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El fracaso estrepitoso de la telenovela que Raphael se atrevió a hacer en México

No cabe duda de que, a más de 60 años de su lanzamiento estelar como cantante, Raphael es uno de los pocos grandes ídolos de la canción en español, que marcó una era... aunque también en su carrera, el intérprete de 'Como yo te amo' y 'Yo soy aquél', también dio algunos pasos en falso, y quizá el más terrible de todos haya sido el atreverse a hacer una telenovela.

Raphael en 'Donde termina el camino'
Raphael en 'Donde termina el camino', en 1978 (Captura de YouTube)

No tanto porque las telenovelas tengan algo de reprobable, sino porque hay veces que los grandes cantantes no pegan ni con cola con una telenovela y el resultado puede ser desastroso: ahí está el ejemplo de 'Volver a empezar' con Yuri y Chayanne, que fue horrible, tan horrible, que la cambiaron de horario, le cortaron capítulos y aún así se sentía eterna — se dice que este fue el punto más bajo de la carrera de la güera veracruzana en los años 90, y que después del trauma de esa producción, estaba tan mal, que fue el paso final a renunciar a la farándula por un buen rato y hacerse cristiana —.

El otro caso que nos viene a la mente es el de 'Libre para amarte', en la que Gloria Trevi hacía de taxista. Telenovela mal escrita, con actuaciones pobres, y que ni todo el carisma radiante de la cantante regiomontana pudo salvar de ser un gran fiasco que ni a ella le gustó.

No todo el mundo puede ser Daniela Romo, que podía encabezar el reparto de una telenovela y además mantener su presencia de cantante, y lo que le pasó a Raphael con 'Donde termina el camino' fue quizá el más escandaloso de los casos de un cantante que por vanidad (¡y mucho dinero!) acepta hacer un proyecto y acaba fracasando estrepitosamente, al punto de que no quiere ni acordarse del asunto.

La cosa de esta telenovela es así: en 1978, Raphael (es decir, Miguel Rafael Martos Sánchez, orioundo de Linares, Jaén, donde nació en 1943) era uno de los más grandes ídolos de Hispanoamérica. Desde su primera aparición había cautivado a millones de fans con su voz, su talento interpretativo y su manera fabulosa de agitar las caderas.

Era obvio que Televisa viera una auténtica mina de oro cuando se habló de la posibilidad de que el cantante hiciera su debut en un melodrama de televisión 'serio', con un elenco de primera línea. Para ese entonces, la compañía no era tan poderosa como llegaría a serlo en su mejor época, unos años después, sin embargo ya era el conglomerado de telecomunicaciones más grande de América Latina, con intenciones de llegar a más mercados hispanohablantes y Raphael parecía la llave ideal para abrir esas puertas.

Craso error.

Aunque tuviera una buena producción a cargo de Guillermo Diazayas, un experimentado productor de larga carrera y que había trabajado con Ernesto Alonso y Silvia Pinal, así como un libreto original de Carlos Enrique Taboada, reconocido como guionista y director de filmes hoy de culto como 'Hasta el viento tiene miedo', 'El libro de piedra' o 'Veneno para las hadas', la telenovela —de solo 13 episodios, porque Raphael no podía disponer de mucho tiempo para hacer una telenovela de duración normal, 80 o 120 capítulos, así que se trató como una 'producción especial' y así se anunciaba en los medios.

Raphael en 'Donde termina el camino'
Anuncio publicitario para el estreno de la telenovela 'Donde termina el camino'

La trama giraba en torno a Manuel (es decir, claro, Raphael), hijo de un inmigrante español que había llegado a México huyendo del franquismo, que se ganaba honradamente la vida como mecánico automotriz en un taller —esta debió ser la primera señal de alarma: ¿pueden imaginarse a Raphael como mecánico, con un overol y la cara manchada de grasa y actuando muy tosco y varonil? ¿No? Pues de hecho, no, no pudo — que se enamora de una joven bella y aristocrática, Patricia (nada menos que Lupita Lara, la futura protagonista del kilométrico y sumamente querido sitcom 'Mi Secretaria'), cuyo padre, el millonario señor Teodoro Alconero (Alfredo Leal, el torero y ex marido de Lola Beltrán) no aprueba la relación.

Él está casado con la bella e intrigante Teresa (la recientemente fallecida Lilia Aragón), que tiene un amante sin escrúpulos (Gonzalo Vega) y juntos complotan para enviar a la cárcel a Manuel y culparlo de un delito que ellos cometen; en prisión él es defendido por Margarita, una humilde defensora de oficio (la impresionante y trágica Maricruz Olivier), de la que se enamora también. Por supuesto, lo que sigue es drama, drama y más drama, sobre todo con el triángulo central: ¿con quién se quedará el sufrido Manuel? ¿Con la muchacha rica y volátil o con la mujer buena y abnegada que busca sacarlo de la celda?

La verdad es que no importa con cuál se quedara: la total ausencia de química entre Raphael y la Olivier era un desastre (no que tuviera mucha química con la sublime Lupita tampoco, la verdad) y como en todas sus demás apariciones en medios cantaba y se interpretaba a sí mismo, el tener que encarnar a un personaje que no cantaba y que era mucho más viril que él tal como estaba escrito, era un desafío para el que el de Jaén no pudo (ni quiso) estar a la altura. Que la Olivier se viera mucho más experimentada y adecuadamente avergonzada a su lado, no hizo nada por ayudar a la causa.

El resultado fue kitsch y vergonzoso, el horario de prestigio que le puso la televisora en su canal más visto, se tambaleó, los anunciantes no se sintieron muy conformes y la telenovela no tuvo ni de lejos el rating deseado. Esto a Raphael no le importó — finalmente él solo vino a vivir 8 semanas a Ciudad de México con todos los gastos pagados y cuando se estrenó el programa ya andaba de gira por el mundo sin que le importara para nada cómo le iba: ya había ganado el equivalente a un millón de pesetas (de aquél entonces) por capítulo.

Le fue tan mal a la telenovela de marras (lo bueno era que solo duraba 13 capítulos), que no se retransmitió en ningún otro país mas que Chile y por años no volvió a transmitirse una en ese día y horario. Maricruz Olivier no protagonizó otra telenovela hasta 1982 que hizo su último melodrama, 'En busca del paraíso' —donde Victoria Ruffo hizo su único papel de villana hasta la fecha- y la que mejor suerte tuvo fue Lupita Lara, que tuvo un 'hit' con 'Mi Secretaria', pero no volvió a hacer una telenovela hasta 1990.

¿Es un error llevar a un artista que es un prodigio en una disciplina, como es el canto, pero no es tan hábil en otra, como es la actuación, en un rol estelar? Tal parece que la respuesta es invariablemente afirmativa: aunque no hay una fórmula perfecta — Lupita D'Alessio nunca tuvo éxito con sus incursiones en telenovelas, mientras que Thalía y Daniela Romo son claro ejemplo de que muchas veces el carisma también ayuda, sin que medre el talento.

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