Coronavirus: A cuentagotas, vuelven algunos alumnos bonaerenses al aula

Tomas Cuesta
Tomas Cuesta

Como una cucharada de agua en medio del desierto. Así define un director de escuela secundaria la posibilidad de que, desde ayer, un pequeño grupo de alumnos pudieron volver a pisar el colegio, en la zona norte del conurbano. La oportunidad se abrió el lunes de la semana pasada, cuando la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires autorizó el regreso de la matrícula considerada priorizada: aquellos alumnos que no lograron cumplir con los objetivos de aprendizaje del ciclo 2020, estudiantes con discapacidad o que tienen problemas de conectividad. El objetivo es garantizar el vínculo y la enseñanza de los estudiantes más vulnerables.

Al colegio de la zona norte están yendo alumnos en grupos de a cuatro, en todos los niveles, que pueden permanecer no más de media hora dentro de la escuela. Se trata de un establecimiento privado en el que prácticamente todos los alumnos tienen buena conexión a internet y dispositivos electrónicos a mano. Pese a eso, “hay muchas situaciones complejas”, afirman: alumnos con bloqueos emocionales que no pueden conectarse a las clases online. En otro colegio cercano hablan de “Zoomfobia”.

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El comunicado oficial solo se refirió a la posibilidad de encuentros organizados de manera individual o en grupos muy reducidos, sin establecer horarios ni cantidad de alumnos. Luego, los inspectores de cada jefatura de región interpretaron la norma de distinta manera y definieron horarios y capacidades que varían de un lugar a otro, para confusión de los directivos. Por ejemplo, la jefatura del distrito Malvinas Argentinas –que incluye Malvinas Argentinas, José C. Paz, San Miguel y Moreno– estableció que los alumnos pueden concurrir en grupos de a tres y por un máximo de 20 minutos una vez por semana. En cambio, en Bahía Blanca solo se habla de “grupos reducidos” y no se pautaron horarios.

En el Colegio Rosario Vera Peñaloza de esa ciudad, actualmente hay una alumna de primaria que concurre presencialmente a la escuela. “Nuestra intención es que pronto comiencen a ser cuatro o cinco: los casos puntuales de chicos que no se conectan ni entregan la tarea, o que tienen problemas de aprendizaje serios o que incluso vienen integrados de escuelas especiales”, explica Horacio Aldunate, el director. El objetivo es que estén allí dos horas: por lo que sirve a los niños y también a sus padres.

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“Nos dijeron que sean grupos de cinco, pero que lo ideal era que fueran tres, y que no son clases: es solamente para despejar dudas y entregar material”, explica María Celeste Bresas, dueña del Nuevo Colegio Guernica, en el partido de Presidente Perón. En un colegio de bajos recursos, donde el 70% de los alumnos no tienen un dispositivo propio, los grupos se organizaron específicamente alrededor del intercambio de material. El foco está puesto en aquellos que necesitan un soporte más personalizado para las tareas.

Para Martín Zurita, secretario ejecutivo de la Asociación de Colegios Privados de la Provincia de Buenos Aires, los equipos directivos deben tener un margen de autonomía razonable al momento de determinar el perfil de los estudiantes que podrían participar de los encuentros.