La cruzada por el poder de la extrema derecha: 'Los vemos muy envalentonados'

El representante republicano estatal, Timothy Ramthun, habla en un mitin de "Que se haga la luz", en el Capitolio estatal de Madison, Wisconsin, el 15 de febrero de 2022. (Taylor Glascock/The New York Times)
El representante republicano estatal, Timothy Ramthun, habla en un mitin de "Que se haga la luz", en el Capitolio estatal de Madison, Wisconsin, el 15 de febrero de 2022. (Taylor Glascock/The New York Times)

Tres semanas antes de obtener la nominación de los republicanos para gobernador de Pensilvania, Doug Mastriano se colocó de pie junto a la estatua pintada de un águila de casi un metro de altura y proclamó del poder de Dios.

“¿Tenemos personas libres aquí? ¿Jesús los ha liberado?”, preguntó la tarde de un sábado para entusiasmar a docenas de personas que estaban frente él en un hotel a la orilla de la carretera en Gettysburg, Pensilvania.

Mastriano, un senador estatal, coronel jubilado de las Fuerzas Armadas y figura destacada en los intentos inútiles del expresidente Donald Trump por revocar los resultados de las elecciones de 2020, se dirigía a un grupo de extrema derecha que combina las creencias cristianas con las teorías conspirativas llamado Patriot Arise. En vez de abordar asuntos como los impuestos, los precios del petróleo y las políticas relacionadas con el aborto, tejió una trama sobre lo que él veía como la verdadera identidad cristiana del país y cómo ya era hora de que los cristianos juntos recuperaran el poder político.

La separación de la Iglesia y el Estado fue un “mito”, señaló. “Vamos a recuperar nuestro estado en noviembre, Dios así lo permitirá”.

Tal vez el ascenso de Mastriano en Pensilvania sea el ejemplo más destacado de los candidatos de extrema derecha para cargos públicos cuyo objetivo explícito es impulsar el poder cristiano en Estados Unidos. Desde hace mucho tiempo, la derecha religiosa ha apoyado las causas de los conservadores, pero la oleada actual tiene más pretensiones: un país que dé prioridad de manera activa a su serie particular de creencias y opiniones de extrema derecha y que adopte de manera más abierta el cristianismo como una identidad fundamental.

Muchas personas rechazan el principio histórico de Estados Unidos de la separación entre Iglesia y Estado. Estas personas dicen que no defienden una teocracia, pero apoyan un papel fundacional para su religión en el gobierno. Su ascenso coincide con un importante respaldo entre los partidarios de las bases que piensan parecido, sobre todo porque algunos electores y políticos combinan su fe cristiana con las teorías conspirativas del fraude electoral, la ideología de QAnon, el derecho a portar armas y el enojo permanente por las restricciones relacionadas con la COVID.

Su presencia habla de una periferia que avanza hacia la cultura dominante.

Cruz sobre una iglesia en Bismarck, Dakota del Norte, el 29 de septiembre de 2020. (Tim Gruber/The New York Times)
Cruz sobre una iglesia en Bismarck, Dakota del Norte, el 29 de septiembre de 2020. (Tim Gruber/The New York Times)

“La Iglesia tendría que dirigir al gobierno y no el gobierno a la Iglesia”, dijo hace poco la republicana Lauren Boebert, quien es la representante de la zona occidental de Colorado, en un Cornerstone Christian Center, una iglesia cerca de Aspen, Colorado. “Estoy cansada de esta separación entre la Iglesia y la basura estatal”. Los feligreses se pusieron de pie para aplaudir.

En fechas recientes, un puñado de personas que apoyan esta idea, como Boebert, han llegado al poder con la combinación del mensaje cristiano y las teorías conspirativas que promovió Trump. Otros, como Mastriano, están llevando a cabo competitivas contiendas, mientras que la mayoría hace campañas con pocas posibilidades y no es probable que sobrevivan a las elecciones primarias.

El ascenso de estos candidatos se da en medio de una oleada de medidas en todo el país que promueven las prioridades culturales de muchos cristianos conservadores. La más importante es la decisión de la Corte Suprema de anular la sentencia del caso Roe contra Wade que terminó con el derecho constitucional de abortar, la cual estuvo a la cabeza de una reciente serie de decisiones que permiten que la religión tenga una participación más importante en la vida pública, como rezar en las escuelas y el financiamiento a la educación religiosa. Los estados también han estado tomando medidas; muchos han instaurado la prohibición del aborto. Una ley de Florida prohíbe que en las aulas se enseñe acerca de orientación sexual e identidad de género al inicio de la instrucción primaria, y Texas ha emitido una orden para investigar por posible maltrato infantil a los padres que tienen hijos transgénero.

Según el Centro de Investigación Pew, declarar a Estados Unidos un país cristiano y terminar con las leyes federales de la separación entre la Iglesia y el Estado son ideas de una minoría de los adultos estadounidenses. Pese a que el apoyo a la integración Iglesia-Estado está por encima del promedio entre los republicanos y los evangélicos blancos, muchos cristianos ven esa integración como una perversión de la religión que pone al país por encima de Dios. La facción que disputa el poder sigue siendo una minoría entre los cristianos y los republicanos.

Al igual que Mastriano, algunos de los candidatos que impulsan esa idea marginal ya tiene cargos de elección popular de bajo nivel, pero ahora están contendiendo para cargos más altos con mayor poder, señaló Andrew Seidel, vicepresidente de la organización Americans United for Separation of Church and State.

“Los vemos muy envalentonados”, comentó Seidel. “Afirman ser los verdaderos herederos del experimento estadounidense”.

En gran medida, Trump obtuvo el poder por su promesa de mantener la influencia de los evangélicos blancos y sus valores cuando muchas de estas personas temían que el mundo que conocían estuviera desapareciendo con rapidez.

El hecho de que Trump, a quien veían como protector, ya no sea presidente aumenta la sensación de muchos conservadores cristianos de que todo está en riesgo. De acuerdo con una encuesta realizada a fines del año pasado por el Public Religion Research Institute, cerca del 60 por ciento de los protestantes blancos evangélicos creen que a Trump le hicieron trampa en las elecciones. Además, de acuerdo con la encuesta, los evangélicos blancos es el grupo religioso que tiene más probabilidades de creer en QAnon, una compleja teoría conspirativa que habla de una red de tráfico infantil que le rinde culto a Satanás, y el FBI ha advertido con anterioridad que algunos de sus partidarios pueden tornarse agresivos.

En todo el país existen muchos intentos de aprovechar el creciente fervor religioso de la derecha estadounidense para influir en la participación de los electores. Esto incluye más actividades habituales de divulgación por parte de los republicanos entre los electores, pero también la movilización de grupos nuevos desde que el presidente Joe Biden asumió la presidencia.

En la rama ultraconservadora de la Convención Bautista del Sur, la denominación protestante más grande del país, un grupo que se adhiere cada vez más a las causas políticas de la derecha, como la ofensiva extremista de castigar a las mujeres por abortar, se está profundizando una sensación de resentimiento religioso. Esta primavera, en una conferencia en Memphis, Tennessee, Rod Martin, uno de los fundadores de la Conservative Baptist Network, calificó las objeciones al nacionalismo cristiano como una simple intriga de los demócratas.

“Satanicemos el patriotismo llamándolo nacionalismo y asociándolo con el de Hitler. Y ahora, llamémoslo nacionalismo blanco”, le dijo a la concurrencia al remedar a la gente de la izquierda, según su opinión. “Luego lo llamaremos nacionalismo cristiano para que suene como si fueras el ayatolá. Todo está diseñado para satanizarte”.

El evento de Patriots Arise, donde habló Mastriano, fue inaugurado con un video de las teorías conspirativas vinculadas a QAnon que profetizaban que los “sistemas de control” que incluían “la propaganda de los medios, el tráfico infantil y la economía de esclavos se derrumbarían”. Una narración robótica pronosticaba un “gran despertar” y la imagen de una cuchilla de guillotina acompañaba la promesa de “ejecución, justicia, victoria”.

Cuando terminó Mastriano, un hombre con una camisa y un sombrero de vaquero con la bandera de Estados Unidos le regaló una larga espada con la inscripción “Para Dios y el país”.

“Por haber estado cortando muchas cabezas”, explicó Francine Fosdick, una influente de redes sociales que organizó el evento y cuyo sitio web ha promovido un eslogan de QAnon. “Usted está luchando por nuestros derechos religiosos en Jesucristo y nosotros quisimos bendecirlo con la espada de David”.

Mastriano levantó la empuñadura dorada con la mano derecha. “Tráiganme a Goliat”, dijo.

© 2022 The New York Times Company