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Coronavirus: cómo las bodas están dejando sin efecto la victoria de Israel contra el Covid-19

JERUSALÉN.- Después de su hábil manejo inicial del brote de coronavirus hace tres meses y de los elogios recibidos adentro y afuera del país, ahora Israel está viviendo un rebrote del virus y un acelerado auge de casos, que según los funcionarios de salud podrían desbordar los hospitales hacia fines de julio.

Los israelíes de todo el espectro político se preguntan qué pudo salir tan mal y quieren saber cómo pudo equivocarse tanto el gobierno después de haber acertado tanto.

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Un funcionario israelí con conocimiento de la respuesta que se dio a la pandemia dice que los investigadores del gobierno rastrearon el grueso de las nuevas infecciones hasta una sola categoría de actividades: reuniones públicas, sobre todo casamientos. El funcionario señala que el gran aumento de las bodas entre el 15 y el 25 de junio -más de 2000- deja demostrado que esos eventos son grandes incubadores de Covid-19.

"Para las bodas la gente se desplaza por todo el país", dijo el funcionario, que prefirió conservar su anonimato debido a la sensibilidad política del tema. "Se abrazan, cantan, bailan. La situación perfecta de contagio".

La misma fuente agrega que el gobierno israelí ya alertó a otros países sobre esta conexión entre los casamientos y el rebrote de casos. De hecho, una de las nuevas restricciones anunciadas el lunes en Israel es el cierre de los salones de fiestas, junto con las salas de concierto y las piscinas públicas. Los restaurantes ahora tienen el límite de 20 comensales en el interior del local y 30 afuera, mientras que los lugares de culto pueden recibir a un máximo de 19 fieles.

La achatada curva de contagios de Israel empezó a empinarse nuevamente cuando el gobierno flexibilizó la cuarentena, a fines de mayo, con reapertura de gimnasios, bares, y permiso para realizar grandes eventos. Este lunes, el país superó los 30.000 casos.

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Los hospitales tienen problemas para atender a los enfermos graves, que ya empezaron a duplicarse diariamente, según cifras citadas por el primer ministro Benjamin Netanyahu , quien arrancó su mensaje implorando a sus ciudadanos que usen barbijo y evitan las aglomeraciones.

Si bien elogian al gobierno por haber frenado el virus hace tres meses, durante la primavera boreal, los expertos sanitaristas mencionan una serie de errores que condujeron al actual rebrote de verano. Entre esas fallas, incluyen no haber nombrado un "jefe" que coordinara la respuesta y no haber armado una red nacional de laboratorios de testeo y de técnicos capaces de rastrear el virus.

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El funcionario israelí antes citado señala que Israel hacía un promedio de 20.000 testeos diarios, pero reconoció que el rastreo de contactos fue inadecuado. "No destinamos suficiente personal a esa tarea."

El índice de aprobación de Netanyahu en relación al manejo de la pandemia se ubica en el 46%, según una nueva encuesta encargada por Canal 12 de la televisión israelí, una caída de casi 20 puntos en comparación con mayo. El vocero del primer ministro no quiso hacer comentarios para esta nota.

"Somos el único país del mundo que está menos preparado para la segunda oleada que para la primera", dijo el lunes en una reunión partidaria el líder opositor Yair Lapid.

La oposición dice que el rebrote del virus refleja la falta de preparación para algo que se sabía inevitable si los israelíes tenían vía libre para ganar las calles, las playas y los bares.

"El virus no va a dejar de ser contagioso. ¿Qué esperaban que pasara cuando reabrieran todo?", dice Dan Ben-David, profesor de Universidad de Tel Aviv y presidente del Instituto Shoresh de Investigaciones Socioeconómicas. "Es una doble tragedia, justamente porque podía evitarse."

El Instituto Shoresh fue una de las muchas organizaciones que en abril difundieron investigaciones sobre los pasos necesarios para mantener a raya el virus mientras se iba recuperando la actividad económica. La estrategia básica, como se hizo en Alemania , Austria y otros países, era testear masivamente y contener los focos no bien se manifestaban.

Israel arrancó con muchas ventajas: poca población, gobierno centralizado y fronteras férreamente controladas. Además, el largo historial del país en el manejo de situaciones de crisis lo dejaba en inmejorable situación para responder ante la nueva eventualidad. Todo eso contribuyó a que pudieran achatar la curva de contagios con el confinamiento inicial y la cuarentena a nivel nacional.

En marzo, Israel tenía la mejor calificación de seguridad ante el Covid-19 del mundo, según Deep Knowledge Group, un consorcio de ONGs, pero con el nuevo auge de casos, ahora Israel integra la lista roja de "países paria" del Covid-19, cuyos ciudadanos tienen vedado el ingreso a la Unión Europea , como Estados Unidos , Rusia y Brasil .

Como muchos otros israelíes, el profesor Ben-David culpa a la política por el "balagan" nacional, una palabra hebrea que en buen criollo se traduce como "quilombo".

Netanyahu tuvo un envión de popularidad gracias a su manejo inicial de la crisis, con apariciones diarias en televisión y demostraciones en primera persona del uso de máscara y el lavado de manos. Pero el primer ministro se negó a nombrar a un único encargado de supervisar los operativos, un amplio abanico de tareas que iban desde asegurarse la provisión de respiradores y kits de testeo hasta rastrear el movimiento de los ciudadanos infectados a través de sus celulares.

Netanyahu también rechazó los pedidos de darle una mayor participación en la lucha contra la pandemia a las Fuerzas de Defensa Israelíes. Por entonces, el ministro de defensa era Naftali Bennett, un adversario de Netanyahu dentro de la derecha política israelí.

Ben-David también dice que la respuesta chapucera ante el nuevo brote es reflejo de un Estado elefantiásico, después de que Netanyahu multiplicara los ministerios para colocar a sus aliados políticos, a principios de este año. "Ya teníamos un problema de funcionarios en compartimentos estancos, sin comunicación entre ellos, y con el nuevo gobierno, esos compartimentos a su vez se subdividieron en nuevos compartimentos."

Sarah Talmor es propietaria de un restaurante en Jerusalén y recuerda aquel día soleado de principios de junio cuando pudo armar nuevamente las mesas en la vereda. Recuerda su esperanza y su alivio al creer haber zafado de lo peor de la pandemia global.

El martes, esa esperanza y ese alivio ya eran "tristeza y desaliento", cuando tuvo que ordenar el retiro de las mesas y empezar a decirle a sus clientes que por las nuevas restricciones solo podía atender a unos pocos.

"Me quise convencer de que todo volvía a la normalidad", dice Talmor, dueña junto a su marido de varios restaurantes en Jerusalén. "Y ahora tenemos que volver para atrás."

The Washington Post

Traducción de Jaime Arrambide