Coronavirus: una red voluntaria de docentes hace mascarillas en impresoras 3D

"Un médico veterinario manejando una 3D es algo que pasa en estos lugares tan alejados", dice Ariel Perisse, director de la escuela secundaria agraria Centro Educativo para la Producción Total (CEPT) N° 23 del paraje Igarzábal, en el partido bonaerense de Patagones. Perisse es uno de los muchos docentes que, voluntariamente se sumaron al proyecto de usar esas impresoras de sus escuelas y hacer mascarillas para el personal de salud, policías, operarios de recolección de residuos y quienes deben seguir trabajando a pesar del aislamiento obligatorio. "Los 19 docentes trabajamos en bloque y a disposición de este proyecto, más allá de la continuidad pedagógica que hacemos", asegura.

"Cada docente hace su parte. Algunos consiguen las radiografías, otros las lavan, otros las cortan, otros manejan la técnica de la máquina que imprime", señala Noelia Cardona, ingeniera agrónoma y profesora de matemática del CEPT, que ensambla las dos partes de las mascarillas para pasarles el elástico con ojales para que sean regulables al diámetro de la cabeza. "Los insumos los traemos de Bahía Blanca y, como la mayoría de los accesos están cortados, profesores de allá nos hacen el contacto para traerlos", explica la docente.

Imprimir las partes de la mascarilla lleva entre 3 a 4 horas, según el modelo de impresora 3D con el que se trabaja. Por eso, para lograr su máxima producción ocho veces al día suena la alarma de los celulares de muchos docentes para avisarles que la impresora finalizó el trabajo y puede comenzar uno nuevo.

"Pongo el despertador cada 4 horas, si no, no llegamos a los compromisos previstos", dice Juan Percaz, veterinario y docente de biología que maneja la impresora del colegio de Igarzabal en la que hicieron 80 mascarillas y prevén entregar 400 más.

Docentes de escuelas agrarias, técnicas y hasta de arte y música se sumaron a esta iniciativa que nació para ayudar a quienes por su trabajo están más expuestos al riesgo de contagio del Covid-19. "Cuando decidimos qué mascara íbamos a hacer la llevamos al hospital. Allí nos dijeron que era funcional y lo que hicimos fue viralizarlo para sumar impresoras de Igarzabal, de Olavarría y se incorporaron 35 con las cuales hicimos 1500 máscaras", dice Maximiliano Peret, profesor de la carrera Comunicación y Periodismo en la Universidad Nacional del Centro, que en más de 30 ciudades de Buenos Aires ya imprimen con los archivos que ellos compartieron.

"Hay lugares donde el mayor desarrollo lo están haciendo escuelas en Tandil, Coronel Suárez y Bolívar", explica Peret y agrega: "Las escuelas están trabajando muchísimo en esto porque, en ciudades más chiquitas, son casi las únicas impresoras que hay", reflexiona Peret.

Junto a las Escuela Técnica EEST y la Escuela Secundaria Agraria N°1 de Bolívar participan dos docentes con sus equipos personales. Ya lograron entregar 160 mascarillas que el municipio distribuye entre el personal de salud local. "Cuando haya más cantidad van a ser para el personal de seguridad que controla el acceso a Bolívar y circula por la ciudad", sostiene Luciano Villareal, de 45 años, inspector jefe distrital.

Los archivos con el diseño de la mascarilla llegaron a 25 de Mayo, por Eduardo Carames, docente de Prácticas del Lenguaje, que propuso la idea en la escuela secundaria especializada en arte N° 1 de Riestra, donde trabaja. "En el colegio se imprime la vincha y adelante le ponemos el acetato", explica el docente. Ya son 13 escuelas de la zona que trabajan en conjunto. "Se sumaron las escuelas agrarias de la región compuesta por 25 de Mayo, Saladillo, General Alvear, Las Flores, Roque Pérez y Lobos. Los colegios técnicos, los de formación profesional y algunos institutos superiores están imprimiendo estas máscaras para la salud", afirma Carames.