Coronavirus en la Argentina. "Es el final": La despedida de la directora de uno de los 150 jardines maternales que ya cerraron

Escribe llorando, no lo puede evitar, y lo confiesa en la carta que hace apenas unos días publicó en las redes sociales para confirmar la noticia: el jardín Monino cerró sus puertas. "Después de diez años de estar al frente de mi querido jardín, no puedo resistir las lágrimas, la tristeza y la nostalgia que me da saber que es el final", escribió la psicopedagoga Zoe Zuin, directora de este jardín maternal cordobés que no pudo mantenerse a flote en medio de la pandemia. Sin subsidios, ni asistencia por parte del Estado y con una recaudación casi nula, este espacio por el que pasaron más de 500 niños dejó de funcionar.

Monino es uno de los 32 jardines maternales y de infantes que cerraron en la provincia de Córdoba por la crisis económica que se profundizó durante la emergencia sanitaria por el nuevo coronavirus. En Salta, suman 45; en Córdoba, 32; en Santa Fe son 16; en la provincia de Buenos Aires, 12; en Entre Ríos, ocho; en Mendoza, siete; en Río Negro, cinco; en Chaco, otros cinco, igual que en San Luis; en la Ciudad de Buenos Aires, cuatro. También son cuatro en La Pampa, y en Misiones, tres. Un total de 146 instituciones según el registro elaborado por la Junta Nacional de Educación Privada (Junep), que reúne a 15 provincias de todo el país. Faltan datos del resto de las jurisdicciones que completan el mapa, y el informe tampoco incluye a los que están en proceso de cierre.

De todo el universo conformado por las instituciones educativas de gestión privada en el país, los maternales y jardines de infantes son los que hoy están en la peor situación. A diferencia de los colegios que además del nivel inicial cuentan con primario y secundario, los maternales sufrieron una baja en la matrícula que en algunos casos llegó a más del 90%, y sin familias que paguen la cuota todos los meses, como el caso de Monino, no hay chances de solventar los sueldos de los maestros ni el resto de los gastos que supone mantener una escuela como impuestos, seguros, servicios y alquiler.

"Le dimos de baja"

Carolina Otero es madre de Bartolomé, que este año había empezado salita de dos en un jardín privado cerca de su casa, en Quilmes, porque creía que era una buena idea que su hijo comenzara a relacionarse con otros chicos de su edad. "Pero todo esto nos generó mucha incertidumbre, y tampoco estamos convencidos de que Bartolomé vuelva cuando se retomen las clases. No podemos seguir afrontando ese gasto si no sabemos cuándo retomará el jardín. Por eso le mandamos un mail al colegio para pedir la baja", contó a LA NACION Otero a principios de abril, cuando tomó la decisión.

Como Bartolomé, uno de cada tres niños argentinos va a un jardín privado. El nivel inicial es el más privatizado del sistema educativo en todo el país, y a medida que la edad baja hasta llegar a lactantes y deambuladores, el porcentaje aumenta. Los datos surgen de un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, donde se registra que solo la sala de 5 años presenta niveles de matrícula estatal similares a los otros niveles obligatorios, como primario y secundario. Además, este déficit supone que, en ciertas zonas del país, solamente acceden a la educación inicial aquellos que pueden pagarla.

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En el barrio San José del conurbano bonaerense, en el partido de Almirante Brown, no hay jardines estatales. El dato lo comparte Liliana Bourlon, que es la propietaria y directora del Juana Paula Manso, un jardín con salas de 3, 4 y 5 años, y 146 alumnos. "En estos meses ya se dieron de baja casi 50 chicos. Por el momento no recibimos el ATP del Estado, y el 60% de las familias está atrasada en el pago de los aranceles. Hace 14 años que brindamos un servicio a la comunidad, porque en la zona no hay jardines estatales ni comunitarios. La cuota del jardín es muy baja, y si todos cerramos los chicos del barrio no tienen dónde ir".

Después del reclamo generalizado que hizo el sector, el Gobierno extendió el alcance de los beneficios del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) a las instituciones educativas de gestión privada que no reciben subsidio del Estado. Anteayer, el ministro de Educación, Nicolás Trotta, se reunió por videoconferencia con distintos representantes de la Junep.

"Le explicamos cuál era la situación en cada provincia, con un listado de todas las escuelas que estaban esperando el ATP y aún no les llegó. Fue una reunión muy buena, incluso el ministro nos dijo que se iba a comprometer a revisar caso por caso. Hay buena predisposición, pero la situación está cada vez más complicada. Todas las instituciones que cerraron son maternales y jardines que hoy tienen una recaudación casi nula. Por el momento no se registran cierres en otro nivel, pero hay colegios primarios y secundarios que corren ese riesgo si la situación se prolonga y no reciben ayuda -asegura Martín Zurita, titular de la Asociación de colegios privados de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba) y socio de Junep-. También nos recibió el gobernador Axel Kicillof, y nos dijo que iba a generar un canal para zanjar las dificultades con los ATP".

Salir a vender empanadas y pastelitos

Para subsistir hasta que los chicos puedan volver a clases, los jardines de Rosario, en la provincia de Santa Fe, tuvieron que reinventarse. "Están cocinando empanadas, pastelitos, mermeladas caseras y dulces para vender. Es triste que el rubro tenga que hacer este tipo de cosas para subsistir. La desesperación es muy grande -confiesa Mayra Williams, presidenta de la Asociación de jardines particulares de Rosario-. Algunos no cerraron este mes porque les llegó el subsidio que está dando la provincia a través de la Secretaría de Comercio. Es muy difícil salir adelante. De un total de 115 jardines que solicitaron el ATP lo recibieron 47 en total".

Williams agrega que la cantidad de familias que hoy siguen pagando la cuota está entre el 10 y el 20%, porque muchos padres tienen que salir a trabajar y como no pueden dejar a sus hijos en el jardín tienen que pagarle a alguien que los cuide.

En Córdoba, afirman, cada vez son más los que están al borde de la quiebra. "La pandemia puso al rojo vivo una situación que viene de hace mucho tiempo. La realidad es que en nuestra provincia los jardines somos considerados como un comercio. Esa es la única habilitación que tenemos, cuando en la ley de educación nacional 26.206 somos nombrados y reconocidos como el primer eslabón de la enseñanza. Nuestros espacios son un servicio a la comunidad, la sociedad necesita de los jardines maternales, y muchos ya no estarán cuando todo esto pase", se lamenta Romina Rosado, de la Asociación civil Jardines maternales privados de Córdoba (Acijam).

Como fundadora del jardín Snoopy, Rosado cumplió 28 años en la actividad, y nunca se imaginó que en apenas tres meses podrían llegar a desaparecer más de 30 jardines. Casi de un soplo. "A principio de año eran unos 550 maternales en toda la provincia, con una población docente de 4000 maestros. Con nuestro trabajo damos contención, cuidado y asistencia a unos 30.000 niños y sus familias. El ministro Trotta nos abrió las puertas y nos escuchó. Necesitamos de la ayuda del Estado para que no tengamos que seguir cerrando espacios".

Paola Melazzo siente que camina sobre una cuerda floja. No lo quiere decir en voz alta, pero no le queda otra. "Tal vez tengamos que cerrar, a pesar de que estamos recibiendo el ATP y las docentes solamente están cobrando eso. No les puedo pagar el resto. Teníamos 250 nenes y ya perdimos a la mitad. Los que no se van es porque están en sala de 4 y 5 años, pero tengo una mora del 80% en el cobro de las cuotas", relata Melazzo, que en 2017 se hizo cargo de la gestión del jardín Arco Iris, en Monte Grande, que funciona en la zona desde 1996.

"¿Qué van a hacer todas las maestras que se quedaron sin trabajo? A dónde van a ir si cada vez somos más los que estamos pensando en cerrar -dice con la voz entrecortada a través de un audio de WhatsApp-. Es muy triste".