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El coronavirus les da impulso a los líderes mundiales en tiempos de incertidumbre

Boris Johnson

Cuando ayer se confirmó que Boris Johnson había dado positivo en un test de coronavirus , muchos en su interior con algo de malicia deben haber pensado que había algo de justicia divina. El primer ministro británico había sido criticado por demorar las medidas más restrictivas para controlar el brote e incluso había dicho que seguiría dándole apretones de manos a todo el mundo. Sin embargo, si finalmente se recupera, para el hombre que logró concretar el Brexit la pandemia puede ser más una bendición que una maldición.

En sintonía con lo que pasó con muchos otros líderes mundiales, incluso con los que fueron criticados por minimizar el coronavirus como Donald Trump, la imagen de Johnson está en alza. Las encuestas muestran que todo pronóstico de decretar muertes políticas por el impacto de la pandemia es por lo menos apresurado. En tiempos de incertidumbre y de democracias en clima de "estado de guerra", los llamados a la unidad nacional y los discursos nacionalistas hasta ahora han rendido sus frutos.

Cerca de 27 millones de personas vieron en vivo el dramático discurso de Johnson del lunes pasado en el que anunció las nuevas medidas, una audiencia superior a la de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012. Fue un raro momento de unidad nacional en un país traumado por dos años de debates sobre la salida de la Unión Europea que dividieron al reino como nunca antes. Boris Johnson tiene motivos para sonreír: una encuesta publicada ayer por Bloomberg muestra que el 72% aprueba su desempeño en el cargo, un nivel de aprobación que no se veía para un primer ministro británico desde los inicios de Tony Blair, hace más de 20 años. Las encuestas muestran que el apoyo es especialmente alto entre ciudadanos que no lo votaron en las elecciones de diciembre pasado. "Es una tormenta perfecta que le está dando viento de cola a los conservadores", sintetizó Bloomberg.

¿Una reelección en duda?

La semana en la que Estados Unidos se convirtió en el país con más casos confirmados puso todavía más el foco en Trump. Hace apenas dos meses, nadie dudaba de que iba a ser reelecto en noviembre: había sido absuelto del impeachment, la economía volaba, el desempleo estaba en mínimos históricos y los demócratas sufrían para encontrar un candidato. Ahora hay más de tres millones de pedidos de seguro de desempleo, con un pronóstico de recesión mundial y se multiplican las críticas en los medios a Trump por haber desestimado durante semanas la gravedad de la crisis. Pero la mayoría de los norteamericanos no comparten las críticas. Un sondeo de Gallup difundido esta semana muestra que el 60% de los norteamericanos apoya la manera en que el presidente está combatiendo el coronavirus y que la imagen de Trump, con un 49%, está en su máximo histórico.

El estado de emergencia por un lado refuerza la narrativa de Trump que aman sus votantes: fronteras cerradas y un país unido frente a un enemigo externo, el "virus chino". Si puede mantener estos niveles de aprobación está todavía por verse: lo peor de la pandemia todavía no llegó a Estados Unidos y, más que por la cantidad de casos, lo que puede perjudicarlo es un colapso del sistema de salud. Tendrá que hacer un fino equilibrio si insiste con su enfoque de no cerrar la economía. El estado más afectado es por ahora Nueva York, que ni aún en tiempos de bonanza votaría por él, pero la situación se está complicando también en estados como Michigan, uno de los triunfos clave que Trump les arrebató a los demócratas en 2016.

El beneficio de la unidad nacional

Estados Unidos puede ver lo que le puede llegar a pasar en el caso de Italia, el país con cifras más dramáticas del coronavirus, con una mortalidad superior al 10% de los casos confirmados y más de 4000 profesionales de la salud contagiados. En un país famoso por la desconfianza en la clase política, el primer ministro Giuseppe Conte, por el que nadie apostaba demasiado hace apenas algunos meses, tiene hoy un apoyo del 73% de los italianos.

¿Se esfumará el apoyo a Conte cuando pase ese sentimiento de unidad nacional? Nadie puede saberlo, pero el caso de Francia sirve para ilustrar las contradicciones políticas que genera la pandemia: la imagen de Emmanuel Macron sube, pero también la desconfianza. Macron se puso con decisión al frente de una "guerra sanitaria" y un sondeo difundido por el canal LCI mostró que su imagen subió esta semana al 51%, un aumento del 13% con respecto al mes anterior y su punto más alto en dos años. La última vez que un presidente francés había experimentado un salto tan grande fue después de los ataques terroristas de enero de 2015. Sin embargo las encuestas muestran también que con el pasar de los días los franceses son cada vez más severos para juzgar la gestión de crisis: según Ifop, para el 64% el gobierno esconde ciertas informaciones y solo el 39% piensa que da todos los medios necesarios al sistema sanitario, una cifra que se desmoronó 15 puntos en cuatro días.

Un salvavidas o un ancla

El caso francés demuestra que la gestión de crisis genera problemas pero también da oportunidades. ¿Se puede llegar a convertir en un salvavidas para algún líder en problemas? En Chile, la aprobación de Sebastián Piñera subió del 11% el 6 de marzo al 18% el 20 de marzo. Los datos son de Cadem, una consultora cuestionada por su afinidad ideológica con el gobierno, pero sirven para ilustrar que el nuevo contexto puede darle oxígeno a un presidente que se considera ya terminado. El referéndum se aplazó, no hay manifestaciones en la calle, cambia radicalmente el eje del debate político y para la oposición tiene su costo criticar a un presidente en tiempos de pandemia.

La crisis inevitablemente va a tener sus perdedores y hasta ahora Jair Bolsonaro parece que va a ser uno de ellos. El presidente de Brasil adoptó una estrategia parecida a la de Trump: minimizó la gravedad del virus (es una gripezinha, dice), se opuso al cierre del país para evitar el daño económico y dejó en manos de los gobernadores la gestión de crisis. Pero la estrategia no le esta resultando: según Datafolha, mientras el 54% aprueba la tarea de los gobernadores, solo el 35% está satisfecha con la del presidente. Mucho antes de la pandemia, el estado de la salud pública ya era una de las preocupaciones centrales de los brasileños. El país invierte en esta área el 3,8% de su PBI, mientras que el promedio de los países de la OCDE es del 6,6%.