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Cuánto podemos relajarnos frente al debilitamiento de la pandemia

¿ESTAMOS al principio del fin o al final del principio? Digamos que vamos a la mitad. Los números de COVID-19 están disminuyendo decisivamente, tanto de infecciones como de muertes. Millones de personas reciben la vacuna y, en su mayoría, se vuelven inmunes a la enfermedad.

Sin embargo, cada semana, miles de personas aún mueren por este virus. Y esto sería peor si bajáramos la guardia, abandonáramos el uso de cubrebocas o dejáramos de lado el distanciamiento social y el lavado constante de manos.

Cada uno establece hasta dónde llegará con su política personal de seguridad sanitaria. Están los absolutistas, que no se arriesgan. No ven amigos y nunca entran en un restaurante y mucho menos se suben a un avión.

Luego estamos los moderados, que siempre usamos cubrebocas en público y nos reunimos con nuestro grupo de amigos cuidadosos. Solo comemos en establecimientos que tienen precauciones frente a la pandemia.

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Finalmente, también están lo que no se preocupan en absoluto y no hacen nada. Arriesgan su propia vida y la vida de los demás.

A medida que avanzamos hacia una fase algo menos aterradora de esta enfermedad, los moderados probablemente tenemos más en qué pensar. Eso ocurre porque siempre estuvimos abiertos a considerar más opciones de seguridad.

La consideración número uno es sobre el uso de cubrebocas. Seguiremos utilizándolo e incluso estamos considerando usar dos cubrebocas como aconseja Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas. Muy probablemente en el transporte público sí haremos eso. Aunque a medida que disminuyan los riesgos de infección, quizá podamos relajarnos y usar solo una mascarilla liviana mientras caminamos.

Los expertos en enfermedades infecciosas creen que las actividades al aire libre rara vez hacen que la enfermedad se propague, a menos de que las personas estén en una conversación cercana. Dicen que, con algunas excepciones, podemos trotar o andar en bicicleta de manera segura sin cubrebocas.

Dicho esto, los hospitales siguen racionando las máscaras NK95 de grado médico, incluso a medida que aumentan sus reservas, según The Associated Press. ¿Por qué? Siguen traumados por la aterradora escasez de máscaras de hace un año y no quieren que los sorprendan otra vez con las manos vacías. También temen un aumento futuro de casos.

¿DEBEMOS RELAJARNOS?

Los moderados seguimos frunciendo el ceño ante las multitudes sin cubrebocas que se agolpan en los eventos superpropagadores del virus. Un ejemplo reciente serían las fiestas después de la victoria de los Bucaneros de Tampa Bay en el Superbowl. Los funcionarios de salud en Florida advierten sobre un posible aumento de coronavirus como resultado de esos festejos en los bares. Las personas —como yo— ahora tomamos ese comportamiento imprudente de manera menos personal.

Consideración número dos: viajar. Al inicio de la pandemia, volé por todo el país en un JetBlue con pocos pasajeros y asientos separados. No iría en un jet lleno de gente. Ahora que tuve mi primera oportunidad, me preocupo menos por volar. Cuando consiga el segundo, subiré de inmediato.

Consideración número tres: culpa. A medida que los trabajadores de primera línea, los ancianos y otras personas vulnerables reciben sus vacunas de protección, hay mucho menos estigma por flexibilizar las restricciones.

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Sin embargo, quedan pensamientos inquietantes. Las nuevas variantes del coronavirus son más infecciosas y no son tan fáciles de domesticar con algunas de las vacunas. Las variantes están reinfectando a las personas que sobrevivieron a la versión temprana de la enfermedad. Y, sin duda, nos llegarán más variantes.

Alcanzar la inmunidad colectiva o de rebaño implica vacunar entre 60 y 90 por ciento de la población, según los expertos médicos. Un 15 por ciento de los estadounidenses dice que no está dispuesto a vacunarse. En caso de cumplir su promesa, la meta de inmunidad podría ser difícil de alcanzar.

Se espera que, en Estados Unidos, la pandemia termine alrededor del verano. Así que en la medida en que esta plaga muestre signos más definidos de debilitamiento, los que intentamos hacer las cosas de la manera correcta podríamos relajarnos, aunque sea un poco. Será extraño. N

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Froma Harrop es una escritora, editorialista y multipremiada periodista estadounidense. Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de la autora. Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek.