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Cuando defender el medio ambiente es más peligroso que ser soldado

Berta Zuniga Cáceres, la hija de la ambientalista asesinada Berta Cáceres, lee fragmentos del libro "Las Revoluciones de Berta", de la escritora argentina Claudia Korol, en el tercer aniversario de su muerte en La Esperanza, a 110 kilómetros de Tegucigalpa, el 2 de marzo de 2019. Cáceres fue asesinada por oponerse a la construcción de una represa para construir una central hidroeléctrica. (ORLANDO SIERRA/AFP/Getty Images)

“La gente está muriendo para proteger sus medios de vida, junto con sus selvas, sus tierras y sus ecosistemas que son esenciales para el futuro de todos. Esos asesinatos se encuentran en la escala de un conflicto armado”, concluyó una investigación publicada en Nature Sustainability.

Lo más preocupante es que los científicos sociales han detectado indicadores que pueden predecir los lugares donde ocurrirá el mayor número de asesinatos. Y esos ingredientes mortales son la presencia de abundantes recursos naturales, la corrupción y la debilidad del estado de derecho.

La impunidad en los delitos contra los ambientalistas es tan elevada que apenas el 10 por ciento de los casos investigados terminan en una convicción de los responsables, mientras que el porcentaje mundial de convicciones por homicidios ronda el 42 por ciento.

Las cifras hablan por sí solas. Entre 2002 y 2017, 1.558 personas fueron asesinadas en 50 países por defender sus tierras, número muy superior a los 697 soldados de Australia y el Reino Unido que murieron en servicio activo en zonas de guerra en el mismo período.

Los asesinados trabajaban en la protección de los recursos naturales desde sus oficios como abogados, campesinos, activistas comunitarios, periodistas, líderes indígenas, funcionarios de organizaciones no gubernamentales. O simplemente fueron aniquilados por negarse a abandonar su territorio.

La organización Global Witness confirmó esa tendencia en su último informe ¿Enemigos del Estado? publicado el 30 de julio de 2019. “En 2018 se reportó el asesinato de 164 personas defensoras de la tierra y el medio ambiente, lo que significa un promedio de más de tres asesinatos por semana”.

 Global Witness documentó 164 asesinatos de personas defensoras de la tierra y del medio ambiente en 2018. La gráfica muestra el número de asesinados por países y por causas. (Fuente Global Witness)
Global Witness documentó 164 asesinatos de personas defensoras de la tierra y del medio ambiente en 2018. La gráfica muestra el número de asesinados por países y por causas. (Fuente Global Witness)

El documento indicó que más de la mitad de los asesinatos ocurridos en 2018 ocurrieron en América Latina. Para ser exactos en la región fueron asesinadas 87 de las 164 víctimas a nivel mundial. “Desde que Global Witness comenzó a publicar datos sobre asesinatos en 2012, este ha sido el continente más afectado de manera constante. Un factor que contribuye es la fuerte tradición de activismo por los derechos humanos que existe en la región”.

Al analizar la situación latinoamericana hay que resaltar que el año pasado Brasil dejó de encabezar la lista de los países con mayor número de asesinatos de ambientalistas. La mejoría brasileña no significa que sus activistas están fuera de peligro. Al menos 20 brasileños murieron en defensa de sus territorios, lo que lo colocó como el segundo país con más asesinatos de la región y el cuarto del mundo.

El país más letal de mundo fue Filipinas, donde los ambientalistas han enfrentado peligros durante décadas a la mezcla de abundantes recursos naturales, grandes intereses económicos extranjeros, corrupción en impunidad.

En Colombia fueron asesinados 24 ambientalistas. Esa cifra lo coloca como el país latinoamericano con más asesinatos en el 2018. Paradójicamente, el auge de las muertes ha sido provocado por problemas en la transición del Acuerdo de Paz.

Parte de las tierras que antes era controladas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no pasaron al control de las autoridades civiles y militares colombianas sino que fueron usurpadas por las bandas criminales y los paramilitares que se pelean por la explotación de las minas de oro.

Esas pugnas incidieron en el posicionamiento de la minería como el sector más peligroso, al sumar 43 muertes a nivel mundial el año pasado. Las muertes por conflictos por fuentes de agua también aumentaron, mientras que se mantuvieron los ataques motivados por la agroindustria, la industria maderera y los proyectos hidroeléctricos.

México también es cada vez más peligroso para los ambientalistas, con al menos 14 asesinatos en 2018. El informe de Global Witness comenzó con contando la historia de Julián Carrillo, quien se oponía de manera firme a las concesiones mineras en las tierras de su comunidad en el estado de Chihuahua y había sobrevivido al incendio de su casa y la muerte de cinco familiares en dos años.

"Julián había recibido numerosas amenazas de muerte antes de que su cuerpo fuera encontrado acribillado el 24 de octubre de 2018", dijo el informe.

Guatemala es el país más peligroso para los ambientalistas si no contemplamos los números netos sino que analizamos las cifras de asesinatos per cápita, con 16 asesinatos en 2018 en un país con 17,1 millones de habitantes. También fue el país donde se registró el aumento más pronunciado de muertes, al quintuplicar la cifra frente a 2017.

"Global Witness insta al presidente entrante de Guatemala, que será elegido en una segunda vuelta electoral en agosto, a tomar medidas relevantes para enfrentar la rápida escalada de ataques contra las y los guatemaltecos que exigen respeto a sus derechos territoriales y a un medio ambiente saludable".

La organización advirtió que no se trata de un problema latinoamericano sino mundial. “Si bien hay países que están siendo particular y gravemente afectados, los datos muestran que este, en definitiva, es un problema global. Ninguna región escapa a la afectación ejercida por la creciente presión sobre los recursos naturales y la competencia sangrienta que esta conlleva”