capacidad funcional del individuo. Este tipo de obesidad está muy ligado al envejecimiento de la población. Por ello, la Dra. Petrina señala que “en edades más longevas nos estamos encontrando con personas más obesas y con menos masa muscular”.

Tres claves para prevenirla

  1. La calidad (y cantidad) de nutrientes. El único modelo de ingesta que ha demostrado prevención de todo el riesgo cardiovascular y mejoras en la obesidad es la dieta mediterránea. “Tenemos estudios como Predimed que demuestran que los pacientes que la siguen al cabo de los años son capaces de prevenir hasta en un 30 por ciento la aparición de enfermedad cardiovascular ligado a un patrón de consumo con alimentos frescos, de temporada, con alto número de antioxidantes y siempre regada con aceite de oliva virgen extra o frutos secos como las nueces”, apunta Jáuregui.

  2. Mantenerse activo. Además de la dieta, los expertos recomiendan una actividad física mínima diaria y la práctica de ejercicio, tanto aeróbico o de resistencia como de fuerza y equilibrio, “que nos ayudan a mantener la masa muscular y prevenir su pérdida (asociada al envejecimiento) y, por lo tanto, a controlar el peso a lo largo de la vida”.

  3. Equilibrar el ciclo vigilia-sueño. También se está viendo la importancia de mantener unas horas de sueño, medir bien el tiempo que pasamos despiertos y dormidos. Por otro lado, la especialista asegura que “el hecho de compartir las comidas con otros individuos contribuye a mejorar los hábitos de ingesta”.

Fármacos aprobados

Si con esto no controlamos la obesidad podemos optar por tratamientos farmacológicos. “A día de hoy tenemos tres fármacos aprobados en España (con distinto mecanismo de acción y distintas indicaciones en función del patrón del individuo, ninguno de ellos financiado por el sistema sanitario cuyo coste mensual ronda entre los 80 y 300 euros al mes en función del tipo de tratamiento”.

El médico que atiende a un paciente con obesidad tendrá que adecuar el resto de tratamientos que lleve para otras enfermedades para evitar la ganancia ponderal.

Cuándo hay que operarse

Hay dos tipo de técnicas quirúrgicas (restrictivas y malabsortivas). Se recomienda el tratamiento quirúrgico en pacientes con obesidades extremas, con un IMC por encima de 35, si se asocia a 2 o 3 patologías que resulten incapacitantes y/o afectan a la morbilidad del individuo, que además estén en un rango de edad entre los 18 y 65 años.

Además según apunta la experta “tienen que ser individuos seleccionados en los que la educación de hábitos previa haya sido exitosa porque el tratamiento nutricional le acompaña de por vida -esté intervenido o no-, y los pacientes que se someten a intervención quirúrgica van a necesitar un soporte con polivitamínicos posterior y un control periódico de su estado nutricional a lo largo de los años siguientes”.

¿Conoces tu IMC?

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